sábado, 28 de diciembre de 2019

Horizonte de sucesos

Creo que no se ha hablado lo suficiente de este libro, 'Horizonte de sucesos', de David Torres, editado por Ars Poética. No lo he visto en ninguna lista con los mejores títulos del año. Y sin embargo, a mi juicio, debería hablarse más de él (leerse más), figurar en esas listas. En la sección de las buenas críticas de los periódicos más destacados. Es un libro de poesía, claro, y con la poesía ya se sabe lo que pasa, no hace falta explicarlo ahora aquí. Pero si aprecian los buenos versos, déjense de tonterías y háganse con un ejemplar, que estos días el dinero todavía corre caliente por muchos bolsillos. 
Adentrarse en este libro es adentrarse en un territorio brutal, despiadado, descarnado, donde tampoco falta la ternura y ese sosiego imprescindible que hace su aparición después de muchas batallas. Las batallas de la vida, del paso del tiempo, de las heridas que cicatrizan con cierta rapidez y de esas otras, la mayoría, que tardan siglos en hacerlo. Nadie apuntó que la cosa (el camino) iba a ser fácil. Y así lo describe David Torres en este poemario de palabra concisa, certera, directa, valiente. Las heridas y las cicatrices. El pasado y el presente. El placer y el dolor. El nudo que aprieta sin piedad en el estómago y la liberación posterior, cuando (casi) todo vuelve a su cauce. Aunque nada, ni siquiera nosotros mismos, seamos los de antes. No puede ser de otro modo, aunque las lecciones siempre terminen por aprenderse tarde. O no terminen de aprenderse nunca. En la imperfección -en nuestra imperfección-, quizá radique el subir y bajar, el bajar y subir, todo ese cansino tránsito. La gracia de todo esto (a vueltas con el camino), pese a todo. 
Ruinas, memoria, resistencia, supervivencia. Esa belleza de la que andamos tan escasos. Poemas de hondo calado. Sosiego, al fin. 

jueves, 26 de diciembre de 2019

26 de diciembre de 1978

Me imagino que aquel 26 de diciembre de 1978, cuando se despenalizó la homosexualidad en este país, estaría feliz en mi casa, con mis padres y mi hermana, que por entonces era casi un bebé, lejos del acoso (entonces no se llamaba así, simplemente se trataba de "meterse con el maricón") que sufría en aquel colegio por el hecho de ser diferente.  
De ese acoso hablé en mi primera novela, 'El tiempo que vendrá', y ahora mismo lo estoy haciendo en el cuento que mi querido amigo Manolo me ha pedido para el libro que está coordinando sobre fútbol. Porque, para mí, el hecho de que me obligaran a jugar al fútbol también era un infierno. 
Por ese acoso sufrido (aunque cuando te está sucediendo crees que sólo te está pasando a ti en todo el mundo), como tantas otras personas homosexuales, alzo la voz. 
Y recuerdo lo que sucedió en este país aquel diciembre de 1978. 

miércoles, 25 de diciembre de 2019

otra navidad, esta navidad

otra navidad, esta navidad

la primera navidad que pasamos juntos, 
recuerdo que tuve miedo al
pensar que todo aquello terminaría
cualquier noche y 
cada uno regresaría,
con cicatrices hasta en los párpados,
al punto de partida. 

aquella manera de mirar,
de desear la otra piel, 
de beber vino en las tabernas,
de buscar el placer en callejones oscuros. 

han pasado casi trece años.

y hoy, al despertarme
-aún sin rastro de luz
colándose por las rendijas-,
y besar su nuca 
y rodear su cintura con mi
brazo derecho,
me he sentido un hombre afortunado,
alejado ya de aquel temblor. 


