martes, 24 de mayo de 2016

La baronesa

En medio de esta sinrazón de parados, recortes, desahucios, suicidios, puertas cerradas, vallas ensangrentadas, niños muertos arrastrados hasta la orilla del mar, mujeres condenadas por la barbarie y el fanatismo, hombres desesperados ante tanta impotencia y humillación, miles de personas sin futuro ni esperanza ni comida ni un mal techo en el que cobijarse, sueldos miserables por catorce o quince horas diarias de trabajo, abuelas que mantienen a sus nietos con 400 euros de pensión, llega ella, la baronesa, con esa sonrisa de muñeca antigua y ese rostro cargado de brillos, para decirnos que lo difícil, lo verdaderamente difícil, es ser rico. Toma ya. Hay gente que insulta desde cualquier tribuna (hoy lo que está de moda es eso, insultar) y hay otra que ha perdido por completo la decencia. O la vergüenza, que viene a ser lo mismo. Hay declaraciones intolerables y hay (muchas) bocas que están mejor cerradas. Que en boca cerrada, ya se sabe lo jodido que lo tiene la mosca y la palabra inapropiadaAyer fue el obispo contra los gays y las feministas (un clásico) y hoy le toca el turno a la baronesa que se encadenó en su día a los árboles y que llora porque tiene que pagar a Hacienda. Que el ritmo no pare, hombre. El caso es desbarrar, hablar por hablar, no cerrar el pico ni debajo del agua. Sinceramente, todo esto más que cansancio, que también, y mucho, lo que provoca es un asco infinito.   

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