Lo que Vargas Llosa haga con su pichula (por utilizar el mismo término que él empleó en su cuento) es asunto suyo. Vargas Llosa es un escritor, un gran escritor, aunque no esté entre tus favoritos. No es una persona que, por su trabajo público, deba mantener determinadas formas, ni tampoco es uno de esos personajillos de medio pelo que salen en programas casposos por cuatro duros. Y es también, no lo olvidemos, un anciano. Y los ancianos, aunque tengan la cabeza en su sitio, a veces, como los adolescentes (y no solo los adolescentes), pierden la cabeza. Aunque sea por amor o por sexo, o por ambas cosas. Las ancianas también lo hacen: recordemos las huidas hacia delante, entre escotes y hombres imposibles, de Sara Montiel o de Elizabeth Taylor en los últimos años de sus vidas, tratando de evitar lo inevitable (el paso del tiempo, el deterioro, los fantasmas de un pasado glorioso, la muerte). Sara era un mito, Elizabeth era un mito, Mario es un enorme escritor. Gente con carreras importantes a sus espaldas. Y no, insisto, esa gente sin oficio ni beneficio que da pena y vergüenza ajena. Por eso, después de lo ocurrido, me molesta bastante el ridículo al que está siendo sometido el escritor, compartas o no su actitud. (Piensa, antes de escribir o juzgar, que tú también puedes caer por los mismos precipicios, si no has caído ya, la vida es larga y complicada). Marguerite Duras vivió los últimos años de su vida con un hombre homosexual. Ella era consciente de ello. Y se enfurecía, y se rebelaba, y se emborrachaba, y seguía a su lado. Escribiendo algunos de sus textos más hermosos y estremecedores sobre lo que ella denominaba la imposibilidad del amor. Quizá Mario, ahora mismo, desde otra perspectiva, esté escribiendo sobre ello.
sábado, 31 de diciembre de 2022
viernes, 30 de diciembre de 2022
Revista Clarín
A lo largo de casi tres décadas, escribí dos artículos largos (uno sobre Buenos Aires y otro sobre San Francisco) y numerosas reseñas para Clarín, cuyo último y definitivo número ya está en las librerías. Ya le di en privado las gracias a José Luis García Martín, que dirigía la revista con exigencia y exquisitez, por la libertad que siempre me brindó a la hora de escribir y por conseguir que todas las colaboraciones, de la primera a la última, fuesen remuneradas. Un dinero recibido siempre puntualmente, sin vueltas ni tonterías.
domingo, 25 de diciembre de 2022
Sissy Spacek
Es Navidad. Y Sissy Spacek está de cumpleaños. Desde aquella juventud hasta esta espléndida madurez, Sissy ha demostrado ser una de las mejores actrices del cine americano. A cualquier película o serie (aunque no estén a la altura de su talento), le otorga una incuestionable calidad interpretativa. Tal vez por su discreción y porque no se prodiga demasiado en fiestas y similares, no tiene (creo) el reconocimiento que se merece. Una injusticia. Otra más.
miércoles, 21 de diciembre de 2022
La luz dorada del verano indio
Un hombre y una mujer. Jóvenes, atractivos, con inquietudes políticas e intelectuales (sobre todo, ella). Con dos hijos pequeños. Y una cámara, comprada por el marido, para grabar los viajes por diferentes países, las sonrisas y los juegos de los niños, la presencia de los abuelos (la madre de ella, los padres de él), el deterioro de la pareja, el crecimiento de los hijos. Un trozo íntimo de sus vidas, desde 1972 hasta 1981, narrado por ella, la mujer, la escritora Annie Ernaux, último premio Nobel de literatura. En ese período, casi a escondidas, escribe su primera novela, 'Los armarios vacíos'. Luego, la segunda: 'La mujer helada' (ambas publicadas aquí por Cabaret Voltaire). Vemos las imágenes grabadas por el marido, narradas por la escritora, seleccionadas ahora por ella misma y por uno de sus hijos. Y las imágenes quedan como testimonio de una época. Reflejo inevitablemente melancólico de los primeros años de un matrimonio (y su posterior declive), de una escritora que quiere reflejar sus pensamientos, de una mujer que comienza a posicionarse. Como, según apuntan casi al final, aquella luz dorada del verano indio. Canciones que se escuchan y que, con el paso del tiempo, van adquiriendo diferentes significados. Apropiado complemento para las obras de la gran escritora. Las primeras y las que vendrían después.
sábado, 17 de diciembre de 2022
Despedida
Fue la primera vecina que conocimos al llegar a este edificio, pronto hará ocho años. E. era menuda, delgada, inquieta, atenta, educada, muy habladora. Tenía la voz grave de las mujeres fumadoras, la casa llena de libros y esa fina ironía que exhiben algunas personas inteligentes con el paso del tiempo. Con esa misma voz, en un susurro, me confesó la edad un día que salíamos del ascensor. Muchos años, sí, pero una mente abierta y despierta. Luego, ya sin susurros, dijo: cómo comprenderás a esta edad, no voy a dejar de fumar, ¡era lo que me faltaba! Genio y figura. Al verme en una entrevista del periódico, se enteró de que era escritor. Compró aquel libro y alguno más, y fue a la presentación de uno de ellos. Coincidíamos a veces en una terraza cercana, ella con su vino (y su cigarrillo), y nosotros con el nuestro. Siempre resultaba un placer encontrarnos con ella. La voz grave, la fina ironía, la amabilidad. ¿Cuándo publicas otro libro?, me dijo la última vez que nos vimos en el portal. Muy pronto, le respondí, ya te avisaré para la presentación. Allí estaré, me dijo. Sonrió y nos despedimos. Fue la última vez que la vi. Una mujer encantadora. La echaremos de menos.
sábado, 10 de diciembre de 2022
Mantícora
Lo que logra Carlos Vermut en su cuarta película, 'Mantícora', es extraordinario. La manera de presentar al personaje central (ese monstruo que Nacho Sánchez recrea magníficamente con mirada penetrante y con cada movimiento de su cuerpo), la sutileza que emplea para evitar mostrar lo más descabellado, el intento de redención a través del amor (vamos a llamarlo así), la apoteosis antes del final y la apoteosis definitiva. Todo transcurre con aparente normalidad y debajo de esa aparente normalidad, muy cerca, está la inquietante sensación de que todo va a estallar por los aires en cualquier momento. Y cuando lo hace, cuando todo estalla con la precisión del artefacto más sofisticado, ya no le quedan al espectador ni muchas palabras ni mucho aliento. Sabíamos que caminábamos sobre un terreno minado, y aun así resulta imposible salir indemne del golpe. Tal es el prodigio con el que Vermut, desde una sobriedad casi imprescindible y con un excelente guion, representa el horror más absoluto. Eso que, a veces, se esconde detrás de vidas aparentemente normales y corrientes, y que vemos con frecuencia en las noticias de los periódicos y los telediarios. Un paso adelante en su interesantísima carrera. Nominada en cuatro apartados para los Goya (dirección, guion original, actor protagonista y actriz revelación), merecía también figurar entre las mejores películas. Porque, de hecho, lo es. Una de las mejores de este año glorioso para el cine español.
