sábado, 27 de junio de 2020

Luces

Dos hombres se conocen una noche de risas y copas y tres años después se casan. En el Ayuntamiento de Gijón. Diez años después descubren una fotografía con las luces de ese Ayuntamiento iluminadas con los colores del arcoíris y no pueden evitar emocionarse. Qué tontería, piensan. La piel está curtida, y aun así. No es, en esta ocasión, una emoción por el tiempo que va quedando atrás, por los amigos que se fueron perdiendo por el camino, por las trabas que la vida se empeña en ir colocando a su aire. Lo que le pasa a casi todo el mundo, suponen. ¿Por qué esa emoción, entonces? Es simple: por lo que esas luces representan. Por las personas que lucharon por sus derechos. Por las personas que siguen haciéndolo. Por las personas que se fueron sin ver determinados logros conseguidos. Por las personas que hacen posible que esas luces -una luz también es un símbolo- estén ahí. 
"Quién puede dejar de mirar el vuelo de una cometa", dice el escritor Chus Fernández en sus magníficos 'cuadernos' (Malasangre, 2018). Nadie puede dejar de hacerlo, piensa uno de los hombres, insomne. El mismo hombre que, aún de madrugada, también piensa: Quién puede dejar de mirar esas luces, todo lo que simbolizan.     

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