lunes, 14 de noviembre de 2016

Pizzas

Los dos tenían resaca. Era domingo por la tarde y decidieron pedir una pizza. Bacon, champiñones, cebolla y extra que queso. Hacía tiempo que llevaban vidas separadas. Como los tiempos no estaban para tirar cohetes, seguían compartiendo piso por los gastos. Se llevaban bien, aunque su  matrimonio estaba roto. Su única hija, Alicia, llevaba dos años viviendo en Londres. Él salía con una compañera de trabajo y ella, con su profesor de yoga. Tanto la compañera de trabajo como el profesor, qué curioso, eran cubanos. La pizza estaba buena, tal vez un poco fría. La acompañaron con un par de cervezas. Después fumaron un cigarrillo y tomaron otras dos cervezas. Aquello le estaba sentando bien a sus respectivas resacas. Él le dijo que le seguía quedando bien el pelo corto. Ella pasó a la acción. Echaron un polvo en aquel viejo sofá. En el edificio de enfrente, un matrimonio joven comía una pizza con los mismos ingredientes que la suya. El repartidor de pizzas fumaba un cigarrillo en un portal, dos calles más abajo. Y las luces navideñas que habían instalado días atrás en las calles, se encendieron justo en el momento en que empezó a granizar.  

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