viernes, 27 de enero de 2017

Carmen

Hace un año que murió Carmen. Me lo recuerda este invento. Aunque tampoco hace falta que así sea, ya que nos acordamos de ella cada vez que tomamos un vino en alguno de los bares de los alrededores de casa, que eran los mismos bares que ella frecuentaba. Aún puedo oír su optimismo y su risa contagiosa, y ver el estilazo que se gastaba sentada en alguna terraza, con su melena rubia, su copa de vino y su eterno cigarrillo. A veces, si os soy sincero, pienso que si me doy la vuelta puedo encontrarla allí, como entonces, como siempre, preguntándome por mi madre o por mi nuevo libro. Manejando palabras, risas y aquellos pañuelos largos y alegres que usaba y que el viento movía a su antojo. Carmen era una figura imprescindible de este barrio. Por eso, y por ser la estupenda señora que era, muchos seguimos recordándola. Habrá que salir hoy a tomar ese vino y encontrarse con el eco de aquella voz, de aquel tiempo, tan presente aún. 

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