sábado, 29 de marzo de 2025

Un plato roto

 Ayer, mientras preparaba una cena ligera, me rompió un plato. Pese al engorro de tener que recoger todo aquello y alejar a Gena de allí -que enseguida se acercó maullando medio alocada, buscando algo que la sacase de su rutina-, el espectáculo era bonito. Una sucesión de diminutos cristales azules desparramados por el suelo de la cocina. No sé cómo un plato tan pequeño pudo desmenuzarse de aquella manera. Un golpe seco y, de pronto, aquel espectáculo. Cientos de cristales azules como aquellos que tintineaban en la película de Kieślowski o aquel mapa de fotografías rotas que aparecían en la de Almodóvar. Lo estuve observando un rato antes de recogerlo, encerrada ya la gata en otra habitación para evitar males mayores. Va a cumplir en breve siete años y tiene la misma energía que a los siete meses, qué gata. Quiere jugar y estar encima de nosotros a todas horas (quien dijo que los gatos, en general, eran ariscos no sabía bien de estos asuntos), pero nuestra vitalidad y estados de ánimo no son los mismos de aquel tiempo. Es lo que hay. 

Ahora la vida es más seria que entonces. 

Si hubiese querido romper un plato para hacer una fotografía, no me hubiese quedado tan bien. No hice fotografía. No me acordé. Teníamos hambre. Recogí rápidamente los cristales (Gena ya estaba dando toques con las patas en la puerta de la habitación donde la metí), sabiendo que en cualquier rincón iba a quedarme alguno. Y así fue. La gata, ya en la cocina, lo encontró detrás del cubo de la basura y, como era de esperar, lo utilizó de inmediato como juguete. Brillaba en mi mano como una especie de extraño amuleto cuando lo recuperé y me deshice de él ante la cara de perplejidad y decepción de la gata, que ya estaba rodeando con sus largas patas mi pierna derecha, que es su manera de reclamar la comida blanda o de decir a ver qué pasa aquí. Seguro que encontrará en cualquier momento otro de aquellos diminutos pedazos de cristal azul. Parece que la estoy oyendo mientras escribo esto, aún de madrugada.  

martes, 25 de marzo de 2025

Libros de aire

Lo nuevo de Carlos Iglesias Díez es un libro muy interesante sobre gente que escribe libros. Retratos, entrevistas. Narrativa, poesía y cine: todo se cuela entre sus páginas. La pasión del autor, en tantos nombres y ángulos compartidos por quien esto escribe. Iglesias, como buen escritor, define y permite hablar a sus colegas. Sin embargo, delicadamente, sin hacer ruido, deja entrever su voz y su sabiduría. Esa voz que, con ganas, esperamos poder escuchar muy pronto en un nuevo poemario. 

Lo publica en cuidada edición BajAmar y se presenta hoy, a las 19 horas, en la librería Matadero Uno. 

jueves, 20 de marzo de 2025

Volver

Han pasado diecinueve años. Era viernes. Todavía existían los cines Brooklyn. Primera hora de la tarde. Estreno de la nueva película de Almodóvar, 'Volver'. No es mi película favorita del manchego, pero sí está entre las diez primeras. Lo que más me gusta de esta historia es la interpretación de Carmen Maura y la relación de esa madre con sus hijas. Todas las actrices están maravillosas, pero lo de Maura, como ocurre en todas las películas que hizo con Pedro, es extraordinario y sumamente complicado. La actriz, con un buen guion y una dirección acertada, es capaz de todo. Su talento no tiene límites. Ojalá, antes del fin, vuelvan a trabajan juntos. 

Han pasado diecinueve años. Parece mentira esto del tiempo. Y otra vez el vértigo. Diecinueve años. Y allí, naturalmente, a primera hora de la tarde, estaba yo con mi madre. No sabíamos entonces que pocos meses le quedaban a aquellas maravillosas salas de cine, pero esta ya es otra historia.  

lunes, 17 de marzo de 2025

Algunas cosas que han dicho sobre mis libros

Como, a diferencia de lo que hacía mi madre, ya no guardo casi nada de lo que escriben sobre mí, me sirve este invento para recordar cosas chulas que se han dicho sobre mis libros. En 2017, la librera Karmen Duna escribía esto sobre mi diario 'Los días raros'. Y el recuerdo, ciertamente, me reconforta. 


"Hay ocasiones en las que la decisión de comprar un libro tiene que ver con el título (éste es maravilloso), con su portada (¿Puede ser más bonita esta foto de Ovidio y su hermana?) o con su autor; desde que conocimos a Ovidio, ha crecido tanto en el oficio de escribir que camina a pasos agigantados para ser uno de los grandes".