martes, 6 de diciembre de 2022
Adiós, Kirstie
Ha muerto Kirstie Alley. Era una gran comedianta que no tuvo demasiada suerte en el cine. De aquella televisión que nos llegaba entonces de Estados Unidos, le pertenecían unas cuantas horas de buenos momentos. Y nosotros ahí, frente al televisor, antes de que las series se convirtieran en esta avalancha que hoy recibimos desde no sé cuántos canales. Pero ella seguía en un rincón de la memoria. Y ahí seguirá. Por aquellos buenos momentos. Aunque nos quedara esa espinita clavada por verla en trabajos cinematográficos a su altura. Qué prematura despedida. Adiós. Kirstie.
lunes, 5 de diciembre de 2022
Chantal Akerman
‘Jeanne Dielman, 23, Quai du Commerce, 1080 Bruxelles’, de Chantal Akerman, ha sido elegida por los críticos de la revista británica "Sight and sound" como la mejor película de la historia. De ella, vista hace tiempo, recuerdo, sobre todo, los silencios de la protagonista y aquella manera diferente de filmar lo cotidiano. Levantarse, preparar el desayuno, hacer la compra... Buscarse la supervivencia, la propia y la de su hijo, aun a costa de perder la dignidad (no vamos a desvelar el secreto de esa supervivencia y sus posteriores consecuencias, eje central de la historia). Y recuerdo la presencia de Delphine Seyrig, naturalmente. De principio a fin. El magnetismo de esta actriz francesa, tan bien retratada por Marguerite Duras en su libro de crónicas 'Outside' y en sus trabajos cinematográficos. Escribe Duras: "Cuando anda, todo su cuerpo se mueve, y no hace más ruido que un niño". Y añade: "Si no la han visto ustedes en el cine, ¿cómo decirles que ocurre con ella?". Su elegancia. ¡Hasta pelando patatas en una modesta cocina resultaba elegante! No le hacían falta muchas palabras. En realidad, a Seyrig, en cualquier historia (vuelvo a pensar en Duras), le basta un gesto, una mirada o un movimiento de cabello para expresar cualquier emoción.
sábado, 3 de diciembre de 2022
Otra Navidad
martes, 29 de noviembre de 2022
Hasta los huesos
Amor y canibalismo en la nueva película de Luca Guadagnino, 'Hasta los huesos: Bones and all'. Podría haber sido una gran historia. Se queda a medias, un sí pero no, mucha sangre y pocas nueces. Como si faltasen algunas explicaciones, hondura y verdad. Carece del tono poético que un tema tan complejo y delicado requiere para ser creíble. La protagonista, Taylor Russell, parece ausente y resulta un tanto cargante en ocasiones, y Timothée Chalamet se empieza a querer tanto a sí mismo que no sé si eso acabará por estropear su carrera. Tiempo al tiempo. Supongo que dependerá de la persona que tenga detrás de la cámara. Lo mejor es la búsqueda de la madre por parte de la protagonista, el gran Mark Rylance en un papel inquietante (como tendría que ser toda la película) al que se echa de menos cuando no está en pantalla y una Chloë Sevigny que en una breve e intensa aparición logra crear una de esas mujeres atormentadas y terroríficas que recorren su carrera.
viernes, 25 de noviembre de 2022
Días perfectos
Resistir un día más.
jueves, 17 de noviembre de 2022
Almodóvar
Ahora parece que ya está todo ganado. No es así, que nadie se equivoque. Sin embargo, pese a ciertos cavernícolas que no se mueven de sus posturas es evidente que hemos avanzado. Y hay personas que han contribuido a ello con sus obras y su posicionamiento vital. Almodóvar, más allá de que te guste o no su cine (aquí nos gusta, y mucho), más allá de que te caiga mejor o peor, más allá incluso de sus propios errores (¿quién no comete algún error en una carrera tan larga y fructífera?), es una de esas personas. Imagínate a un joven solitario de 15 años en el 1987 de una pequeña ciudad de provincias viendo una historia como la de 'La ley del deseo', sintiéndose identificado con las emociones de aquellos personajes. Imagínatelo oyendo la dichosa palabra en boca de la gente que en aquella misma sesión abandonada la sala. El joven se sentía más cerca de lo que se contaba en aquella pantalla que de la gente que lo rodeaba. Había gente que sentía lo mismo que él y no le tenía miedo a ponerle nombre ni a vivirlo con libertad. Imagínate al mismo joven cuatro años más tarde, en otro cine de la misma ciudad, viendo una nueva película del director. Imagínate a uno de esos cavernícolas gritando el nombre que le pusieron sus padres a una actriz trans cuando aparecía en pantalla. Imagínate las risas de sus colegas. Imagínate toda esa mierda.
miércoles, 16 de noviembre de 2022
El hombre que lo vio todo
Estoy terminando de leer la última y espléndida novela de Deborah Levy, 'El hombre que lo vio todo'. Su protagonista, Saul Adler, es un tipo bisexual que transita por el Londres y el Berlín de 1988 y luego por el Londres de 2016. Es asombroso cómo Levy domina los tiempos, cómo narra lo sucedido políticamente entre esos años (1988-2016) a través de la vida de Saul y los hombres y las mujeres que van y vienen por su vida. Saul, en su juventud, lleva puesto un collar de perlas. Es un detalle significativo, no se te pasa por alto. No conocí esas ciudades europeas en el lejano 1988, pero aquí resultaba casi imposible en esa época ver a un chico, por muy bisexual que fuese, con un collar de perlas alrededor del cuello. No hace falta entrar en más detalles a este respecto. Durante casi toda la lectura, a diferencia de otras ocasiones, no le ponía cara al personaje. Me dejaba llevar por sus historias, pero no tenía un rostro concreto. Un tipo bisexual al que le pasan muchas cosas. Una novia, un amante, un accidente, viajes, confusiones... Ayer, casualmente, vi un vídeo de Timothée Chalamet con un collar de perlas alrededor del cuello. Y, de repente, qué cosas, el Saul creado por Levy tuvo rostro. El rostro del actor de 'Call me by your name'. Y, curiosamente, rememorando las andanzas y el comportamiento del personaje a lo largo de la historia de Levy, podía ser él. Era él, sin lugar a dudas. Podrán hacer la versión cinematográfica de la novela y poner al frente a otro actor, pero yo seguiré viendo a Chamalet con su cuerpo menudo y su collar de perlas. Y todas sus confusiones.
