viernes, 4 de octubre de 2019

Dos billetes para Alexanderplatz

Dos billetes para Alexanderplatz 

El conductor de autobuses
tenía los ojos azules, 
el pelo rubio, 
cara de sueño y 
una polla enorme
(imposible no fijarse). 

Me quitó bruscamente 
los catorce euros de la mano
y me entregó un par de billetes. 

Nos sentamos en los primeros asientos.
La gente se movía en bicicleta, 
a pesar de la lluvia. 

Uno de aquellos tipos
-impermeable transparente,
gorro en la cabeza-
se aproximó demasiado y 
el conductor farfulló algo
-el alemán, ese idioma-
de malos modos. 

Alexanderplatz, dijo después,
señalando con el dedo 
el final del trayecto. 

Nos bajamos.
El conductor arrancó 
a toda velocidad, 
pensando, 
probablemente,
en toda la jornada que 
tenía por delante, 
en la mujer que 
había dejado en la cama.

Maldiciendo la lluvia.



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