Gracias de nuevo. 

martes, 11 de marzo de 2025

Aquel marzo, este marzo

Campo San Francisco. Ahí, cuando el tiempo lo permitía y esos bancos estaban pintados de un color más elegante que ese verde chillón, nos sentábamos mi madre y yo después de los paseos matutinos. Los días de aquel marzo de 2023, con mejores temperaturas, fueron los últimos que pudimos disfrutar de todo ello. El paseo, el desayuno, la charla... La parada en esos bancos antes de regresar a casa. Después, todo se detuvo. Hoy, pese al cielo despejado, ha regresado el frío y no he podido sentarme en esos bancos -tras los seis kilómetros de caminata- porque llovió mucho durante toda la noche. No importa. El paisaje en esa zona del campo a estas horas parece inamovible: ancianos que luchan con sus problemas reumáticos y se dirigen a la biblioteca a leer el periódico, una pareja de adolescentes que decidió no ir a clase para vivir una aventura de la que se creen los primeros protagonistas, una diminuta mujer latina que arrastra la silla de ruedas donde va sentada otra mujer de aspecto cansado. Nada nuevo en la pequeña ciudad. Pese a todo, nada es lo mismo. Nada, excepto en mi memoria. 

lunes, 10 de marzo de 2025

Siete años sin Loli

El siete es un buen número. No sé, suena bien, dicen que trae suerte. No recuerdo que me haya pasado nada positivo o destacable ese día, si exceptuamos que la persona con la que comparto el camino desde hace 18 años nació ese día, pero me gusta. Siete. Se pronuncia rápido. S-i-e-t-e. Hay algo alegre en esa pronunciación, no sé, como si la víspera de cualquier día siete esperásemos cosas importantes, decisivas. Literatura, lo sé. Pero en algo hay que creer. Siete son los años que hace que se fue mi amiga Loli, tan de repente. Lo recordamos el otro día, cerca de su casa, buscando un poco de alivio en una copa de vino. Y volvieron sus risas, su ironía, su sentido del humor, su pensamiento, su cercanía, su manera de vestir y de estar en este mundo. Todo eso que la alejaba del resto y la hacía única. Tantas anécdotas, tantas ganas de vivir. He tenido suerte para algunas cosas, dije. He estado rodeado de mujeres excepcionales. Y también he tenido mala suerte: algunas de ellas se han ido demasiado pronto. Como mi amiga, cuya sombra no desaparece y cada vez que veo a la actual Catherine Deneuve me la recuerda. Mira, añadí, si te fijas bien, aún podemos verla caminando por esta calle: entrando en algún bar o saliendo de esos cines que ya no existen, brillando -y no exagero- como la propia Deneuve. La otra noche, sin ir más lejos, en los premios César. No era un recurso literario a lo Truman Capote. Era real. Quizá para el propio Capote, antes del recurso literario, también lo era. Siete años, eso sí que no parece real, por muy bien que suene el número o mucha suerte que traiga. Siete, se dice pronto. 

sábado, 8 de marzo de 2025

Una mujer, todas las mujeres

He terminado un nuevo libro de relatos. Todos están protagonizados por mujeres. Mujeres muy diferentes entre sí, jóvenes y menos jóvenes. La idea surgió hace tiempo, cuando vi a una atractiva mujer rubia fumando un cigarrillo a la entrada del local donde trabajaba. Tendría unos sesenta años y hablaba una mezcla de alemán y francés. Tenía clase, parecía cansada. Enseguida me empecé a hacer preguntas. Y la mejor manera de responderlas, fue ponerme a escribir. Inventar, divagar, crear. Muchas madrugadas de soledad, mucho trabajo, mucho placer, y muchas preguntas. Algunas, como corresponde a los relatos, las tendrá que descifrar la persona que se acerque al libro. No se puede dar todo hecho en los relatos. En los que más me gustan de otros/as escritores/as, así sucede. Esa atractiva mujer de sesenta años, fumando compulsivamente, dio paso a otras mujeres. Los relatos están encadenados. La secundaria de un relato es la protagonista del siguiente. Hay cine, hay música, hay literatura. Porque a la mayoría de estas mujeres, tengan la profesión que tengan, les gusta eso. Ríen, sufren gozan. Tienen miedo, cicatrices, decisión, esperanza. Se enfrentan a las incógnitas que la existencia les plantea constantemente. Yo no soy ninguna de esas mujeres. Yo soy todas esas mujeres. Ninguna de las mujeres de mi vida son estas mujeres. Y todas las mujeres de mi vida (madre, hermana, otras mujeres de la familia, amigas, compañeras, cómplices, actrices, escritoras, cantantes...) están, de alguna manera, presentes. Un detalle, un giro, una decisión, un quiebro. La voz de todas ellas siempre está en mí, esté o no escribiendo. Esto es así. Está dedicado a la memoria de mi madre, y sobran (creo) las explicaciones. Tiene un título largo y poderoso. Se publicará, si todo se cumple como me ha dicho Cristina Pineda, en septiembre. Una mujer, todas las mujeres. Os lo quería contar hoy, precisamente hoy. Salud, compañeras.