sábado, 6 de octubre de 2012

Dos columpios


Hay dos columpios que se mueven casi al mismo compás, hacia adelante y hacia atrás. No los mueve nadie. Quizá sea el viento que se acaba de levantar. Quizá ese movimiento, el de los columpios hacia delante y hacia atrás, perdura desde que hace un rato los dos últimos niños que se han subido y se han bajado rápidamente, echando a correr hacia los brazos de sus madres cuando comenzaron a caer las primeras gotas de lluvia. Gruesas gotas de lluvia para un comienzo de otoño demasiado caluroso, la humedad que no desaparece. Las risas de esos niños aún llega a nuestros oídos. Toda esa algarabía. Nada levanta el ánimo como esas risas, las de esos niños rubios que no tienen más de cinco o seis años. Caminamos en silencio, sintiendo las risas ya a lo lejos y las gotas de lluvia sobre la piel, los cabellos. No es una sensación desagradable. No, no lo es. Alivia el cansancio. Más el psicológico que el físico, todo sea dicho. Mañana es tu cumpleaños. Justo una semana más tarde, será el mío. No hemos podido como otros años pasarlo en otra ciudad, como acostumbrábamos cuando teníamos trabajo. Otra vez será (esperemos). Otra vez será. Queremos hacer como que no nos importa, pero, en realidad, sí lo hace, nos importa, claro. Estamos un poco melancólicos, no lo podemos negar. Las cosas no pintan demasiado bien para el futuro más inmediato, pese a la abrumadora acogida que está teniendo en sus primeros días en las librerías la novela que acabo de publicar y que no deja de emocionarme, justo es reconocerlo. La reacción de la gente: de los que me conocen y de los que no me conocen. A veces pienso que he escrito esa novela sólo para decirte muchas cosas, pero no es cierto, ya las sabías: la he escrito porque al fin he podido hacerlo, porque, desde que estás a mi lado, todas las cosas se ven de otra manera. El sosiego necesario para recordar ciertos episodios de un pasado que he cedido a mi personaje ha venido de tu mano, de tus manos. No lo olvido. Y si hay una cosa que decir, que la hay, te la digo todos los días. Dos en la carretera, escribí una vez, hablando de nosotros, recordando el título de una de mis películas preferidas. Audrey Hepburn y Albert Finney. Sí, dos en esa carretera cuando los tramos se vuelven más empedrados y cuesta arriba. Ah, las circunstancias. No habrá viaje esta vez, ni cenas en esos lugares que nos gustan tanto. No importa. Saldremos a la calle impulsados por el deseo y las ganas, pensando que siempre habrá un horizonte mejor. Quizá nos llamen ilusos, pero no nos importará. Habrá dos copas de vino y una tarta y una sorpresa que está preparada y que no es momento de desvelar ahora aquí. Habrá risas, por descontado, y habrá mañanas de antes que se aliarán con la de mañana y serán tan maravillosas como entonces. Las mejores mañanas del mundo, en esta ciudad o en cualquier otra ciudad del mundo, sí, mañana por la mañana. Mañana durante todo el día. El de tu treinta y siete cumpleaños. El que este año nos ocupa. Todos los años, como nos prometimos. Las mejores mañanas del mundo ocurren siempre a tu lado, a la puerta de nuestra casa, en un andén perdido de Londres (¿te acuerdas?), en un café de Buenos Aires, en Grand Central Station o en Studio 54 escuchando las composiciones de Stephen Sondheim. Es así. Y seguramente, muy temprano, escucharemos el sonido de esos columpios que hemos dejado atrás hace un rato, meciéndose en el viento, bajo las gruesas gotas de lluvia. Ese sonido que nos lleva y nos trae de un recuerdo a otro, como la melodía más deliciosa, más selecta. Será suficiente con una mirada. Y una mano, la fuerza de una mano, puesta sobre un hombro, sobre otra mano, mañana por la mañana. Mañana durante todo el día. Las mejores mañanas del mundo, cuando despierto y veo que estás ahí, a mi lado, que no te has ido. Y el mundo puede volver a cambiar, y los dos lo estaremos esperando. Como una mañana más que no se agota y que seguirá siendo otra de las mejores. Y Paul Simon continuará cantando, y nosotros con él, que sigue loco después de todos estos años. Y nosotros con él.

6 comentarios:

  1. ¡Feliz cumpleaños,Íñigo!y feliz día para los dos.No creo que pueda haber declaración de amor más grande que ésta, más tierna, más cercana, más real... y es por eso que no puedo menos que, tras emocionarme, deciros a los dos que a pesar de todas las dificultades, penséis en lo afortunados que sois, porque el amor cuentan que habita por ahí, pero no en todas las ocasiones se encuentra. Besos, y a disfrutarlo!!

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  2. Iñigo que suerte, levantarte en tu cumpleaños y tener esta felicitacion....que suerte pero no te mereces menos. Un besazo!!!

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  3. Íñigo: Ovidio siempre es, una sorpresa de cumpleaños.
    Besos a los dos.

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  4. Precioso!!! Feliz cumpleaños y sobre todo feliz viaje... ese viaje de la vida en el que caminais en la misma dirección uno al lado de otro.

    Dos abrazos.

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  5. Felicidad abundante a los dos !!!! Faltarán cosas pero que nunca se falten ustedes!!

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