Lo sé desde mis tiempos de librero: Álvaro Pombo no es un escritor para todos los gustos. Por mucho que mi entusiasmo se empeñara, incluso con lectores y lectoras de buen nivel, no había manera: lo intentaban con mi encendida recomendación, pero no repetían. El mundo de la literatura es complejo y cada cual, evidentemente, tiene sus gustos. La labor del librero es mostrar su entusiasmo, pero no insistir si la cosa no funciona. Supongo que Pombo, como tantos otros creadores de primer orden, es uno de esos autores que si lo amas lo amas mucho y si no, poca cosa o apenas nada. Yo guardaba silencio y pensaba: ustedes se lo pierden, qué le vamos a hacer, mientras aguardaba impaciente la nueva novela del santanderino. Pombo tiene novelas deslumbrantes. 'El metro del platino iridiado', 'La cuadratura del círculo', 'Donde las mujeres', 'El cielo raso', 'Contra natura' o 'Santander, 1936'. Y otras que, un punto por debajo de ese nivel, están repletas de hallazgos y alta literatura. Pienso en el resto de las publicadas por Anagrama y las publicadas por Destino (de estas me quedaría con 'La transformación de Johanna Sansileri'), incluyendo 'La fortuna de Matilde Turpin', ese Planeta que casi nadie reivindica cuando se hacen listas de los mejores libros con ese premio. O los 'Cuentos sobre la falta de sustancia', 'Ocho cuentos de azufre', 'Cuentos reciclados' o los jugosos perfiles reunidos en 'Alrededores'. Sin olvidarnos de su poesía. Nadie escribe como Pombo y me arriesgaría a decir que, a diferencia de otros escritores (Umbral, por ejemplo: imitado, con mayor o menor fortuna, hasta la saciedad), nadie se atreve a imitarlo. Su escritura, por tanto, es única. Un escritor inmenso que hace tiempo que se merecía el Cervantes. Mientras tanto, si alguien quiere conocer su particular mundo, aparte de las mencionadas, ya está en las librerías su nueva novela, la magnífica 'El exclaustrado'
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