lunes, 18 de mayo de 2015

La butaca

La butaca estaba ahí, en un rincón del Urban, la mejor coctelería de Oviedo. ¡Una butaca de cine! De uno de los cines que había en esta ciudad y que, desgraciadamente, ya no existen. Parecía en buen estado. Podría ser del Ayala, del Principado... Un revoltijo de sensaciones me asaltaron. Quizá me hubiese sentado alguna vez en ella. En aquel tiempo. El de la adolescencia y la juventud. Tantas tardes y tantas noches en aquellos cines. Los viernes (días de estreno), los sábados, los lunes (días del espectador), los miércoles... Casi todos los días, en realidad. Viendo todo tipo de cine. A pesar del tiempo transcurrido desde su cierre, sigo echándolos mucho de menos. Quizá aún más cada día que pasa. Los cines de los centros comerciales nunca serán lo mismo. El paisaje de un tiempo decididamente único. El tiempo de la formación y los descubrimientos. El olor de las salas, la emoción por ver a algunos de tus intérpretes favoritos, el ansia de conocimiento... Había días -los viernes, sobre todo- que podía ver dos películas seguidas en aquellos cines. En la primera sesión y en la siguiente. De un cine a otro (en esta ciudad no hay distancias: es una de sus cosas positivas). Creo que pocas veces he sido más feliz que en aquellas tardes de sesión doble. Pese a la soledad del adolescente diferente (del que tanto y tan bien escribió el añorado Terenci Moix en sus memorias y artículos). A aquel adolescente solitario que sólo le interesaba el cine, el teatro, la música, la literatura... El cine. Ahí estaba, en una de aquellas salas, la butaca que ahora descubría en el Urban, tomando un gin-tonic bien preparado, una tarde cualquiera, celebrando con buenos amigos que hoy estamos todos juntos. Me gustó lo inesperado del hallazgo. Tuve una primera reacción, la de sentarme en aquella butaca y hacerme una foto. Pero no lo hice. Un extraño vértigo se apoderó de mí. Diferentes emociones. Un cierto respeto. Y no lo hice, no me senté. La seguí observando de lejos. Recordando, una vez más, aquel tiempo. Ni siquiera la fotografié con el móvil. Quizá otro día vuelva y lo haga. La fotografíe. La butaca de uno de aquellos cines. En el Urban. La butaca, ahí, como la célebre magdalena proustiana. Todos los hilos se deshicieron por unos instantes para volver luego a su sitio.  

2 comentarios:

  1. Muy bonito y que razón tienes...

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  2. Cuántos recuerdos nos traes a la memoria Ovidio... yo también recuerdo aquellas tardes de Cine, los estrenos... toda una experiencia! más que los de los centros comerciales (que tengo que reconocer que son mucho más cómodos) echo de menos algo más analógico y sin tanto efecto generado por ordenador... en fin... jo , tengo que ir a ver esa butaca!!!
    Saludos!
    Sandra.

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