Lo primero que observé, al tener en mis manos el nuevo libro de relatos de Ovidio Parades, fue que la colección de la editorial Tres Hermanas de la que forma feliz parte "Frances Farmer no murió en Seattle", como así se titula la obra del escritor ovetense, se llama Tierras de la Nieve Roja (más tarde explicaré el resorte que en mi memoria ha despertado ese nombre). Después, me fijé con deleite en la fantástica portada del libro, un artefacto estupendo como objeto, en cuya cubierta aparece el detalle de un retrato de Frances Farmer, actriz estadounidense de vida fascinante y terrible a la vez, nacida en la ciudad de Seattle en septiembre del año 1913 y fallecida en Indianápolis en agosto de 1970. Ya más tarde, pude adentrarme en este magnífico libro de Parades (pocos autores dominan como él la narración del universo femenino), donde el autor nos muestra a mujeres anónimas, todas menos la que da precisamente título al libro, de las que conocemos en momentos críticos de sus vidas historias extraordinarias que son a su vez cotidianas (qué acertada aquella cita de Ricardo Piglia que Parades elige para abrir el libro: "la literatura se construye sobre las ruinas de la realidad").
domingo, 2 de noviembre de 2025
César Inclán escribe sobre Frances Farmer no murió en Seattle
Los relatos del libro aparecen de manera sutil engarzados unos a otros, como un misterioso mapa de vidas cruzadas que nos remite, claro, a la obra maestra de Robert Altman pero sobre todo a los cuentos de Carver, y que nos llevan hasta esa última pieza dedicada a la ya citada Frances Farmer durante sus últimas horas de vida en Indianápolis, aquella mujer a la que una tarde vería en un cine de barrio de Valladolid en la película "Rivales", cinta dirigida por Howard Hawks y William Wyler, y a quien daría vida una maravillosa Jessica Lange en "Frances". Pero antes de terminar estas líneas vuelvo a lo que decía al principio para recordar, al observar el título de la colección en la que se incluye este libro, aquella imagen grabada en mi memoria en la que una mujer rubia, con cierto parecido físico a la Farmer, golpeaba un balón sobre esa nieve que ardía en la ciudad de Belgrado ante el guardameta yugoslavo Ratomir Dujkovic, que años más tarde habría de jugar en el equipo de la ciudad natal de Ovidio Parades, una mujer anónima de quien el autor ovetense podría sin duda imaginar y ficcionar sobre aquella vida construída sobre las ruinas de la realidad, o por decirlo de otra manera, volviendo al escritor argentino Ricardo Piglia, del otro lado de los libros, luego de atravesar la superficie negra y blanca de las palabras impresas, más allá de un jardín y una verja de hierro, el mundo parece irreal o, mejor, el mundo es esa misma irrealidad.
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