sábado, 12 de noviembre de 2022
Cantar de ti mesma
Vamos haciendo la vida como podemos, que es una manera como cualquier otra de decir que la vamos haciendo como nos dejan. El proceso es casi siempre similar. Infancia, adolescencia, juventud, madurez y, con suerte, vejez. Por ahí, para hacerlo todo un poco más llevadero, vamos intercalando libros, músicas, películas... Cada cual tiene su repertorio y, en ocasiones, los repertorios coinciden. Una manera, la del repertorio, de recuperar el aliento para continuar. Similar a ese momento en el que, después de pasar un buen rato bajo el agua de la piscina, volvemos a la superficie para respirar. Eso tan básico y necesario, tan rutinario y sublime. Leer. Escuchar música. Ver una película, y luego otra, quizás otra más en la misma madrugada. Respirar. Recuperar la sensación de estar vivo. El oxígeno dentro de los pulmones. Dentro y fuera. Dentro y fuera. Pensar que la alegría no es la meta, sino el camino. Cuidado con la diferencia. La alegría, sí, en medio del dolor. "Soltar una carcajada salvaje dentro de la más dolorosa aflicción", escribió Samuel Beckett, no sé si antes o después de esperar a Godot. El dolor por la muerte de la madre. Es lo que nos cuenta Pablo Texón en su último libro de poemas, 'Cantar de ti mesma', editado por Trabe. El dolor por esa muerte, pero sin olvidar esa línea trazada: la alegría como camino, no como meta. Introduciendo variaciones en el poema de Kavafis. Y así, construyendo poemas o construyéndose de nuevo a sí mismo (¿qué otra cosa es la escritura?), Texón compone unos versos poderosos. Más poderosos aun que la muerte porque en ellos quedan fijados los momentos compartidos, los restos del naufragio, la búsqueda constante de la alegría. Y todas esas danzas donde antes había dos y ahora hay una sombra y un hombre que escribe. A la mierda con aquel 1967.
viernes, 11 de noviembre de 2022
Día de las Librerías
Decía el otro día David Torres por Facebook que tenía pendiente escribir un libro sobre sus experiencias como librero. le conté que yo tenía desde hacía tiempo un proyecto similar, pero otras historias se van cruzando y ya se sabe. Casi diez años como librero, desde que abrí emocionado aquella puerta de la primera librería en la que trabajé hasta que el dueño de la segunda decidió echar el cierre en los tiempos más duros de la crisis. Ha llovido mucho desde ambos momentos, pero recuerdo perfectamente las sensaciones personales y las historias de la gente aficionada a la lectura y de la que no lo era en absoluto, pero tenía ganas de charla, de refugiarse de la lluvia, del calor o de la soledad.
miércoles, 9 de noviembre de 2022
Vámonos, Bárbara
No había tenido oportunidad de ver ninguna película de Cecilia Bartolomé, galardonada con el último Feroz de Honor. FlixOlé acaba de subir 'Vámonos, Bárbara', su primer trabajo como directora. Y me ha sorprendido gratamente. Es de 1978, y su posición sobre el feminismo es una de las claves fundamentales de la película. Basada libremente en 'Alicia ya no vive aquí', la película de Scorsese con la que Ellen Burstyn se llevó el Oscar, y con una Amparo Soler Leal que se merecía otro. Una especie de road movie de la época de la transición que conviene descubrir o revisar.
martes, 1 de noviembre de 2022
James Joyce que estás en los cielos
Mis muertos, que afortunadamente todavía no son muchos, me acompañan cada día, cada noche. En lo alto de la colina, en la playa, en las habitaciones de hotel, en el cine y los teatros. A la hora de escribir, de enfrentarme al insomnio, de volver a las calles que recorrí junto a ellos, a los bares donde compartimos vino y opinión. Con nieve o con sol. En realidad, aunque pudiese parecerlo, no es algo extraño. La edad contribuye aún más a ello. Una imagen es un recuerdo, y todo ello forma parte del hombre de cincuenta y un años que soy a día de hoy. Una imagen, un recuerdo. Y entonces comparto esa imagen y ese recuerdo con las personas que están a mi lado, y encontramos la risa o el alivio evocando a quienes nos acompañaron durante un tiempo a lo largo del camino. O no comparto ni la imagen ni el recuerdo, y me quedo ensimismado unos instantes, guardando la serenidad como una especie de tesoro. Un secreto del que siguen tirando hilos invisibles mientras la página se llena de palabras, la noche se agota lentamente y la mañana se despeja con sus renovadas incógnitas.
lunes, 31 de octubre de 2022
Peter von Kant
Volvamos a 'Peter von Kant'. O sea, a la libre adaptación de 'Las amargas lágrimas de Petra von Kant' de Fassbinder por parte de Ozon. He leído por ahí que Isabelle Adjani se hace con la película. No es cierto. La película -muy teatral, como corresponde- es la pasión desmesurada del director Peter von Kant por un joven actor que está buscando su lugar en el cine y la fama. Y esa pasión desmesurada está brutalmente encarnada por Denis Ménochet. Él es una especie de Fassbinder. Él es Fassbinder. Él es la película. Cómo bebe, fuma, grita, camina, golpea la máquina de escribir, maltrata a su asistente, rompe las botellas contra las paredes. Cómo mira. Cómo se desgarra, se descompone, se enfurece. Cómo el amor y el desamor lo transforma. Justo lo que el propio Fassbinder expone en 'Las amargas lágrimas de Petra von Kant' mediante la voz de la protagonista femenina. Adjani, en su papel secundario, está espléndida (como Hanna Schygulla, excelente y justo homenaje al mundo del director de cine alemán), pero la película no es suya. Es de ese enorme actor, Denis Ménochet, que se merece todos los premios.
miércoles, 26 de octubre de 2022
Victoria Abril, Espiga de Honor
No recuerdo bien cuál fue la primera película que vi de Victoria Abril. A veces, quizás más a menudo de lo deseado, en la memoria de las personas cinéfilas, traspasadas ciertas edades, se van mezclando ya imágenes y recuerdos, y en esa mezcla es probable que se vayan perdiendo este tipo de datos sin demasiada relevancia. Sólo sé que muy pronto comenzó a ser una de esas actrices que, hiciese lo que hiciese, en cine o en televisión, había que verla. Abril era (es) un torrente, un torbellino, una fuerza única. Con una mirada, te desarma o te fulmina. Con un gesto, ordena y manda. Con otro gesto, se viene abajo si está interpretando a una mujer sin suerte. Con otro más, se viene arriba aunque la vida siga yendo cuesta abajo. Con un tono de voz (y sus diferentes matices), ama desmesuradamente y también puede odiar con la misma intensidad. Con un movimiento de gafas o de cabeza, explica cinco páginas de guion. Con un canturreo, define todo lo que lleva a cuestas su personaje. Nada se le pone por delante. Arrasa. Araña. Arrebata. Seduce. Pide calor o lo entrega. Acaricia o te lanza un puñetazo certero al estómago. Sus interpretaciones perduran en la memoria, no importa el papel que haga. Nunca deja indiferente. Nunca defrauda. Pocas actrices como ella van dejando un legado tan importante sobre el deseo y el placer en una pantalla. Sobre la pérdida de la inocencia. Sobre la falta de escrúpulos o de esperanza. Sobre toda esa multitud de maneras de vivir. Sobre las distintas formas de agarrarse a la vida cuando la vida no hace otra cosa que pisarte las entrañas. Qué extraordinarios momentos ha dejado en nuestra memoria. Qué ganas de que le den otro papel en el cine a su altura. Qué alegría produce verla recoger esa merecidísima Espiga de Honor. Qué grande eres, Victoria Abril.
