lunes, 11 de marzo de 2013

El instante

Cuando estás a punto de hablar en un acto literario, delante de un público más que numeroso, hay un instante, apenas unas décimas de segundo, en el que todo el trabajo que has realizado hasta llegar allí pasa por tu cabeza. El otro día volvió a suceder. Las luces del Salón de Té del teatro Campoamor alumbrando potentemente mi rostro, el micrófono a punto de abrirse, la sala ya en completo silencio, cientos de personas atentas aguardando mis palabras. Trago saliva, miro al frente y, antes de empezar a hablar, la película del trabajo realizado pasa velozmente por mi cabeza. Los esbozos del proyecto, las ilusiones, las charlas mantenidas, las esperas, las llamadas, las confirmaciones, las dificultades, el estrés que supuso cambiar casi de un día para otro a Maruja Torres (enferma) por Rosa Regás, la cara B de toda cara A, los hilos que se deslizan y los que se rompen y los que sostienen las labores hechas a conciencia: todo el trabajo, el abundante trabajo que siempre hay detrás de todo proyecto importante, en definitiva. Ahí está, como un rayo, la película que recorre todo ese trabajo realizado, antes de que de mi boca surjan las primeras palabras. Esas palabras que romperán el hielo, ese silencio majestuoso que es como un hielo afilado y contundente, y que darán paso a las palabras de la escritora (la Regás: tan generosa facilitándolo todo: la sencillez y la cercanía de las grandes de verdad, una vez más, tonterías fuera) y la actriz. Ah, la actriz: Charo López, en el primer Encuentro Literario. Un mito por derecho propio. Horas antes, esperándola en el andén, antes de que el tren se detuviese definitivamente, ya pude distinguirla en medio de los demás pasajeros: tal es la luz que desprende, no importan los años que pasen. No, no importan. El pelo largo y un poco alborotado, el abrigo negro y la bufanda roja sobre él, la manera de andar y de moverse, y los ojos... Sobre todo, los ojos. Esos ojos que desprenden toda la luz. La misma que vemos en sus películas, en sus obras de teatro, en sus series de televisión. De cerca, impresiona aún más si cabe. Nunca he visto a una mujer más guapa. Inteligente, brillante, divertida... Las palabras de Rosa, en su voz, emocionaron aún más a todos los allí presentes. Pero aún no hemos llegado a ese momento, el de la lectura ni el de la charla lucidísima y brillante de Rosa que apasionó a los asistentes, ni el de los aplausos finales para ellas, tan prolongados por un público completamente entregado y tan merecidos. Aún estoy ahí, esperando a que las palabras salgan de mi boca, a romper el hielo, a dar las buenas tardes al público que abarrotó la sala y a que dé comienzo este primer Encuentro Literario. Aún estoy ahí, satisfecho con la labor realizada, feliz. Estoy ahí y, ahora sí, las miro a ellas, a Charo y a Rosa, y comienzo a hablar.

4 comentarios:

  1. No quiero dejar pasar la oportunidad de homenajear también a la persona que presentó los encuentros, porque sin si presencia, a Charo y a Rosa, les habría faltado luz.

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  2. ¡Que lujo de Encuentro Literario! ¡Cómo me hubiese gustado estar allí! Eres un chico con suerte.

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  3. Ese instante mágico hasta que se hace el silencio y el orador comienza a hablar...
    Me encanto, espero que llegué el jueves, pero no sé si será igual de bueno el encuentro.

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  4. Gracias, nuevamente, por el regalo de invitarme... Una tarde emocionante y apasionante mi Lucas!!!

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