sábado, 15 de abril de 2017

Algunas cosas que han dicho sobre 'Los días raros'

Algunas opiniones sobre 'Los días raros' (Samuel Castro, editor):


*Un libro precioso y conmovedor. Rosa Montero

*Una hermosa joya literaria. Graciano García

*Sensibilidad, serenidad, autenticidad, humanidad... Me ha gustado mucho este diario. Laura Freixas

*Parades despliega sensibilidad impresionista en cada trazo que esgrime. Librería La Buena Vida (Madrid)

(No subo esto por vanidad -estoy mayor para tonterías-, sino por sincero agradecimiento a las personas que han dedicado su tiempo a leer mi diario y a escribir estas cosas tan bonitas sobre él. Y si esas palabras sirven para que otras personas se acerquen a mi trabajo, bienvenidas sean, dados los tiempos que corren, la apuesta de Trabe por mis trabajos y las dificultades con las que vivimos la mayoría de los escritores.)

jueves, 13 de abril de 2017

Nueva novela

Ahora, cuando ya casi da un poco todo igual, cuando ya están escritas todas las novelas, cuando mirarte sigue siendo la única salvación, ahora, digo, es cuando acabo de empezar a escribir yo una nueva novela. Sólo será eso -si llega a publicarse como si no, ignoro su destino-: una novela más, perdida entre las miles de novelas que se han escrito y las que se están escribiendo ahora mismo. Será, eso sí, ahora que el tiempo y la vida son algo diferente a lo que nos habíamos imaginado, una novela elaborada lentamente, sin prisa, disfrutando de su escritura. Será, si llega a buen puerto, al puerto deseado, mi tercera novela. Hace varios días que un nuevo viaje ha comenzado. Y estoy contento, y un poco aturdido también. 

sábado, 8 de abril de 2017

'Los días raros' ya ha emprendido su viaje

Hablábamos el otro día en el club de lectura al que me invitaron de la relación entre escritor y lector. Puede haber muchas lecturas sobre lo que cada uno escribe, como es lógico. Tantas como lectores. ¿Lo ideal?, me preguntaban. Lo ideal es cuando una persona que te lee capta aquello que tú has querido expresar. En mi caso, normalmente, en el silencio de la madrugada. Meli es una de esas lectoras fieles y atentas. Por eso agradezco siempre sus palabras tras la lectura de mis libros. Aquí las dejo:


"Terminé de leer 'Los días raros' esta tarde y me ha gustado mucho. Está escrito como un diario que abarca desde el 8/1/2016 hasta el 13/6/2016.
Seis meses, donde va contando las sensaciones originadas por la enfermedad de su madre, los problemas de su gata Francesca, la falta de trabajo y algunos recuerdos de su infancia feliz.
También esos días están llenos de literatura, de cine, de música, de teatro, de poesía y sobre todo de amor: remedios maravillosos 
para salvarnos de las adversidades.
Hay mucha lluvia,viento y curiosos apuntes metafóricos como "Un papel azul" el hilo que, seguramente, servirá para una nueva historia.
Un libro precioso, que os recomiendo."

Gracias, querida. Ya ha aparecido ese hilo, por cierto. Ya voy tirando poco a poco de él.


miércoles, 29 de marzo de 2017

Pájaros

Esta mañana, muy temprano, al abrir la ventana, pude sentir el murmullo de algunos pájaros cerca. Era una sensación curiosa: aún no había amanecido y ahí estaban, quizá sobre un cable o un tejado, alborotados. Me gusta ese sonido, el de los pájaros. Y también me asusta un poco. Cuando mi abuela, consumida por el cáncer, estaba en el hospital, veía pájaros por el suelo de la habitación. Nos mandaba callar y decía: ¿no los oís? Nos entraba una risa nerviosa que no era otra cosa que la exaltación de la inquietud. Pensándolo ahora, pese a lo tremendo de la enfermedad, había algo poético en todo aquello. La abuela podía escuchar pájaros que no existían a los ojos de los que no estábamos enfermos. 
Y recordándolo esta mañana, mientras escuchaba el alboroto de estos pájaros reales, sobre un cable o un tejado, me ha parecido que esa historia, la de la abuela enferma que veía y escuchaba pájaros por el suelo de una habitación de hospital, bien podría ser una historia de Flannery O´Connor. 