sábado, 22 de octubre de 2022
Catherine cumple setenta y nueve años
Cuando pienso en Catherine Deneuve, como es lógico, me vienen a la cabeza muchas imágenes. Catherine, sofisticada, bebiendo un Martini; Catherine, diva consentida, fumando en un hotel durante una rueda de prensa; Catherine, en San Sebastián, recogiendo un premio Donostia; Catherine, sobre un escenario, cantando con Rufus Wainwright; Catherine, con un vestido lleno de plumas, en la gala de los Oscar la única vez que fue nominada (por 'Indochina'). Y así, un largo etcétera. Después, aparecen casi todas las imágenes pertenecientes a sus películas más emblemáticas. Catherine joven, Catherine de mediana edad, Catherine cerca de los ochenta años (cumple hoy 79). Y sobre todas ellas, la imagen de Catherine en 'Los ladrones', de André Techiné. El director conoce bien a la actriz (han rodado varias películas juntos), pero creo que es en esa donde Catherine realiza uno de los mejores trabajos de su carrera, con permiso de Buñuel, Truffaut, Polanski, Ozon y demás. Ríe, sufre, se enamora, se desmorona. Transmite humanidad, calor dentro del frío, emociona. No es complicado comprenderla. Ella, más alejada que de costumbre de su hierático rictus, consigue todo eso. A su lado, inmenso como siempre, Daniel Auteuil.
viernes, 21 de octubre de 2022
Encuentro con Rosa Montero
Hacía tiempo que no veía la televisión. No es una pose. Es cansancio y falta de interés por los contenidos en general. Ayer, sin embargo, vi Encuentros, en la 2, donde Jesús Marchamalo charlaba con Rosa Montero. Dos butacas, dos voces respetando los turnos, una luz acogedora, una agradable conversación en torno a la escritora. Su vida, sus recuerdos, sus proyectos, sus libros, su pasión por la cultura. Sí, eso que tan bien sabe transmitir Rosa, la pasión por la cultura y el conocimiento. La televisión de entonces, de siempre. La que me gusta. Y qué difícil de encontrar. Y qué hora tan reconfortante. Recuperaré el de la semana pasada y repetiré. Enhorabuena.
lunes, 17 de octubre de 2022
Día de las Escritoras
Día de las Escritoras. Son muchas, muchísimas, a las que agradecerle tantas cosas. Lo hago a menudo desde aquí, ya lo sabéis. Escritoras fundamentales en mi vida como lector y escritor. Sus nombres, textos y perfiles desfilan por este muro cada dos por tres y sus libros siempre están al alcance de mi mano. Para deshacer un nudo, para consultar, para disfrutar, para admirar. Para leer y releer. Para calmar heridas. Para salir de algún laberinto. Para seguir adelante. En espera de lo nuevo de tantas de esas escritoras admiradas, algunas incluso también apreciadas en lo personal, este deseo:
jueves, 13 de octubre de 2022
En los márgenes
'En los márgenes', la primera incursión del actor Juan Diego Botto en la dirección, es una película honesta sobre los desahucios. Brutal, sí, como corresponde al hecho de que te despojen miserablemente de tu casa y de tus pertenencias. Angustiosa, sí, como una orden judicial que llega al buzón para poner en marcha todo el procedimiento. No hay respiro para el alivio. No hay tregua. Vivimos en una sociedad salvaje y la película lo refleja a la perfección, sin concesiones de ningún tipo. La única ayuda proviene de quienes también están pasando (o han pasado) por ello y de un abogado comprometido (Luis Tosar, enorme) hasta el punto de echar a perder su vida privada en el empeño. Miseria, precariedad, pastillas para la ansiedad y el nerviosismo: todo eso que sigue a la orden del día, aunque haya quien mire para otro lado (algunos políticos incluidos). El día a día, la noche a noche. El miedo que corroe cerca del amanecer, antes de que suene el despertador, previendo lo que va a suceder. En lo que se va a convertir la vida de quien está a punto de perderlo todo. Verse en la calle, sin miramientos. Y a quién le importan los menores. Uno de los grandes logros de la historia es la figura de esa madre (Adelfa Calvo, impresionante) que camina como un fantasma desesperanzado por las calles, por las farmacias, por la casa. Sus pasos (y sus miradas) escuecen como un golpe policial. Metáfora todo ello de demasiadas cosas. La pura realidad. Y la impotencia, y las manos atadas. Y la solidaridad, que siempre procede del mismo lado.
miércoles, 12 de octubre de 2022
Las tazas de Duralex
La taza es de Duralex verde. Está ahí, en una de las estanterías más altas de uno de los armarios de la cocina de mi madre, junto a otras tazas y platos de los que se resiste a desprenderse. Siempre hay algo en la cocina de nuestras madres que, aun siendo cocinas nuevas, nos remiten a las cocinas de sus madres. La cojo. La miro. Me preparo un café con leche y me lo tomo en ella, en esa taza de Duralex verde, mientras observo impotente cómo este inesperado temporal arrasa con todas las plantas que mi hermana tiene en la terraza. Una taza de la Transición. Una taza en la que se agolpan muchos recuerdos para los que ahora tenemos entre cuarenta y cincuenta años (más o menos). Recuerdos personales, no los que se derivan de esa serie que, a mi juicio, tiene más prestigio del merecido. Los recuerdos propios. Los niños de entonces no sabíamos quién era Adolfo Suárez. Era un señor que salía en la televisión. Un señor al que casi todo el mundo, en principio, votaba. El presidente del gobierno. El primero de la democracia. Pero eso lo supimos mucho después. Entonces, tomando nuestros Cola-Caos en aquellas tazas de Duralex verde, no sabíamos nada de lo que estaba pasando. La taza conserva el recuerdo de aquellos sabores, el de los Cola-Caos, el de los primeros cafés con más leche que café, no el de lo que hacía aquel señor que salía en la televisión y sonreía mucho, y todo el mundo decía que qué gran político era. Alrededor de la taza también se agolpan las imágenes de aquellos cómicos que lo imitaban exageradamente. De las leyes que cambió tuvimos noticia tiempo después, cuando ya no éramos unos niños. Y aquellas tazas de Duralex verde ya comenzaban a arrinconarse, a ocupar espacio en las estanterías más altas de los armarios. En casa de algunas amigas, en aquel tiempo en el que estábamos descubriendo lo que había hecho aquel señor y tantas otras cosas, los platos que acompañaban a aquellas tazas eran ya utilizados como ceniceros. Aunque los fregases con abundante jabón, la ceniza ya estaba adherida con fuerza en el fondo de aquellos platos y no había modo de deshacerse de ella. Las vajillas, como los tiempos, ya eran otras. Y nadie quería mantener aquellos utensilios que remitían a un pasado en blanco y negro y que parecía casi remoto. Aquellas amigas, como nosotros mismos, aguardábamos un futuro lleno de promesas y esperanza. No sé muy bien en qué momento todo eso -como tantas otras cosas- se volvió añicos.
