jueves, 28 de diciembre de 2017

Sin voz

Me estoy haciendo mayor, y cada vez soporto menos la violencia, toda clase de violencia, la violencia machista sobre todas las demás violencias, esa que vuelve hoy como casi cada día a mostrar toda su crueldad. Palabras, gestos, silencios, y poltronas de políticos que no toman las riendas del asunto con firmeza y determinación. Son estos días tristes y días alegres, la vorágine navideña en todo su esplendor, por eso, aunque la imagen de ese tipo asesinando a su mujer delante de sus hijos me ronda constantemente desde que me enteré de la noticia, quiero evitarla porque me resulta insoportable, y aún así...
Aún así, aquí estamos, llorando, pataleando, protestando, gritando. Pidiendo que la educación (por parte de padres y profesorado) y la cultura dejen de estar relegadas -una y otra vez- a los sótanos de la sociedad. Pidiendo que los políticos se pongan las pilas, que no estamos ante un asunto banal ni pasajero. Que votamos para que en esta democracia no tengamos que asistir casi cada día al asesinato de una mujer.  
Que nos quedamos sin voz. Que la impotencia y el asco ya nos sobrepasan. Que basta ya, joder. Que basta ya. 

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