'Siluetas pensantes', el nuevo libro de Ernesto Calabuig, es una especie de diálogo con sus alumnos en las clases que imparte de Filosofía que, negro sobre blanco, se convierte en diálogo con el lector. Diálogo donde las preguntas ocupan un lugar destacado, y esas preguntas, como afirma el escritor, son base fundamental de la esperanza. Mientras alguien se haga preguntas, las que sean, habrá esperanza en medio de este caos que nos está tocando vivir. ¿Acaso el caos no estuvo siempre presente en cada época de la historia? He ahí otra pregunta. Sin embargo, siguiendo cierta tendencia actual, preocupa más el aquí y ahora que todo lo anterior. O quizá se trate de que tanto embrollo y extrañeza nos incapaciten para echar la vista atrás. Aunque, en ocasiones, Calabuig en el libro lo hace, echa la vista atrás, consciente de que las encrucijadas y contradicciones siempre estuvieron presentes en cualquier época. No estamos solos, pese a lo que se puede deducir de los tiempos de aislamiento en los que vivimos, estos tiempos en los que cada uno va a lo suyo sin importarle demasiado lo que sucede a quienes le rodean, más allá, eso sí, de los mundos virtuales, donde todo parece cocerse a gran velocidad y lo de hoy deja de tener importancia mañana. Pero, en el fondo, no es cierto: no estamos solos, ahí están los que pensaron y escribieron antes que nosotros. Y también los que se hicieron preguntas. ¿Qué preguntas? Las que fueran. Quizá, en un momento dado, las mismas que podemos hacernos nosotros a día de hoy, en este mismo instante. Vuelven las preguntas. Vuelve, por tanto, la esperanza. No todo está perdido. Y así se recupera el afán por seguir adelante, por encontrarle un sentido a la propia existencia, conscientes -no puede ser de otro modo- de la fugacidad del asunto.
domingo, 10 de noviembre de 2024
Siluetas pensantes
Ah, la fugacidad, siempre presente en la literatura de Ernesto Calabuig. Recordemos los tres extraordinarios libros de relatos que componen su 'Trilogía de la fugacidad': 'La playa y el tiempo', ' 'Frágiles humanos' y 'Todo tan fugaz'. La fugacidad, siempre presente y siempre implacable. Escribe Calabuig aquí: "Qué bien acompañan y reflejan los verbos nuestra existencia: somos, seremos... éramos... y fuimos". Sobran más definiciones.
El diálogo va y viene (por eso podemos abrir el libro por cualquier página y dejarnos llevar), y la reflexión siempre está presente. Y la serenidad. Y ambos conceptos, reflexión y serenidad, ayudan a comprender mejor, a regresar a lo pensado, a darle vueltas y también a gozar de este presente que huye a toda velocidad (hoy ya es mañana). Sí, el libro también desprende esa vitalidad -pese a las preguntas y a la ausencia de las mismas, llegado el caso, y conscientes en todo momento de los abismos y sus peligros- que conduce al disfrute de lo (bueno) que nos rodea, incluido sentarse en un banco a leer y tomar apuntes en un cuaderno.
En definitiva, un libro delicioso.
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