viernes, 7 de octubre de 2022
Bárbara Lennie
Bárbara Lennie, con ese aire lejano a la joven Charo López y a las actrices del cine clásico (eso que también podríamos decir de Cate Blanchett, por ejemplo). Bárbara Lennie, inmensa, arrolladora, en 'Los renglones torcidos de Dios'. La cámara la sigue, no se despega de ella en ningún momento. Refleja sus comportamientos, sus juegos, sus ambigüedades, sus poses distinguidas, sus movimientos elegantes, sus aires sofisticados, sus hermosos rasgos, sus recelos. Y ella, Bárbara Lennie, le ofrece toda la verdad, aunque a veces esa verdad no sean más que mentiras. Silencio. Silencios. En los silencios, también se mueve con soltura. Los silencios se centran entonces en la mirada. Sobran, por tanto, las palabras. Lennie hace y deshace, aparenta y deja de aparentar, finge y dejar de fingir. Sigue jugando. Y baila. Y cómo baila. Cómo baila. Es durante ese baile cuando me viene a la cabeza (no puede evitarlo) su interpretación en la potente obra de teatro 'Hermanas', de Pascal Rambert, sobreviviendo -sin exagerar- a toda clase de dificultades: sillas que vuelan por los aires, palabras que hieren, pasados que sobrecogen. Enfrentamientos salvajes, lamentos difíciles de ocultar por más tiempo. Todo parece fácil, aunque no lo sea. Nada lo es. La película es la fiel adaptación de la novela, sí, y es ella, Bárbara Lennie, aun estando tan bien acompañada por los demás actores, sobre todo ella.
lunes, 3 de octubre de 2022
Felicitaciones
Que gente a la que aprecias -como personas y como profesionales- te feliciten de esta manera, resulta tan emotivo y sugerente como los propios reconocimientos. Muchas gracias, Iván Alonso.
miércoles, 28 de septiembre de 2022
Louise Fletcher
Louise Fletcher realizó una impresionante e inolvidable actuación en 'Alguien voló sobre el nido del cuco'. Su carrera quedó, lamentablemente, eclipsada por ese papel. Aún no sé muy bien las circunstancias que conducen a esto. Representantes mediocres, elecciones equivocadas, productores que tienden al encasillamiento, qué sé yo. Lo cierto es que resulta bastante triste. Fletcher se acaba de morir. Tenía 88 años. Pese a todo, en un lugar destacado, está dentro de la historia del cine. Con Oscar incluido.
martes, 27 de septiembre de 2022
El carnicero
Ayer, después de muchos años, volví a ver 'El carnicero', de Claude Chabrol. Aquí no importa que se conozca pronto al asesino. No estamos ante un thriller al uso. Era 1970 y Chabrol empezaba a encontrar su camino. Lo que cuenta es esa manera del director francés de narrar la vida en los pequeños pueblos o ciudades, la cara oculta de quienes aparentan ser buenas personas, el misterio que hay detrás del personaje femenino. Y la turbia relación entre Stéphane Audran y Jean Yanne (fantásticos ambos). Y esos planos finales de una fascinante y contradictoria Audran, Concha de Plata en San Sebastián por esta interpretación.
domingo, 25 de septiembre de 2022
Almodóvar
Pedro Almodóvar cumple hoy 73 años, y yo pongo aquí (en Facebook) un fotograma de 'Todo sobre mi madre', una de las películas que más me gustan de su filmografía. Tantas tardes en el cine, tantas influencias, tantas actrices, tantas historias que reflejan este mundo. Tantas maneras de juntar influencias, deseos. anhelos y pasiones. Tantas maneras (viendo su cine) de evadirse de la provincia tan provinciana. Tantas maneras de escapar. Tanto talento. Tanta admiración.
sábado, 24 de septiembre de 2022
Días en el hospital
Soy
ese hombre que compró un paraguas en Berlín hace tres años y que ahora entra con él medio empapado
por la puerta de un hospital. Habitación 214, al final del pasillo. Los médicos
realizarán una operación quirúrgica a mi marido dentro de un rato. Y en todas
las televisiones retransmiten el funeral de una reina que vestía con prendas de
vistosos colores y que parecía inmortal. Gente de todas las edades llora, hace
largas colas, deposita ramos de flores a la entrada de sus palacios, habla entrecortadamente
con los periodistas. Un joven con un tatuaje que ocupa todo su brazo izquierdo
entra en la habitación para llevarse a Íñigo al quirófano. Parece cansado y no
es demasiado amable. La intervención durará un par de horas, quizá tres, más el
tiempo correspondiente en la sala de recuperación. Apago el televisor. He
traído unos cuantos libros para hacer más llevadera la espera. Los pongo encima
de la pequeña mesa de ruedas que los enfermos utilizan para comer. Varios de
ellos son de Javier Marías. Aunque ya los he leído (y releído) todos, anoche pensé
que sería buena idea tenerlos a mi lado en estos momentos de tensa espera.
Abrir una página al azar, deleitarme en lo escrito, reconfortarme. Pensar en
aquel tiempo en el que los leí por primera vez, en aquellos deslumbramientos. Mi
vida, de pronto, reflejada en esas páginas. Qué sentí entonces, qué siento ahora.
No lo hago, de momento. Los dejo ahí, sobre la pequeña mesa de ruedas. El
silencio es espeso. Miro por la ventana. Desde esa habitación, la 214, se puede
ver la entrada principal del hospital. El trajín habitual en estos casos.
Coches, paraguas, pasos apresurados. Ropa de abrigo sobre la ropa de los
últimos días de verano, algo inevitable en los septiembres del norte. Rostros
cubiertos con esas mascarillas (azules, blancas, negras, incluso rosas, verdes
o moradas) que llevan más de dos años formando parte de nuestras vidas por
culpa de una enfermedad de nombre extraño y que hoy también sirven para ocultar
preocupaciones, desvelos. Pienso en él, en Javier Marías, que tanta compañía me
ha hecho desde mis solitarios años de juventud hasta hoy mismo. El escritor. El
personaje que algunas personas quisieron crear. El hombre. La imagen de un Javier
Marías jovencísimo con su eterno cigarrillo entre los dedos. Javier Marías hablando
de libros con su agradable voz de fumador, rechazando aquel premio por ‘Los
enamoramientos’, moviendo mucho las manos, firmando sus propios textos en
alguna feria o presentación. Javier Marías, como ese hombre que camina ahora hacia
la puerta de entrada del hospital a grandes pasos, con un enorme paraguas negro
(la ropa también era negra, excepto la camisa blanca), sin abandonar el
cigarrillo, bajo la lluvia. Javier Marías y sus colegas. Javier Marías, en
fotos antiguas y en escritos, y sus padres. Javier Marías y su colección de
soldaditos de plomo. Javier Marías y otras vidas escritas. Javier Marías y la
meticulosidad a la hora de enfrentarse a una traducción (qué emotivo resulta que
dedicase su último artículo para el periódico a la labor de los traductores), a
una página aún sin estrenar o al comienzo de una nueva historia. Los setenta
años de Javier Marías. Y, lamentablemente, en ese aciago once de septiembre, fundido
a negro.
