martes, 16 de abril de 2024

La hora bruja

Leo que 'La hora bruja' era para Jaime de Armiñán la película preferida de todas las que dirigió. También de las mías si rebusco en su extensa y magnífica filmografía. Ese aire extraño y algo misterioso que envuelve toda la historia, esa pareja formada por los enormes Paco Rabal y Concha Velasco (premios de interpretación en Valladolid), esa curiosa relación que mantienen con una Victoria Abril que ya demuestra a las claras, primeros años 80, el talentazo y la sensualidad que tiene. Hay magia, un encanto especial, ciertas incógnitas. Como esa bruma del norte -la historia se desarrolla en Galicia- que se va diluyendo poco a poco con el transcurso del amanecer.  

domingo, 14 de abril de 2024

Sobre todo de noche

Interesante película sobre los niños robados durante el franquismo. Se menciona al principio al terror y, bien mirado, podía ser una película de terror, sustituyendo sustos por complejidad y gritos por aplastantes silencios. ¿Puede haber algo más atroz que arrebatarle un hijo a su madre, diciendo que nació muerto, para dárselo a otras personas? Con un estilo seco, austero, cercano a ratos al documental y al cine de Chantal Ackerman e incluso al primer Calparsoro, el director, Víctor Iriarte, no da tregua ante un asunto tan serio y demoledor. Lola Dueñas y Ana Torrent, como cabía esperar, realizan unos trabajos formidables. Está en Filmin. 

jueves, 4 de abril de 2024

Leer a Marguerite Duras

Leer a Marguerite Duras es derribar las paredes de este mundo, se encuentre en las circunstancias que se encuentre, y adentrarse en otro, en el suyo. Ese mundo donde está la infancia, la madre, el hermano mayor y -sobre todo- el hermano menor, los nazis, los amores, los amantes, el alcohol, el tabaco, los precipicios, la locura, los gritos, el desgarro, los niños, la ternura, las cometas en una playa desierta, la garganta deshecha y las manos ajadas por la erosión del tiempo. Los ojos vidriosos del que sufre y del que ama con intensidad. La escritura y la escritura cuando también se vuelve obsesión y parte esencial para seguir respirando. Y, planeando sobre todo ello, como esa cometa que asciende hacia un cielo gris en la playa desierta, el deseo. Ese deseo que alcanza cada página. Ese deseo que es furia y dolor y placer y tantas palabras no pronunciadas. Ese deseo que también es silencio. Ese deseo, sí, como una manera de luchar contra las adversidades y los zarpazos que planean metódicamente sus estrategias. El deseo absoluto.

El espacio en blanco y el texto sublime.
Marguerite nacía el 4 de abril de 1914.

martes, 2 de abril de 2024

La mejor familia del mundo

'La mejor familia del mundo'. Qué gran libro de relatos ha escrito Mayte Blasco. La familia, sí, como punto de partida. La familia, ese mundo maravilloso o demoledor, según los casos. O, simplemente, sin rozar un extremo u otro, circunstancial. Doce historias donde la familia está presente y pocas veces resulta algo idílico. Frustración, hastío, violencia, cuidados, deseos que apenas duran unos instantes, y vuelta a empezar con determinadas rutinas... Dilemas. Múltiples dilemas. Problemas. Múltiples también. Nunca fallan, nunca faltan: ni unos ni otros. Esto es lo que hay, como en la propia vida, y así se tiene que afrontar o dilucidar si es algo de lo que conviene huir (o no): el mundo está en marcha y a veces resulta complicado apearse del tren elegido o impuesto. Cada familia es un mundo y cada historia, según Blasco, también. La escritora madrileña lo recrea todo -sobre todo, lo más áspero- con sutileza ('Matar al padre' o 'La buena hija', dos de los mejores cuentos del volumen, a mi juicio, así lo demuestran), con un tono muy bien trazado que le da, más allá de la propia familia, una unidad formidable a todo el libro. Creo que Blasco, finalista del premio Setenil con su anterior libro de cuentos, 'Jaulas de hormigón', ha dado aquí un paso importante en su carrera literaria. Y, particularmente, me alegro mucho de ell 

sábado, 30 de marzo de 2024

Breve apunte sobre Liudmila Ulítskaya y Dubravka Ugrešić

'Mentiras de mujeres' es la segunda novela de Liudmila Ulítskaya que leo, tras la también excelente 'Sóniechka'. La capacidad de observación, la manera de atrapar los pequeños detalles, la fina ironía en ocasiones, y el complicado mundo que se esconde detrás de cada acción, de cada personaje. 

Aunque proceden de mundos diferentes, hay algo que la une con mi admirada Dubravka Ugrešić, de quien Impedimenta acaba de recuperar 'El Ministerio del Dolor', que, al igual que el resto de su obra, recomiendo a quien pueda interesarle. 
De Ulítskaya, Premio Fomentor 2022 y candidata al Nobel (Ugrešic, desparecida el año pasado, también lo fue) me quedan cuatro traducidas al castellano. Iré leyéndolas poco a poco, a ver si entretanto hay nuevas traducciones. 

lunes, 25 de marzo de 2024

Capote y los cisnes

Es una de las series más tristes que he visto en los últimos tiempos. Por eso, la he ido viendo poco a poco, sin prisa. Y también porque el personaje del gran escritor -caprichoso, egocéntrico, excesivo, incluso cargante en ocasiones- termina agotando. Capote era un escritor enorme (con el manuscrito de 'Plegarias atendidas' o sin él, este punto es lo de menos a estas alturas), de eso no hay duda, y Tom Hollander lo recrea asombrosamente, pero su narcisismo (aunque comprendamos todos sus traumas infantiles y demás) cansa. La serie, como era previsible, es impecable en todos los aspectos. Y las actrices, los famosos y ociosos cisnes, están bien. Diane Lane y Jessica Lange, especialmente. Supongo que ambas se repartirán premios y nominaciones con toda justicia. El último capítulo supera la tristeza: es demoledor. Casi tanto como saber que la vida -cualquier vida- termina por convertirse en un pequeño y miserable cajón de cenizas. 

domingo, 24 de marzo de 2024

Domingo de Ramos

Salgo de casa después de estar varios días sin poder hacerlo a causa de estos delicados huesos. El paisaje del norte es precioso, sí, pero la humedad arrasa con todo. Camino despacio. Me encuentro con niños y niñas que estrenan ropa y llevan en la mano palmas y ramos de laurel. La tradición, aunque ya no participes en ella, continúa. Yo soy uno de esos niños, cuarenta y tantos años atrás, de la mano de mi madre. También estreno ropa y llevo una palma en la otra mano. No sé nada de la vida aún y eso me hace sonreír. El presente, entonces, era una terraza al sol, unos padres guapos, una hermana pequeña y un aperitivo que se prolongaba más de lo habitual. No había que hacer deberes porque teníamos por delante unos cuantos días de vacaciones. Todavía no puedo volver a esas terrazas en las que, en los últimos tiempos, aquel niño ya era un hombre hecho y derecho y aquella madre, igual de guapa que entonces, necesitaba una silla de ruedas para ir de un lado a otro. Las veo de lejos, esas terrazas llenas de gente a estas horas, como el que observa una película de otro tiempo, una serie de fotografías en las que uno se reconoce de inmediato. Las fotografías han envejecido, evidentemente, pero la memoria no las ha decolorado. Buscamos un lugar más tranquilo, menos transitado. Pido un café con leche (no puedo beber ni una copa de vino con las pastillas que me han recetado) y dejo que el sol, aunque sea por un rato, intente ser más poderoso que toda esa humedad.