martes, 19 de mayo de 2015

La mujer dañada

Una mujer vuelve a su país de origen, Argentina, y a la ciudad donde vivió, Temperley, después de veinte años de ausencia. No es la misma mujer que vivió allí y que tuvo que dejar atrás ese lugar. La familia y la vida que había construido. Todo en ella ha cambiado: el físico y el interior. Un cambio casi espectacular. Atrás queda un pasado. Una brecha. Una historia terrible por la que se vio obligada a huir, a escapar. Ahora regresa, temblorosa. Expectante. Más temblorosa que expectante, cabría decir. Y recuerda. Y escribe. Dirige sus palabras a alguien a quien tuvo que dejar (su fotografía la acompaña) y que mejor no vamos a desvelar aquí. El dolor fue inmenso. Intenta, ahora, paliarlo con las palabras. Suavizar las causas que le hicieron abandonar su país y el terrible vendaval que vino después del suceso que desencadenó esas causas. Escribe ella, la mujer dañada. La protagonista de la historia, que también ha modificado su nombre. Poco a poco, vamos descubriendo las razones de todo aquello. El miedo, las inseguridades, la ferocidad de casi todas las personas que la rodeaban. La incomprensión. La vida que a ratos golpea sin piedad, incomprensiblemente. Ese punto que puede llegar a aislarnos del resto de la sociedad. Que puede llegar a conseguirlo. Que lo consigue.
Claudia Piñeiro logra que no dejemos de interesarnos en la historia en ningún momento, que queramos seguir investigando, levantando capas y más capas, hasta llegar a la raíz, al problema, a la desazón, casi hasta la locura de esa mujer que ha cambiado de nombre (de color de ojos y de color de pelo), que busca la amabilidad de los desconocidos (muy acertadas las referencias a Tennesse Williams, Simone de Beauvoir y Alice Munro: a los grandes relatos y personajes de ficción que aquí se mencionan), la mujer dañada, y a todo aquello en lo que se vio envuelta. Ahora es otra mujer, sí, y busca y da explicaciones, pero, pese a la seguridad de quien la apoyó, sigue temblando. Y ese temblor nos llega a nosotros, los lectores, como uno de los mayores aciertos de esta espléndida novela, `Una suerte pequeña´ (Alfaguara, 2015). Novela que se va abriendo, que a veces capta rápidamente la esperanza y otras no lo hace con tanta rapidez. Novela que se va construyendo con esas capas que envuelven, que aúpan, que aniquilan, que ayudan a sobrevivir. Novela que se sitúa entre las mejores narraciones de su autora. `Las viudas de los jueves´ y `Un comunista en calzoncillos´, por ejemplo (`Elena sabe´ sigue siendo el único libro de Piñeiro que aún no he podido leer, lamentablemente). Y que, jugando con su título, no es una suerte pequeña leerla. Más bien al contrario.

2 comentarios:

  1. Lo que me ocurrió con la publicación de "Una Suerte Pequeña" fue inusual. Esperando su salida al mercado me sentía en su espera tachando días en el calendario cual preso por recobrar su libertad... Luego comprarlo, tenerlo por fin entre las manos, tentarse con pispear alguna palabra (o idea) del final... y por fin encontrar el momento adecuado para comenzar a leer(lo)... Y así empezar hacer propia la historia de esta mujer, percibir a través de sus sentidos, tratar de entender sus porqués, sus idas, vueltas, huida y regreso casi a primera vista casual... Y adentrarse en esta atrapante historia que, poco a poco, comienza a destejerse (o tejerse), con avances y retrocesos... Y así, sin querer (pero queriendo), llegar al punto final, y otra vez tener esa extraña sensación de querer que otro nuevo libro, de esta gran autora, pero a la vez casi familiar, vuelva a nuestras manos como tesoro por descubrir... Gracias por invitarnos a soñar y transportarnos a una realidad que si bien no es tan lejana, nos invita a imaginar!

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