Pienso,
de repente, en los últimos días de Javier Marías en el hospital. En una habitación
(imagino) como ésta: aséptica, desinfectada, pintada de un blanco impecable. Allí,
en aquella habitación de hospital, el hombre estaba por encima del personaje
que algunas personas habían creado, incluso por encima del escritor. De ese
escritor que tantísimas páginas de extraordinaria calidad deja al mundo de la
literatura y que, sin embargo, a quienes tanto le admiramos seguirán
pareciéndonos pocas. Los lectores siempre somos egoístas con nuestros autores
imprescindibles. Con aquellos creadores (hombres y mujeres) que forman parte de
nuestras vidas y cuyas obras necesitamos tener cerca para, en cierta medida,
saber quiénes fuimos, quiénes somos, quiénes seremos. Más allá de la frase
hecha y un tanto manoseada, nuestras lecturas (y relecturas) nos definen. Y nos
posicionan en estos tiempos en los que parece que la gente -en general-, quizá
por miedo o por pereza o por todo el cansancio acumulado, se retrae a la hora
de posicionarse.
Marías
nunca dejo de hacerlo, de posicionarse, en estos tiempos que a veces
consideraba insulsos, anodinos, vulgares o, directamente, estúpidos. Para refugiarse
de todo eso, siempre quedaba la literatura, el arte, el cine... En el cine, donde
todo ha sucedido, como él mismo diría en el título de uno de sus libros. Donde todo
ha sucedido. Cuatro palabras que le devuelven el sentido al sinsentido de demasiadas
cosas, de demasiadas preocupaciones, de demasiadas injusticias, de demasiadas infamias.
Vuelven algunos ideales y pensamientos que creíamos desterrados. Vuelven los
gritos y la mala educación. Vuelve a haber una guerra en Europa.
Miro
el reloj. Las horas pasan lentas en los hospitales, más aún en una situación de
espera como ésta. Los libros siguen ahí, sobre la pequeña mesa de ruedas. También
mi inquietud. Abro uno de ellos, ‘Aquella mitad de mi tiempo’, que tanto me
gusta, y leo: “Tampoco puede oponerse uno a ello, ni a nacer, ni a vivir, ni a
viajar en el tiempo, mientras no se canse de nosotros el tiempo, y nos expulse
al territorio que no discurre. O que no transcurre, que viene a ser lo mismo. Si
nos da tiempo a decir adiós, bien estará y yo no me quejaré”.
Cerca
del mediodía, se abre la puerta de la habitación. Todo ha salido bien hoy. No
me quejaré por esto.
Adiós,
Javier.
viernes, 16 de septiembre de 2022
La colmena
Qué poso de tristeza, desesperanza y dignidad te queda después de ver la adaptación que Mario Camus hizo de 'La colmena', la obra de Camilo José Cela (la que más me gusta, junto a 'Pabellón de reposo', del autor). Todos los intérpretes están magníficos, pero qué escalofrío -da igual las veces que hayas visto la película- cuando el personaje de Charo López se encuentra con el de Pepe Sacristán. Un mundo entero en esos cinco minutos.
miércoles, 14 de septiembre de 2022
Godard
Me acuerdo de aquel teatro convertido por unos días en cine, sesiones dobles con directores de altura, versión original subtitulada,' Al final de la escapada', Seberg, Belmondo, unas calles muy diferentes a las calles de esta ciudad, la soledad de entonces, los libros en la mochila, tantas sueños como expectativas, y la lluvia del invierno, y luego la lluvia de la primavera, Belmondo, Seberg, sus abrazos, y mis quince o dieciséis años.
lunes, 12 de septiembre de 2022
Javier Marías
Se acaba el verano y vuelven a dolerme los huesos. Cosas del norte. Aunque haga calor, la humedad nunca desaparece del todo. Es domingo, once de septiembre. En dirección al Fontán, haciendo el camino más largo, recuerdo que hace catorce años estábamos en Nueva York. También recuerdo aquel jaleo de policías por todas partes, siete años después de los atentados. Y, de repente, ya entre los mercadillos, descubro un ejemplar del Círculo de 'Los enamoramientos', de Javier Marías. Aunque a veces, si están en buen estado y a un precio asequible, compro libros que ya tengo y que me han gustado mucho para regalárselos a mi hermana esta vez no lo hago. António Lobo Antunes tiene la culpa: acabo de hacerme con 'Yo he de amar una piedra', un título que me faltaba del portugués. Le compraré a mi hermana el libro de Marías la semana que viene, pienso. Es ella, mi propia hermana, la que, horas más tarde, en la perezosa tarde del domingo, me comunica la muerte del escritor. Y entonces me acuerdo de mi amiga Beatriz, que tanto le admiraba, y de mí mismo, siendo aún muy joven, disfrutando de su literatura. Desde aquella juventud, se haya ido donde se haya ido, hasta ahora. Sin olvidar aquellas épocas de librero en las que abrir una caja y encontrarme con uno de sus libros era motivo de alegría e impaciencia por ponerme a leer de inmediato. También de inmediato, sus libros iban al escaparate. No volverán esos tiempos, lo sé. Pero ahí, enfrente del rincón donde leo y escribo, están aquellos libros que iban al escaparate, todos ellos. Y, aún en esa tarde perezosa del domingo que se ha vuelto tan triste, cojo uno de los que más me gustan, 'Aquella mitad de mi tiempo', y leo: "Pero no puede decirse -o quizá sí- que hayamos malgastado cada minuto y cada zozobra y cada esfuerzo, por el mero hecho de que se disipen en la memoria. Porque no somos sólo memoria, en contra de lo que se cree. Somos sobre todo espera y acción, esperanza y decisión". Somos todo eso, pienso. Y cada gesto. Y cada lectura que descubrimos, que disfrutamos, que asimilamos. Cada lectura a la que queremos regresar. Lo que nos queda, lo que nos salva.
sábado, 3 de septiembre de 2022
Buena suerte, Leo Grande
Ser atrevido (o atrevida, en este caso, ya que la película está dirigida por una mujer) no es mostrar un cuerpo desnudo. No importa que sea masculino o femenino: aquí se muestran ambos con naturalidad. Y esa naturalidad se agradece, dicho sea de paso, pero no es suficiente. Ser atrevido (atrevida) consiste en profundizar, introducirse en lo complejo, arriesgar. Y esta película, con elementos para hacerlo (mujer de más de 60 años que no ha tenido un orgasmo en su vida, prostitución masculina, matrimonio fallido, hija un tanto a la deriva...), no arriesga. Se queda en la superficie. Está entretenida, es correcta, sin más. No hay carne en el asador, crudeza, realismo. Sesenta años sin un orgasmo, qué lleva a ese chico a la prostitución (y todo ese sórdido mundo), por qué una mujer inteligente y con independencia económica aguanta a un cretino como marido durante más de treinta años, qué hay detrás de esa hija inestable... Incluso se podía ahondar en la historia de esa camarera que aparece al final. Todo eso queda en el aire. Tal vez la escena del desnudo de Emma Thompson sea lo mejor de la función: por su simbolismo, lejos de morbos baratos. Pero no es suficiente. El texto -ojalá alguien se atreva a hincarle el diente con la garra necesaria para las tablas- daba para mucho más. Un sí pero no. Una pena.