martes, 24 de diciembre de 2019

Nochebuena 2019

Salud. Es un tópico, lo sé. Pero quienes convivimos con personas que padecen enfermedades degenerativas de espantoso nombre como la que sufre mi madre es la palabra a la que nos agarramos con más fuerza, aunque caigamos en el tópico por excelencia de estos días. A veces, cuando la enfermedad se manifiesta de forma ineludible, huyen en estampida las risas y la alegría. Y mi único empeño es atraparlas de nuevo a las dos, risas y alegría, para que no se sienta aún más frágil. 
Así las cosas, salud y risas son para mí fundamentales. 
Y buen vino, y mejor música, cine y literatura. 
No creo que haya mejores deseos. Los que os envío hoy desde aquí. 

viernes, 20 de diciembre de 2019

María Jiménez

Tantas noches en aquel garito de Gijón donde cantaban los gitanos y bebíamos J&B o Ballantine´s porque, según ellos mismos decían, "aquí no hay otro wizki". Noches, como es de suponer, que acababan al amanecer, cerca del mar. En Oviedo, si Yolanda estaba flamenca, que casi siempre lo estaba, se encendían las luces de La Santa y nos íbamos a la cama con aquella sentencia de María Jiménez, 'Se acabó', aunque a veces la noche, siendo ya de día, no se daba por finalizada, el domingo tenía muchas horas para dormir. Tiempos de excesos, lejos de preocupaciones, mientras el cuerpo aguantase. Tiempos de descubrimientos y celebración de la amistad (luego, el propio tiempo se encargaría de demostrar que la mayoría de aquellas amistades sólo eran válidas para la juerga, pero ésa ya es otra historia). La Jiménez era mucha Jiménez. La Jiménez sigue siendo mucha Jiménez. De todo aquello, ya sólo queda el recuerdo y la manera en la que utilizamos esos recuerdos en las historias que escribimos. 
Y, sin embargo, hoy un regalo: María Jiménez canta con Miguel Poveda.  

jueves, 19 de diciembre de 2019

Edith Piaf

Un día de diciembre como el de hoy nacía en París una de las voces más importantes de la música, Edith Piaf. Su voz, tan poderosa y tan frágil que parece que va a romperse de un momento a otro, me ha acompañado a lo largo de mi vida en momentos cruciales: de amor, de desamor, de alegría, de desesperación, de escritura... Puede que 'La Foule' sea mi canción favorita de la cantante. En apenas dos minutos, caben todas las emociones posibles, arriba y abajo, arriba y abajo, sentimientos y situaciones que la acercan y la separan del hombre al que ama. 
Los inconvenientes del destino. El gentío. 
Esa voz, poderosa y frágil al mismo tiempo, que pasa de la euforia más alta a una inesperada tristeza. 
Esa voz que sube, que sube, que sube, y que luego se rompe. 
Sublime pájaro herido y alcoholizado.  

miércoles, 18 de diciembre de 2019

Historia de un matrimonio

Yo creo que Noah Baumbach le dio el guion de 'Historia de un matrimonio' a Scarlett Johansson y le dijo: revisa todas las interpretaciones de Gena Rowlands en las películas de Cassavetes, que yo, de paso, reviso las propias películas. Y así, bajo la influencia de los dioses, más los talentos propios, nació esta maravilla de película. Que podría ser también Bergman o Allen (hay toques), pero el dios John puede con todos, de principio a fin. 

jueves, 5 de diciembre de 2019

Arroz

A mí padre, como a mí, le encanta el arroz. En todas sus variantes: del más sofisticado al más sencillo. El arroz y los veranos en el sur, recuerda siempre. Yo también recuerdo el arroz en aquellos veranos.  Y el arroz que preparaba mi madre cuando, de niño, tenía constantes infecciones de garganta porque era lo único que me apetecía comer. Suelo hacerlo a menudo porque sé que le hace feliz, y uno ya no busca más que hacer felices a los seres que quiere. Ayer, tras enterarme de la muerte del padre de mi querida Toni Rodero, me metí en la cocina, abrí la nevera para ver de qué disponía para preparar un arroz apañado y me dispuse a ello. Esos resortes que tenemos en la cabeza. Hilos que se conectan con otros hilos, y todo eso. La vida, fuera grandilocuencias, se basa en esos detalles que aparentemente parecen insignificantes. Un arroz con cuatro cosas y Nina Simone al fondo. ¿Cuántas veces lo habré preparado? ¿Cuántas veces más lo haré? Quién sabe. Y además tampoco conviene pensar demasiado en ello. 
Hice el arroz con esas cuatro cosas. Nina Simone y 'My sweet lord' (cuya versión extendida en la fantástica obra de teatro 'Las canciones' es algo más que una canción: es una especie de catarsis salvaje y alucinante). Me acordé todo el rato de mi amiga Toni, de las fotos que colgaba con su padre en sus redes sociales. De lo que debe sentir uno cuando se queda huérfano. Y ya está. 
(El arroz, aunque quede mal decirlo, estaba muy bueno). 

