jueves, 6 de febrero de 2020

Josefina

Acaba de morir. Se llamaba Josefina. Una buena mujer, una mujer con carácter. Era la madre de mi mejor amigo de la infancia, Pablo. Vivíamos en el mismo portal. Aquellos tiempos en los que jugábamos en la calle con otros niños. Sí, aquellos tiempos existieron realmente. Un día, una vecina (Almodóvar, en este sentido, no inventó nada: nuestra infancia está llena de vecinas, buenas y malas) le dijo a Josefina que cómo dejaba a su hijo jugar con un maricón. Ella, con aquella decisión que la caracterizaba, puso a la arpía en su sitio. En aquel momento, descubrí quién iba a estar de mi lado y quién iba a estar en el lado contrario. 
Son ese tipo de historias que vives con nueve años y que te quedan grabadas de por vida. Cuento esta anécdota como homenaje a una buena mujer, descanse en paz. Y para recordar, una vez más, a toda esa gente que piensa que el camino está hecho que no es así, que la homofobia sigue vigente. No se puede bajar la guardia. Personas así siguen existiendo y están en el lugar menos pensado. 

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