miércoles, 5 de agosto de 2015

47 trocitos

Hace tiempo, cuando trabajaba de librero (sobre todo, en la época de Aldebarán, que tenía un fondo importante de este tipo de libros), solía leer bastante literatura infantil y juvenil. Para estar al día, para aconsejar a quien me pidiese recomendación para sus hijos o para hacer algún regalo (las Navidades, las épocas de comuniones, cumpleaños, amigos invisibles, etcétera: eran años donde había más dinero y no se escatimaba tanto como se haría años más tarde, ya en la otra librería en la que trabajé, o como se hace ahora mismo), para sumergirme en esos otros mundos. Hay mucha variedad de libros. Muchos libros buenos (vamos a obviar lo negativo). Muchos escritores (hombres y mujeres) españoles excelentes. Autores que escriben exclusivamente para los más pequeños. O autores que escriben también para adultos. Hace tiempo que, por desgracia, no leo novedades de este tipo de libros. (Los cuentos infantiles de Ana María Matute siempre están cerca). Sin embargo, acabo de leer `47 trocitos´, la primera incursión en literatura infantil de la excelente escritora Cristina Sánchez-Andrade. Está publicado por edebé y está recomendado para un público de ocho años en adelante. Cuenta -con sabiduría y delicadeza, con templanza y acierto- la historia de una niña "diferente", Manuelita de Quita y Pon, porque tenía 47 trocitos en sus células y no 46. La historia de Manuelita de Quita y Pon, la de su hermana, la de sus padres, la del abuelo (entrañable personaje: la cultura cinematográfica hizo que, mientras leía esta historia, no viese más que a Fernando Fernán Gómez metido en la piel de ese abuelo, tan poderoso es aún su recuerdo entre nosotros). Y la historia, ay, de esos otros niños (genial metáfora la que utiliza Cristina para denominarlos: "los niños cuervo") que siempre se meten en las vidas de los que no son como ellos. La historia que no deja de repetirse. El niño "diferente" siempre carga con las culpas, siempre paga un peaje sobre el que nadie le advirtió.
Tierna, divertida, entrañable, bien planteada y bien construida, la primera novela de Cristina Sánchez- Andrade para público infantil merece que maestros y padres se acerquen a ella para recomendarla en sus lecturas. A mí me ha dejado un excelente sabor de boca y me ha recordado aquellas mañanas de invierno o de verano en las que, durante los ratos libres, me volvía a sumergir en el lenguaje, en el mundo de la infancia, de la mano de escritores tan excelentes como Cristina Sánchez-Andrade. Momentos mágicos que, como veis, aún sigo recordando.
A quien corresponda: no os la perdáis.

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