lunes, 18 de noviembre de 2019

Otra madre

Una madre pierde a un hijo de seis años. Y ahora, diez años después de esa pérdida, la madre deambula (es la palabra exacta, deambula) por la misma playa en la que el niño desapareció. Este es el núcleo central de la nueva película de Rodrigo Sorogoyen, 'Madre'. Utiliza el impactante corto de igual título para arrancar la película, pero, tras esos diecinueve minutos impecables, la historia sigue por otros derroteros. Al director no le interesa contar lo que sucedió realmente, huye de lo que se podía esperar. Giro radical en el guión. Se centra en el personaje de la madre, en su desganada relación con su nueva pareja, en sus estados interiores, en su tormento particular. Ese deambular de la madre: los gestos mecánicos y la mirada ausente de quien conoce las particularidades del infierno y de ese otro infierno que pueden ser los otros. Ese dolor. Marta Nieto consigue transmitir esa sensación de absoluta derrota, de pérdida y de desgana: tanto con las palabras como con los silencios. Y entonces, aparece un chico en esa playa que piensa que puede ser su hijo. Ahí, en esa relación, está lo mejor de la película. Hay algo turbio y fascinante en esos encuentros. Un misterio. Un enigma. Muchas sombras, muchas dudas y pocas certezas. Y un final inesperado y sorprendente, que no evita la sorpresa ni el escalofrío (como también ocurría en la espléndida 'Stockholm'). Una verdad que puede tener muchas caras o, quizá, solo una. 

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