viernes, 1 de marzo de 2019

La vida, a veces

Vivía solo y murió solo. Al parecer, llevaba varios días sin acudir a sus citas médicas. La policía se presentó la otra tarde en su piso. Sacaron el cuerpo por una de las ventanas de la vivienda. Todavía estaba alto este inesperado sol que nos trajo la última semana de febrero. Cuando vivía en casa de mis padres, su cocina estaba enfrente de mi habitación. Le veía trajinar por allí, de madrugada, cuando levantaba la vista del libro o del ordenador., cuando regresaba de la cocina con otra taza de café. Supongo que él también veía mis movimientos. Sombras que se mueven cuando todo el mundo duerme, silenciosamente. En el portal, cuando coincidíamos, él siempre decía: Buenas días, amigo. Buenas tardes, amigo. Amigo. No éramos amigos. Sin embargo, él decía eso, amigo. Supongo que se trataba de esa complicidad que une a los insomnes, a quienes se mueven de madrugada sin hacer ruido. Una vecina dijo que tenía la televisión encendida. 

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