miércoles, 27 de diciembre de 2017

Mundos propios

Era de noche. Aún no estábamos en Navidad, pero las calles ya estaban iluminadas con las luces características. Su destellos se reflejaban en los cristales del local de vinos en el que nos encontrábamos. Era una bonita sensación. Como en esas películas de Kieslowski en las que los protagonistas, aunque estén rodeados de mucha gente, parecen habitar en un mundo aparte: su propio mundo. Las sensaciones navideñas previas a la Navidad siempre son más bonitas que la propia Navidad en sí misma. Esas sensaciones previas aún no están atiborradas de excesos, falsedad, funfún, boletos no premiados, ni mensajes estúpidos de gente que no se acuerda de ti más que cuando está borracha y tiene que compartir mesa con quien no le apetece. Luego sonó una versión lenta de una canción antigua de Cyndi Lauper. Y definitivamente nos sentimos transportados a una de esas ciudades tan lejanas e inalcanzables que ya sólo son puntos de referencia en mapas desgastados. 

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