sábado, 4 de enero de 2025

Año nuevo

Hay tanta gente por la calle que a veces cuesta caminar por los lugares de siempre. Intuyo lo que anda buscando toda esa gente (regalos, reencuentros, copas), lo que no sé muy bien es que hago yo ahí. 


Busco un papel de regalo, y eso, aunque no sé muy bien el motivo, me hace sentir un poco ridículo. 

El cielo oscurece y empieza a llover. Abro el paraguas, ya lejos del barullo. Me acuerdo del paraguas que compramos en Berlín y que perdimos un día en que la lluvia se quedó solo en amenaza. Una chica rubia de unos cuarenta años pasa por mi lado hablando por teléfono. Dice: Estoy ya de comida hasta los cojones. Hoy solo voy a cenar un poco de jamón york. 

Me gasto parte del dinero que me dio mi padre por estas fechas en libros de segunda mano. Encuentro, publicada por Anagrama, la primera novela de Miguel Sánchez-Ostiz, 'Los papeles del ilusionista'. Qué inesperado hallazgo. Cuánto talento. 
Escribe Sánchez-Ostiz: Vagamente recuerdo que alguien dijo que aprendiendo a habitar la casa, aprendemos a habitar en nosotros mismos. Me gustaría que estuviera en lo cierto. 

Tengo que escoger entre ver 'Oh, Canadá' o 'Cónclave'. Aunque las críticas son demoledoras, me apetece más la primera. Íñigo prefiere la segunda. Es probable que la de Paul Schrader llegue primero a cualquier plataforma. Pedimos entradas para la segunda. Está muy bien, aunque tiene un final ingenuo e imposible. No importa. Ralph Fiennes e Isabella Rossellini me transportan a lugares gozosos de la juventud. Por eso, y por sus impecables trabajos, me gustaría que se llevasen algún premio. 

Enciendo un cigarrillo, y la intención de que sea el último es la misma que la del año pasado.

Me gusta escuchar por la radio a la librera y escritora Laura Riñón recomendando a Virginia Woolf. 


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