sábado, 31 de diciembre de 2016

Últimas horas del año

Hemos dado un larguísimo paseo por toda la ciudad. Poca gente y la mayoría de los locales cerrados. Sensación de tarde de domingo o de día extraño. Preámbulo de fiesta, de celebración y, lo que es más importante, de renovación. Algunas cosas cambiarán (espero) y otras seguirán igual, quién lo sabe. Pero conviene pasar la página del calendario cuando el año que se agota no ha sido, precisamente, glorioso. No es superstición: es realismo. 
Me quedo con este último paseo del año antes de tomar mi primera copa de vino. Con ese sol que calentaba la piel en los rincones donde no se ocultaba y con el frío intenso en los rincones con sombra (la mayoría). Me quedo con las palabras y con los silencios de ese paseo. Me quedo con estas últimas horas, que están siendo tranquilas. Y deseando que esa tranquilidad y la belleza de ese cielo que va engullendo ya al sol sigan de nuestro lado durante buena parte de los días del nuevo año. Después de la salud, pocas cosas más importantes. 
Extiendo mi deseo a las personas que por aquí pasáis. 

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