miércoles, 24 de junio de 2015

San Juan

Para mí, el día de San Juan siempre estará asociado a Mieres. A la casa de los abuelos. A la exquisita comida que nos esperaba después de tomar el vermú por los alrededores. Al sabor del Bitter Kas. A las barracas que se instalaban cerca. Al billete de cien o de quinientas pesetas que el abuelo me ponía en la mano para que comprase un troco de coco, unas aceitunas o me subiese a alguna atracción. A la risa contagiosa de la abuela. A la juventud de mis padres. Al olor de mi hermana recién nacida. A los primeros libros que me compraba en algún quiosco con lo que me sobraba de aquellos billetes que el abuelo me ponía en la mano. Al descubrimiento de que debajo de la careta de la bruja del tren había un hombre con la cara mal pintada y barba de dos días. A todo eso que conservo no ya como un tesoro -el tesoro de quien tuvo una infancia feliz-, sino como el hilo que, aún hoy, sigue tirando de mí.

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