miércoles, 13 de agosto de 2025

El verano es un fantasma

Las noches son cortas (cada vez menos), sentimos calor, bebemos cerveza helada, comemos ensaladas (engañamos a la lechuga con diferentes ingredientes porque nos cansa más que subir 50 escalones), nos abanicamos, llevamos pantalones cortos, el sudor corre por nuestras frentes y en la radio y los periódicos sólo hay espacios estúpidos, los cines sólo programan basura, pero el verano no existe. El verano es otra fantasía. El verano es un fantasma que se quedó atrás. Muy atrás. En aquellos días luminosos donde todo podía ser posible. El sol de la infancia y todo eso. Allá en el sur y aquí en el norte. Cielos despejados, cielos nocturnos que ofrecían calma y estrellas. Cuéntalas. Las cuento y ya me pierdo. Vuelvo a empezar. Sol. Arena. Crema protectora. Cines al aire libre. Sandía en grandes rodajas y arroces de toda clase. Melocotones que parecían sacados de un decorado (nadie ha comido un melocotón como Ángela Molina en 'Lola', de Bigas Luna). Las manos de mamá, las reprimendas de papá por alejarnos de la orilla, los helados de vainilla, los granizados, el café con hielo, las primeras lecturas, el primer deseo, los cuerpos desnudos... Fotos, muchas fotos. ¿Dónde se quedó todo eso? Sólo en la memoria para afrontar estos veranos insoportables de asfalto y calles desiertas. Todo a cien. Todo SE VENDE. Todo SE ALQUILA. Todo cerrado. No atendemos la terraza. Ya tenemos lotería de Navidad. ¿Y si cae aquí? Voy a comprar un libro. Cielos encapotados, bochorno y amenaza de lluvia. Y aun así... Aun así, ya ves, estamos vivos. O eso parece.

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