martes, 12 de marzo de 2019

Los 73 de Liza

Nunca he visto sobre un escenario a nadie transformar con esa sabiduría su fragilidad en algo tan poderoso. Como si el mundo, al otro lado de los focos, fuera un lugar lleno de peligros, y allí, con todas las luces apuntando hacia ella, nada malo fuese a suceder. La vida, lejos de ser un cabaret, es un entramado de inseguridades y complicaciones. Las tablas, el refugio que descubrió siendo apenas una niña. La proyección de la voz, los movimientos de las manos, el gesto más insignificante: todo forma parte de esa naturalidad detrás de la que se esconden horas y horas de trabajo. Aprendió rápido esa lección: al talento, por grande que sea, que en su caso lo es, siempre hay que darle la forma adecuada. Aprender constantemente, caer y levantarse (caer y levantarse, caer y levantarse), medirse con otros genios tan grandes como tú. Ella ha hecho todo eso. Y ha llegado hasta aquí, los 73 años que hoy cumple, convertida en una de las más grandes figuras que ha dado el espectáculo. Puede que ni ella misma pensase que iba a llegar a esta edad -demasiados excesos, demasiadas enfermedades, demasiados etcéteras-, y sin embargo, una vez más, nos volvemos a quitar el sombrero ante ella, aunque eso, mover el sombrero delante de una mujer que lo ha movido como nadie, sea casi un sacrilegio. 

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