miércoles, 13 de diciembre de 2023

Isabel Preysler, mortal (y rosa)

 Isabel Preysler, mortal (y rosa) 


Nunca me interesó Isabel Preysler. Tampoco es que me cayera mal. Ni fu ni fa. Era una mujer que estaba ahí, con sus cosas y sus maridos millonarios, y punto. Sin embargo, hay días que el insomnio te dice que no quiere más películas de Filmin y que dejes un poquito de lado la pila de libros pendientes. Y entonces caes en su documental (o lo que sea). Y, pese al dinero, a tener una casa más grande que la de nadie, a sus piscinas, a su buena vida, y a su hierática imagen, humanicé al personaje. ¿Cuáles fueron las causas? Dos, principalmente. La primera es una conversación que mantiene con un par de amigos que están tomando unos copazos (ella no tiene copa o no la tiene a la vista). Allí expresa su temor a la enfermedad. No se anda con pamplinas y habla claramente sobre ello. Sobre el dolor y el sufrimiento (no es Susan Sontag ni falta que le hace). Y realiza una reflexión sobre lo bien que ha vivido. Se siente agradecida por ello. Lo pronuncia sin ningún tipo de tufo moral o religioso. Bravo. Está bien saber vivir la vida y ser agradecido si ha sido buena. Y dos, ese momento glorioso en el que le dice a una de sus hijas que, como estamos en Navidad (motivo del documental, o lo que sea), hay que sacar las copas buenas. Lo dice así exactamente. Las copas buenas. O sea, lo que dirían cualquiera de nuestras abuelas o de nuestras madres preparando el tema navideño. Lo que dirían Rossy de Palma y Chus Lampreave en una película de Almodóvar o Amparo Soler Leal en una de Berlanga. Las copas buenas por Navidad. Di que sí, Isabel. Las de Ikea para todos los días y las buenas para celebrar las fiestas. A disfrutar la vida, qué carajo, que esto son dos días, y ella ya es consciente, como mencioné anteriormente, de que tiene una edad y de que todo se esfuma a gran velocidad. No voy a seguir al personaje a partir de ahora ni a ver más documentales (o lo que sean) sobre ella, pero le aplaudo esos dos grandes momentos. A cada una lo suyo. Isabel, mortal (y rosa). 

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