viernes, 26 de mayo de 2017

Ante el cierre de la librería Ojanguren

Poco a poco, esta ciudad se está convirtiendo en uno de esos parajes desolados de las películas de ciencia ficción, donde las cosas relacionadas con el mundo cultural eran algo que existió en un tiempo muy lejano, y donde todos, inmersos en una especie de desolación inevitable, caminamos como auténticos zombies, salvando nuestro propio pellejo (si eso aún es posible), desorientados, desamparados, alienados. 
Una librería con un fondo impresionante, donde siempre se hallaban libros que no se encontraban en otras librerías. Qué tristeza. 

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