jueves, 20 de diciembre de 2012

Una librería propia

Cuando viajo en autobús, me da por pensar. El otro día, a primera hora de la mañana, fui caminando hasta Parque Principado y no me apetecía regresar del mismo modo, ya que me parecía excesiva la caminata, así que cogí el autobús, el número uno, como tantas veces en el pasado. Allí estaba yo, en aquel autobús casi vacío (me marché justo a la hora en que el centro comercial se estaba llenando de gente, qué alivio), a media mañana, de regreso a casa y pensando. ¿En qué pensaba? Podía pensar en muchas cosas, pero me centré sólo en una. Lo bueno de los años es que a veces te permite dar un manotazo mental a los pensamientos que no quieres que llenen demasiado espacio en tu cabeza y ocupar la mente en aquello que realmente deseas. Una librería propia, por ejemplo. He tenido la suerte de trabajar en dos librerías en las que tuve la libertad absoluta de hacer y deshacer a mi antojo, pero, ya puestos a imaginar, yo, en aquel autobús, de regreso a casa, imaginaba que tenía una librería propia. Como Virginia Woolf reclamaba una habitación propia para cada mujer, yo, en mi pensamiento, hacía lo mismo con una librería para Íñigo y para mí. Podía verla perfectamente. La ubicación en el centro de la ciudad. El cartel luminoso con el nombre, El extraño viaje (sí, como este blog y como mi libro), como si de un teatro de Broadway se tratara. La parte dedicada a los libros -de todo tipo, para todos los gustos- y la dedicada a la papelería, que sería la parte de la que él, Íñigo, se ocuparía. Lo veía todo con tanta claridad que más que imaginarlo parecía que lo estuviese soñando. El autobús avanzaba, pero el trayecto de regreso de Parque Principado, con todo el tráfico y todas esas paradas, se hace siempre tan largo que me pude recrear durante un buen rato en aquel pensamiento que más que eso, ya digo, parecía un sueño. Uno de esos sueños que, de tan nítidos como son, parecen reales. La librería, por supuesto, estaba siempre llena de gente. Por eso, como había tanta gente que venía a comprar, teníamos que contratar a más personal. Con lo cual, yo siempre tenía un rato libre para entrar en el despacho que había instalado en la parte de atrás y escribir durante unas horas al día. Escribir las impresiones que me causaban los libros de los autores a los que más admiro, mis historias inventadas, mis reseñas, artículos... Lo que fuera. Escribir en la habitación propia de la librería propia, por así decir. Luego pensé en el 22 de diciembre, el día de la lotería por excelencia. Y ahí ya me di cuenta de que no se trataba de un sueño, sino del producto de mi imaginación. En un sueño, si tienes una librería propia, la disfrutas: no piensas de dónde puede venir el dinero para abrirla. Está ahí, ya está ahí, y punto. Como en las películas. No importaba. Estaba bien así, que todo fuese producto de la imaginación. Olvidar por un momento el lado más terrible de la realidad y ponerte a hacer eso, imaginar. ¿Qué otra cosa es la literatura, por otro lado?
En todo esto pensaba, de regreso a casa, en aquel largo trayecto. Luego, cuando el autobús se detuvo en mi parada y me bajé de él, la realidad se abalanzó sobre mí con la fuerza de costumbre. Y lo hice, sí. Entré en una administración de lotería y compré el décimo que llevábamos semanas resistiéndonos a comprar, por aquello de los 20 euros más que nada. Los números bailaban en mi cabeza, más felices que Dorothy Parker delante de un Martini bien seco. Y entonces recordé aquel lema que habíamos visto escrito en el muro de alguna calle de Madrid tiempo atrás. Decía, en letras muy grandes y perfectamente escritas: "No risk, no glory". Y encaminé mis pasos hacia casa, ya no sé si imaginando o soñando, pensando sólo en aquellas cuatro palabras que eran filosofía pura.

6 comentarios:

  1. "Si lo puedes imaginar, lo puedes lograr",escuché decir el otro día. Buscando, encontré que era una frase de Einstein, una frase que al escucharla me dio fuerza, por eso pensé en dedicar todos los días aunque sea solamente un segundo a creer que sí que es posible. Tú lo has imaginado, solamente necesitas creer en ello con fuerza y pensar que, como dijo Einstein, lo puedes lograr. Ojalá sea así, y por cierto ¿dónde hay que enviar el Currículum?

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  2. Yo llevo toda la semana pensando en el local de la Plaza del Ayuntamiento, en el que Iñigo me dijo que sería estupendo para reabrir una librería como había antaño. Y llevo toda la semana pensando que si el hombrecito de las carpetas de colores es gordo y me visita a mi el día 21, pero me visita en condiciones, ya tenéis inversor. Pero para que hagáis y deshagáis a vuestro antojo, sólo con derecho a pasearme por allí de vez en cuando, a tomarme un vino con vosotros en La Consistorial y, bueno de los beneficios ya hablaremos...
    La Navidad es soñar,los sueños son gratis y, a veces, se cumplen.
    El 22 hablamos.
    Un beso

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  3. perdón la visita tiene que ser el 22, me confundí

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  4. Querido Ovidio, una habitación propia, una librería propia, un décimo propio, un sueño propio y compartido... Pero lo más importante de todo: una vida propia, y la capacidad para contar aquellas cosas que te acontecen.

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  5. Si lo deseas y eres capaz de imaginarlo de forma tan nítida......ya tienes más del 50% de posibilidades de que se transforme en realidad.
    Lo triste sería dejarse abatir y no tener un sueño. Vivir desprovisto de ilusión es lo peor que a un ser humano le puede ocurrir.
    Si tienes un sueño lucha por él. No dejes de imaginarlo.
    Un beso.

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  6. Las lecturas anteriores infunden vida , te abren los ojos tedan ganas de hacer , de pensar de soñar ! que suerte sentirte asi !!! De repente , sin buscarlo de una forma inesperada.

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