sábado, 19 de noviembre de 2016

Encuentro

Tan alta, tan guapa, tan negra, Asmaan camina por las calles de esta ciudad desafiando al tiempo y a los tiempos. Me la encuentro, a media mañana, en el centro. Hoy no llueve, tampoco hace frío. ¿Tomamos un café?, pregunta. Vale. Hablamos de esas inclemencias: de los malos trabajos, de la ausencia de trabajo, del desgaste que todo eso acumula. De toda esta comedia (drama, más bien, pero hoy estamos de buen humor, dejémoslo ahí) que ha alcanzado su punto más álgido -de momento- con la llegada de Trump al poder. Asmaan habla y yo la miro porque es imposible no mirarla: de cerca, es aún más bella que en las fotos. Y la escucho, claro (porque, aparte de ser muy bella, es una mujer inteligente, con mundo, con sabiduría, con mucha experiencia a sus espaldas): pese al matiz de tristeza que se va apoderando de la conversación, los dos sabemos que no queda otra opción que seguir adelante. Y seguimos. Y, ya en la calle, nos besamos (ah, la suavidad de esa piel) y nos despedimos. Y caminando en direcciones contrarias, me doy la vuelta y observo su figura imponente, la melena rizada balanceándose, el paso decidido, y pienso en lo afortunado que soy por tener amigas así.   

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