lunes, 1 de junio de 2015

Mudanza

Resulta inevitable que te invada una extraña sensación al dejar atrás la casa en la que has vivido los últimos ocho años de tu vida. Todo está revuelto ahora. Libros, cedés, películas, fotografías, ropa que hace tiempo que no te pones, zapatos viejos que te resistes a tirar, novelas que jamás publicarás, billetes de avión, entradas de teatro, billetes de metro, recortes de periódicos y revistas, cuadernos, lápices, platos, tazas, cafeteras y ese poemario que llevabas meses buscando sin éxito. Maletas, cajas, mochilas, desorden...  En unos días, casi todo estará en otra casa. Cerraremos la puerta de ésta y los recuerdos acumulados vendrán con nosotros. Sin embargo, resulta inevitable esa extraña sensación que mencionaba al principio. Algo de esos ocho años se quedará aquí, entre estas cuatro paredes, ya sin los cuadros y las fotografías que las adornaban. Todo lo que he visto a través de estas ventanas, las charlas que mantuvimos solos o en compañía de amigos y familiares, los momentos difíciles a los que tuvimos que enfrentarnos, las risas que le echamos a esos momentos difíciles y a todos los demás. Ocho años son muchos años en una vida. Ocho años en esta casa que ahora dejamos atrás. 
Aún recuerdo la emoción de la primera noche que pasamos en esta casa, los silencios y los ruidos (tan diferentes en cada edificio), los primeros y titubeantes pasos de Francesca husmeando la que iba a ser su nueva casa tiempo después. ¡Tantos recuerdos! La vida se va haciendo por etapas. Ahora, al cerrar las puertas de esta casa y abrir las de la otra, comienza una nueva. Otras ventanas desde las que observar el mundo. Otros espacios donde escribir, leer, charlar, reír, pensar... Preparar comidas, abrir botellas de vino y compartirlas con los amigos que van quedando. Encarar el futuro, derive por donde derive, desde esos nuevos espacios. La luz del exterior, como siempre, inundándolo todo. La luz de las mañanas soleadas y la luz de las mañanas con nieve. Ambas luces nos aguardan en esa nueva casa que, desde el primer momento que la vimos, descubrimos que sería nuestra para esta próxima etapa que ahora, en unos días, comienza.
Aquí me han hecho entrevistas para los periódicos y desde aquí he hablado de mis libros para diferentes radios. Aquí, en esta casa ahora en desorden (cajas por todas partes que me recuerdan a las cajas de la madre del protagonista de aquel relato de Raymond Carver que se titulaba así, precisamente, `Cajas´), escribí todos los libros que he ido publicando desde 2010, todas las entradas de este blog, todas las reseñas que he publicado en la revista Clarín y en algunas otras. Palabras que surgieron desde aquí. Casi siempre de madrugada. En ese silencio que ya era nuestro.
Ahora, ya casi en retirada, escribiendo en medio de todo el desorden, recuerdo todo esto y esa sensación extraña persiste. Sí, una sensación extraña y cierto vértigo. El próximo texto que escriba lo haré ya desde la nueva casa.

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