sábado, 25 de noviembre de 2017

Mujer encogida

Está ahí, todos los días, en una céntrica calle de la ciudad, tan encogida sobre sí misma que casi parece una enana, con un abrigo raído y una taza delante donde la gente le pone monedas. Está ahí, todos los días, a las puertas de un local donde hace unos años una conocida cadena vendía bocadillos. Está ahí, todos los días, ajena al tiempo y puede que eso, precisamente, sea lo mejor que le puede pasar. Que este tiempo ya no le pertenezca ni, acaso, sepa muy bien qué es eso, este tiempo. Un tiempo en el que cada día se cierra un local, en el que las librerías pierden dinero constantemente (piratería va, piratería viene), en el que en cada esquina hay una mano pidiendo unos céntimos. En el que, si la imagen distorsiona la idea de la felicidad (¿o era seguridad?), todo el mundo mira para otro lado. Pero eso sí, ayer celebramos Halloween, hoy el Black Friday y mañana (¿apostamos?) Acción de Gracias. Decididamente, cada día vivimos en un mundo más absurdo. 

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