Mi infancia también es un mercadillo de Mieres. Flores y libros viejos, quesos y embutidos, frutas y patatas nuevas, legumbres y bacalao, ropa resultona y bisutería de otro tiempo. Y ese cupón que nos va a hacer millonarios, y este sol que ya no es el sol del verano, sino el sol de principios de otoño, a escasos días de un nuevo cumpleaños, y quién sabe lo que trazará el destino.
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