martes, 30 de agosto de 2022
Videocambio 100
Último reducto de cultura cinematográfica y coherencia, de unos tiempos que siguen siendo nuestros. Mucho de lo que hoy sé de cine lo aprendí viendo las películas de ese videoclub, el único que se mantiene abierto en esta ciudad, muy cerca de la casa de mis padres. Cine clásico, cine independiente, cine hecho para la televisión americana con grandes estrellas que ya no encontraban hueco en la pantalla grande, cine que no se estrenaba por aquí. Y luego, las primeras series. Las que estaban de moda y las que se iban recuperando poco a poco. Buscar una película, por rara que fuera, y encontrarla en sus estanterías. Esa emoción. Una película. Dos películas. Tres películas. En las interminables tardes y noches de verano, hasta cuatro o cinco películas. Y volver atrás para ver los momentos cumbre, tiempos del VHS, antes de devolverla al día siguiente. Tardes de cine en casa de mi añorada amiga Loli y su hija, Silvia. Noches de cine en casa, solo o con mi hermana. Madrugadas de cine en la penumbra para aliviar un desamor, una infección de garganta o el peso de los días. A raíz de la pandemia, se empezó a decir que antes éramos felices y no lo sabíamos. Nunca estuve de acuerdo con esa frase. Sé distinguir perfectamente los ratos de felicidad (y lo consciente que era entonces de ello) y los otros. Parte de los primeros, para mí, están asociados a ese viaje, el que iba de la casa de mis padres a ese videoclub (y al cine, y a las librerías, y a las bibliotecas, se sobrentiende). El comienzo de la aventura. Con mayúsculas.
miércoles, 24 de agosto de 2022
Solidaridad con Sanna Marin
Solidaridad con Sanna Marin, la primera ministra de Finlandia, después de la polémica y los ataques recibidos tras filtrarse ese vídeo personal donde aparecía divirtiéndose en sus ratos libres (test negativo en drogas). Qué maravilla. Mujeres que han subido sus vídeos a las redes y donde aparecen riendo, bailando, con sus copas en las manos y el rostro alegre de quien se lo está pasando muy bien en la fiesta, que buena falta hace. Las consecuencias de la guerra, el desempleo, el coste de vivir (como diría la escritora Deborah Levy, cuya nueva novela llega en dos meses a las librerías), las huellas alargadas de la pandemia, más los problemas personales que cada una... Todo eso no aparece en los vídeos de estas mujeres. Se queda fuera de plano. Sólo hay lugar para la risa, el buen humor, la música, el baile y los copazos. Como en aquel vídeo en el que Meryl Streep, Christine Baranski y Audra McDonald aparecían cantando 'The ladies who lunch' y bebiendo vino y Martini en los tramos más duros del confinamiento. Recuerdo lo que me animó el vídeo aquel mediodía, encerrado en casa, a la hora de ahuyentar tantos miedos, desvelos y fantasmas como entonces teníamos encima. Qué genialidad, pensé agradecido a aquellas tres mujeres estupendas. Lo mismo que pienso ahora de estas mujeres anónimas y libres defendiendo espontáneamente a la primera ministra de Finlandia. "Si desahogarse en una fiesta es lo peor que ha hecho su primera ministra, entonces es un país bastante afortunado", dijo una colega australiana.
Que viva el vino. Y Stephen Sondheim, también.
lunes, 22 de agosto de 2022
Alcarrás
Domingo por la tarde. Ha llegado el momento de verla (Filmin), después de los horarios restringidos e imposibles (para nosotros) de los únicos cines que quedan en esta ciudad. La película refleja luz y verdad. Y la crueldad de unos tiempos, los que estamos viviendo, en los que parece que todo lo que merece la pena va a desaparecer en cualquier momento. Ese miedo también está muy acentuado en la película. El pasado y el presente. La luminosidad de la infancia, la delicadeza de arrancar un higo del árbol, la sabiduría de los ancianos, la belleza de una caja de melocotones, la perversión económica, el coraje por mantener tu medio de vida, los eternos conflictos familiares cuando surgen los problemas, el maldito dinero. La fuerza de la tierra y quienes quieren debilitarla. Lo cotidiano y su esencia. El sudor del trabajador y las manos que reparan la piel cansada y herida. Hombres y mujeres fuertes y luchadores. La supervivencia. Muchos contrastes. Muchos lugares para la reflexión. Y una cámara, la de Carla Simón, que lo recoge todo con naturalidad, sutileza y elegancia. Qué Oso de Oro del festival de Berlín tan merecido.
domingo, 21 de agosto de 2022
Imagen en movimiento
Con la cabeza echada hacia atrás, cómodamente situada en el sillón, puedo ver la pantalla que hay en el techo. Dentro de ella, peces de diferentes colores se deslizan por el agua. No hay sonido. Sólo movimiento. Sin embargo, ajeno a lo que la dentista está haciendo en mi boca, puedo sentir ese rumor, el del agua que se va ondulando con la inquieta actividad de los peces. Estoy tan concentrado en ese fascinante espectáculo, que tampoco hay pensamiento. Ningún pensamiento. Si la imagen se detuviera, podría tratarse de una fotografía muy luminosa. Pero no se detiene, en ningún momento. Los peces siguen en movimiento y, por un instante, puedo sentir que estoy ahí, junto a ellos, rodeado de agua por todas partes. Ni siquiera las luces que rodean a la pantalla, o la que desprende el foco que apunta hacia mi boca, consiguen distraerme. Estoy ahí. No quiero saber más. No quiero saber lo que vendrá luego. Lo que vendrá en septiembre. Estoy ahí, dentro de esa imagen en movimiento, rodeado de agua. Pequeño y reconfortante paréntesis en medio de este extraño, interminable agosto.
martes, 16 de agosto de 2022
Charles Bukowski
Hombres bebiendo cerveza, y mujeres hartas de sus vidas, y la brusquedad, y la sordidez, y el aburrimiento, y la pobreza, y la ternura, y Linda, y los gatos, y los poemas que trazan brutales mapas de soledades y desvelos en apenas unas pocas palabras.
sábado, 13 de agosto de 2022
Lo que Manuel Astur escribió
Este invento de las redes sociales me recuerda unas palabras que el escritor Manuel Astur (muy recomendable su último libro, 'La aurora cuando surge') escribió sobre mí para el diario El Comercio, tras una intensa y nada solemne tarde de vinos. Han pasado seis años, no sé si seguirá pensando lo mismo, pero me gusta recordarlo así.
domingo, 31 de julio de 2022
Perlora
Todo lo demás -tictac, tictac- ya es fotografía. O está a punto de serlo.
viernes, 29 de julio de 2022
Ámame
Cuando un hombre se siente brutalmente perdido, fuera de control, aislado pese a estar siempre rodeado de gente. Cuando busca refugios imposibles en los que encontrar un poco de calor: orgías sexuales, alcohol, drogas. Cuando siente que ha perdido pie por completo y que todo lo que puede dar sentido a una vida se ha ido al garete. Cuando una mirada rompe la pantalla y te conmueve hasta hacerte daño. La mirada de Leonardo Sbaraglia, impresionante de principio a fin. La manera de ir de un lado para otro sin demasiado criterio. De huir. De aullar. De arañarse. De intentar ganar el combate. Y ahí, a retazos, inexplicable y despiadada como siempre, la vida.
