sábado, 15 de diciembre de 2012

Charlando con Natalia

Antes de la charla que voy a mantener con la escritora Natalia Menéndez (recomiendo, una vez más, su último libro de poemas, "El síndrome Kalashnikov") sobre mi novela, mientras tomamos un vino en una de esas terrazas que parecen animarse con la inesperada subida de las temperaturas, una amigallega y nos cuenta que está esperando la muerte de su hermana, ya, según las últimas noticias de los médicos, inminente. Un nudo se agarra a nuestras gargantas por la terrible enfermedad que está padeciendo y por la consciencia que mantiene durante todo el tiempo. No somos nada. Absolutamente nada, pensamos cuando nuestra amiga ya se ha ido y nos deja un punto de rabia y de impotencia. De tristeza. No somos nada. Esa frase, hoy más que nunca, adquiere todo su significado. Parece mentira que alguna gente se empeñe en olvidarla, en malgastar su tiempo en malos rollos e historias por el estilo. El tiempo que nos queda por vivir es siempre una incógnita y, la verdad, casi mejor no desperdiciarlo en tonterías, en envidias, en tocar las narices al prójimo. Que de todo hay, como sabemos. Hay tantas cosas por hacer, tantos libros por leer, tantas películas por ver, tantas ciudades por visitar, tantas conversaciones por mantener...
La noche tiene algo especial. La Navidad está a la vuelta de la esquina y ello, queramos o no, le da a todo un toque de melancolía o de esperanza, según lo miremos. Vamos a decantarnos por la esperanza. Es jueves, estamos bebiendo vino y vamos a hablar de literatura, ¿qué más se puede pedir? Muchas cosas, desde luego, pero centrémonos en eso. Y en eso nos centramos. La gente va llegando poco a poco. Josu Monterroso le ha dado un aire muy acogedor al bar, La Consistorial. Creo que esa iniciativa de jueves literarios es una buena idea: hay que hacer cosas por esta ciudad, despertarla un poco de ese aturdimiento, de ese miedo que, a causa de la crisis, la tiene un tanto paralizada. El de enfrente, del mismo nombre, lo conocíamos de sobra. ¡Cuántos vinos nos tomamos en esa barra, antes de que llegara toda esta devastación de crisis que te impide hacer tantas cosas! Pero en éste, donde Josu (que también acaba de publicar una novela, "Dormitorios de colores", que está teniendo muy buena acogida y que aún tengo pendiente de leer) trabaja, es la primera vez que entramos. Natalia y yo nos sentamos. Admiro su obra y es un placer conversar con ella. La conversación gira en torno a la novela. Algunos de los temas que salen a colación son tristes, pero, inesperadamente, le doy la vuelta a las cosas y busco, una vez más, el lado divertido de las cosas. El sentido del humor para los tiempos de crisis. Para todos los tiempos, en realidad. Recordar, por ejemplo, a aquel profesor que nos obligaba a saltar el potro. Recordar que su complexión era la menos apropiada para obligar a nadie a hacer aquello. Hablamos de los curas, del cine, de la soledad del adolescente diferente, de los viajes, del amor... La gente escucha en silencio y se ríe o asiente con complicidad. Algunos de mis lectores más fieles están en el público. Y otros, desconocidos hasta ese momento, les acompañan. La charla resulta -creo- amena y divertida, llena de anécdotas y de risas y de momentos más intensos. Natalia conduce bien la charla y yo me dejo llevar. Contesto a sus preguntas y enlazo unos temas con otros. Luego, hay preguntas y más complicidades con el público asistente. Firmas y abrazos de amigos. Una de las cosas más gratificantes del escritor es ésa, sentir la reacción del público muy cerca. Pienso en algunos de esos directores de cine que, en los primeros días de proyección de sus películas, se meten de incógnito en las salas de cine para sentir la reacción del público: los silencios, las sonrisas, las emociones. Nos despedimos de todos y, ya de regreso a casa, un poco cansados, pensamos en el final de ese poema de la propia Natalia que dice:"Si tuviera que salvar algo del invierno,/ nos salvaría a los dos/ bajo los soportales en un día de lluvia,/ la fábrica y sus cenizas, y los libros de poemas./Porque ahora que el cuchillo, los vientos fríos/ y los troncos frágiles/ se extienden hacia mí, hacia mi coraza/ los inviernos son crudos, pero comestibles". Pues eso.

3 comentarios:

  1. Hay veces, momentos o circunstancias del día a día que a veces resulta muy difícil sacar la parte a las cosas. Demasiadas decepciones nos acompañan a lo largo del día, sin embargo, como tú, procuro sacarle el lado positivo a todo, y me inclino por salvar también, el sentido del humor. Esa cosa que tanto nos saca de los malos rollos.

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  2. ¡Hola, Ovidio!

    Ví tu pequeño libro "El tiempo que vendrá" en la estantería de la biblioteca y me llamó la atención. Me lo traje a casa y lo leí casi del tirón.

    Me gustó mucho por la cercanía: los lugares comunes a mí, las referencias literarias (también me gustaba Zipi y Zape y devoraba los libros de Enyd Blyton). Por otro lado me pareció muy valiente por tu parte expresar sentimientos profundos y acontecimientos que marcan a las personas con sensibilidad.

    Me recordó tu libro en cierto modo al de Elvira Lindo "Lo que nos queda por vivir", quizás escribirlo para ella fuera terapeútico, probablemente también el tuyo lo fuera para ti.

    Bueno, que sepas que buscaré tus otros libros (soy muy olvidadiza, me suena que ya leí "El extraño viaje")

    Un abrazo, mucho ánimo para seguir y ¡felices fiestas!
    MCarmen Muñoz - Gijón

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  3. Tenía pendiente comentar algo, aunque ya lo hice en facebook, ya no sé ni dónde te escribo (jejejeje) el otro día me fui casi sin despedirme, pero me encanto el ratito que pasamos juntos y el ambiente que se creo, casi familiar. A mi personalmente el libro me encanta por lo que tiene de catarsis personal y generacional por todas las cosas que llegados los cuarenta nos han pasado a todos: amor y desamor, enfermedad de los padres,...clase de educación física (yo nunca entendí que mi profesora llevará unas zapatillas de deporte con una cuña tremenda) Hay muchos temas que tratar y mucho que compartir. Queda pendiente alguna conversación sobre lo divino y lo humano acompañados de una buena botella de vino...
    Creo que la iniciativa de Josu es muy buena, no sólo por lo que supone para dar a conocer una u otra obra literaria, sino como tú muy bien dices, lo que supone para despertar a esta ciudad provinciana que es la nuestra a la cultura. En la cultura está la libertad... qué importante no olvidarlo más en estos tiempos de corren.

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