miércoles, 22 de marzo de 2017

La vida, un instante

Te levantas, escribes, sigues la rutina establecida. Y de repente, el mediodía. Preparas la comida. Tocan lentejas. Sabes que a él no le gustan demasiado, pero hay que comerlas de vez en cuando: son económicas y saludables. Él llega de la oficina. Habláis de las cosas de la jornada, como todos los mediodías. Podíamos ir a dar una vuelta por el FNAC, propones. Él dice: Vale, cuando termine de trabajar. Cogéis el coche, vais hasta Parque Principado (o como se llame ahora). Te apetecen muchas cosas, eso ya lo sabías de antemano. No deberías comprar ese libro, pero lo compras. Él te mira, sonríe, sabe que no vas a salir de allí sin nada. Es el Día de la Poesía, hay que celebrarlo (aunque el libro que has escogido no sea de poemas, sino de relatos). Llueve con fuerza. Sientes la lluvia sobre la cabeza hasta llegar al coche. Siempre es una sensación agradable. Ya en el coche, de regreso, recibes en el móvil un mensaje de tu hermana: Os invito a un vino, si os apetece. Le contestas: Nos apetece. Ya casi estáis llegando a casa, en dirección al garaje, al bar donde habéis quedado. Y de repente, una loca a toda velocidad no se detiene donde tendría que haberse detenido y sientes que la loca y su enorme coche ya están encima de ti, de tu marido, de vuestro pequeño coche. Sientes el fin, los cristales rotos por todas partes, el cuerpo paralizado. Pones los pies hacia delante y aprietas con fuerza el libro que llevas en las manos, como si con esos gestos detuvieses la desgracia. La loca consigue (por escasos segundos) detener la desgracia. El corazón te sale del pecho. Todos los nervios del mundo en la boca del estómago. No articulas palabra. Ni siquiera le dices a la loca: estás loca. Sólo sientes que la vida no es más que eso, un instante.   

martes, 21 de marzo de 2017

Adiós (Poema inédito)

Estás muerto, 
y no siento nada. 
Mi cuaderno 
reclama unas palabras. 
Supongo que solicita
un esbozo de aquel
tiempo de amor
incendiario, 
inmaduro, 
inconsciente.
Pero no puedo
escribir lo que no siento. 
Ya no eras nada 
para mí
mucho antes de 
tu desaparición.
Humo, cenizas, ruina. 
El paisaje que queda
después de una guerra.
Ya sólo recuerdo eso. 
Ese fue el equipaje 
que me llevé en los 
bolsillos 
cuando cerramos 
-violentamente-
aquella puerta. 
A veces, con ese 
equipaje, 
uno puede sentirse el 
hombre más desdichado de
la tierra.
Y también el 
más ridículo. 
Aunque aún no
hubiese llegado 
a los treinta. 
Estás muerto,
y lo siento. 
No quiero decir más. 

jueves, 9 de marzo de 2017

La quietud

Hace frío. El sol entra por la ventana entreabierta (me gusta sentir esas pequeñas ráfagas de frío) y va dejando luces en el suelo, en el cristal, en mi mano, en el lomo de la gata. Siento las piernas algo cansadas por el largo paseo. Es una sensación agradable, no obstante. Tengo que leer lo que escribí esta mañana, antes de que amaneciese. Corregir lo escrito. He terminado un cuento y eso siempre es motivo de euforia y de vértigo. Pero voy aplazando el momento. Leo el último libro de Ignacio Ferrando, 'La quietud'. No quiero dejar de hacerlo. 
A veces, aproximándose el mediodía, uno se encuentra con una paz extraña y placentera.