martes, 26 de julio de 2022
Paul y Ray
Paul Sorvino y Ray Liotta. Una foto que apunta muchas cosas.
martes, 19 de julio de 2022
El dios de madera
'El dios de madera' es una interesante película dirigida por Vicente Molina Foix. De hecho, el guion está basado en un antiguo cuento del propio escritor. La emigración ilegal, la diversidad sexual, los diversos encuentros y desencuentros, y el amor que puede surgir cuando se dejan los prejuicios a un lado. Y ahí es donde está lo mejor de la película: la transformación del personaje de Marisa Paredes, una viuda con una existencia un tanto anodina que verá de repente cómo su vida cambia de la noche a la mañana. Su personaje tiene algo de algunas de aquellas mujeres de Tennessee Williams con misteriosos pasados que vivían encerradas en mundos muy reducidos y que, tras un fogonazo inesperado, todo se trastocaba a su alrededor. Y Marisa, que se llevó el premio del Festival de Málaga (y que bien se merecía también un Donostia), lo borda. Solo por su contenido trabajo ya merece la pena ver la película. Está en Netflix.
jueves, 14 de julio de 2022
Paraísos
Empieza a arder la mañana, como una marabunta lejana que fuese acercándose poco a poco desprendiendo fuego por la boca, pero aquí, donde nos refugiamos estos días, todo transcurre de otra manera. El sol ya es incapaz de esconderse. Cielo azul, completamente despejado, y el hilo blanco de un avión al que hoy no me apetece subirme. De la madrugada, solo queda la huella húmeda en la madera y en las páginas de un libro que me olvidé de recoger anoche. Y también ese olor a hierba mojada que es rastro inequívoco de aquella parte de la infancia que transcurrió en un pueblo cercano y que hoy ya solo es territorio de la novela que estoy escribiendo. Paraísos que ya solo pueden habitarse así, con palabras. Piso esa hierba mojada y descubro que un gato que no es mío acaba de comerse las galletas que Lola no quiso ayer. Piso esa hierba mojada que, contra todo pronóstico, no hace daño a mis huesos. De pronto, me doy cuenta de que faltan justo tres meses para llegar a los 51. Sé que la velocidad con la que ha transcurrido este año será ya la misma hasta el final. Pero no hay vértigo ni intensidad, ya no. Lola, a mis espaldas, ahuyenta el silencio de la mañana con esos ladridos que indican que deje ya lo que estoy haciendo y me dedique por completo a ella.
viernes, 8 de julio de 2022
James Caan
James Caan pertenecía a ese grupo de actores que siempre están perfectos en sus papeles. Viejos zorros que se las saben todas. Y que actúan con la misma facilidad con la que mascan tabaco o le lanzan una mirada irónica al personal. Poseía, además, un atractivo muy especial: el que otorga el conocimiento de la vida, el conocimiento de las zonas luminosas y las zonas menos luminosas. Además de sus grandes películas, hay una interpretación que representa bien esto que apunto. La película 'For the boys' (aquí, absurdamente, 'Ayer, hoy y siempre'), junto a Bette Midler. Una especie de cómicos que se dedican a animar a las tropas de diversas guerras. Midler, contenida, realiza uno de sus grandes trabajos, y Caan, también. Lástima que solo ella fuese nominada al Oscar. Nunca se lo dieron, por cierto, pese a merecerlo en más de una ocasión.
martes, 5 de julio de 2022
Supermercado
Hay días en los que, por diversas razones, acercarse al supermercado a comprar algunas cosas imprescindibles se hace demasiado cuesta arriba. Escoger productos, seleccionar ofertas, aguantar (aunque la comprenda) la cara de mala hostia de la cajera, esquivar al viejo de turno que se quiere colar con todo el descaro del mundo. "Disculpe, pero voy yo". Te sale la voz de Richard Burton recién despertado, después de una noche de farra con bourbon y la Taylor. El viejo masculla algo (ni caso), pero se mantiene en su sitio.
martes, 28 de junio de 2022
Otro 28 de junio
A veces, caminando por Viena, uno tiene la sensación de estar en otra época. Las calles, los edificios, los monumentos, los emblemáticos cafés... Y, sin embargo, inesperadamente, uno también se puede encontrar ciertos toques de modernidad. Una música, los carteles de la exposición de algún museo, un paso de cebra con los colores de la bandera gay o unos bancos pintados con esos mismos colores. Así encontramos entonces estos bancos, después de una larga y provechosa caminata, frente a un local de comidas con la estructura de esos cafés antiguos. Clasicismo y modernidad en natural armonía. Naturalidad. Libertad. Tolerancia. Respeto. La vieja Europa acoplándose a los nuevos tiempos. Unos colores, simplemente. Los colores que llevan implícitas esas consignas. Naturalidad. Libertad. Tolerancia. Respeto. ¿Palabras muy repetidas? Puede ser. Pero hoy, a la vista de determinados acontecimientos (constantes agresiones y atentados incluidos), vuelven a ser más necesarias que nunca. Ese mundo en el que todo el mundo tiene el derecho de habitar (recordemos que la homosexualidad sigue estando perseguida y castigada en numerosos lugares). Todos los 28 de junio y todos los años que queden por delante. Así que volvemos a repetirlas. Alerta. Siempre alerta, pese al cansancio acumulado.
viernes, 24 de junio de 2022
San Juan
San Juan. El comienzo del verano. Los paseos por Mieres. El olor de los troncos quemados. Los primeros pantalones cortos. El sabor amargo del Bitter Kas y el de las aceitunas rellenas. El bar Carolina, el auténtico. La comida en casa de los abuelos (Mieres). Las primeras lecturas mientras los demás dormían la siesta. Los coches de choque y el tren de la bruja. El hombre que se escondía debajo de la careta y del vestido de la bruja, su barba cerrada y su intenso olor a tabaco rubio y a whisky cola. Las rodajas de coco. Los helados de corte. El flamenco de aquella manera de los gitanos de la feria. "Si me das a elegir entre tú y la gloria...". La gitana, vestida de luto de la cabeza a los pies, que dice qué niño tan guapo. La curiosidad por todo. El billete arrugado del abuelo, siempre generoso. El libro que pensabas comprar con aquel billete arrugado. La aparición de los primeros deseos, ya muy definidos. Las ganas de ser mayor.
miércoles, 22 de junio de 2022
Marianne en concierto
Hay conciertos que dejan huellas importantes. El de Marianne Faithfull en el Jovellanos, como el de Chavela Vargas en el mismo teatro, es uno de ellos. Aquella voz, aquella presencia, aquella belleza, aquel talento. Todo eso, además de la leyenda y el misterio, a escasos metros de mis ojos, de mis enrojecidas manos de tanto aplaudir. Filmin, dentro de su programación musical, ofrece ahora un concierto de esta mujeraza desde Hollywood, grabado hace unos años. No es lo mismo, claro, pero sigue removiendo entrañas y conciencias. Solo hay que poner en penumbra la habitación y dejarse llevar.