miércoles, 4 de diciembre de 2019

Javier Aguirre y Esperanza Roy

Él era director de cine. Ella, actriz. Una actriz enorme. Juntos hicieron varias películas. 'Vida perra' es una película aparte. Algo insólito en nuestro cine. Él dirigía. Ella, interpretaba de un modo casi tan brutal como mostraba el texto de Ángel Vázquez, 'La vida perra de Juanita Narboni'. 
Javier Aguirre y Esperanza Roy.
Hace unas semanas, ambos recibían el Premio Nacional de Cinematografía. 
(Los reconocimientos en este país, salvo excepciones, siempre llegan tarde). 
Él no pudo ir a recogerlo. Ella dijo que hacía demasiado frío para que él, delicado de salud, saliese de casa. 
Hoy, él, Javier Aguirre, ha muerto. 
Y aquí los recordamos. A los dos. 

martes, 3 de diciembre de 2019

Lluvia

Hay que vencer la pereza y salia a la calle, a caminar, pese a la lluvia que no concede ninguna tregua estos días. Lluvia y más lluvia. No me molesta el frío, estamos en la época, pero la lluvia me cansa. Sobre todo, para salir a caminar. Sin embargo, lo hago: botas, anorak, bufanda, paraguas. No será un paseo demasiado largo, pero conviene ir prevenido. A media mañana, hay bastante tráfico -pitidos, amago de atascos, voces airadas que salen del interior de algunos coches- y la gente camina apresurada por las aceras, como si hubiese salido para hacer algún recado ineludible y desease regresar lo más pronto posible a su casa. Atravieso el Campo San Francisco, evitando los charcos y esas hojas caídas que al pisarlas te hacen resbalar. Camino despacio. No tengo prisa. No voy a ningún sitio concreto. Salgo para caminar, para despejar la mente. Pienso en la protagonista de mi novela, en la última página que he escrito, en la próxima que voy a escribir. Toda la historia está muy clara dentro de mi cabeza. Pero hay que ir con cuidado: el tema central es (vamos a decirlo así) delicado. Y como todos los temas delicados, requieren mucho trabajo, mucha paciencia. Utilizar, más que nunca, la sutileza. A diferencia de mí con este paseo, sé claramente hasta dónde va a llegar esa mujer, hasta dónde está llegando. Explicar bien los motivos de su decisión es la tarea de las madrugadas de los últimos meses. 
Sigo caminando. Como ya no llueve con tanta fuerza, regreso a casa por el Parque de Invierno. Que sea un paseo largo. Todos los árboles tienen las hojas amarillas, y el otoño se confunde por momentos con el invierno. Supongo que tarde o temprano terminará nevando. 
La imagen de dos paraguas enterrados en una papelera cercana, destrozados por el viento, es la última que atisbo antes de entrar en el portal. 

domingo, 1 de diciembre de 2019

Cansancio

Como nos resistimos a dejar de ver el cine en pantalla grande, vamos casi todas las semanas. Estamos en una buena temporada de estrenos. Ayer decidimos ir a ver 'La hija de un ladrón', protagonizada por Eduard Fernández (su personaje es repulsivo, y él consigue que lo detestes) y su hija, Greta Fernández, Concha de Plata en San Sebastián. Es dura, seca, realista. Salimos del cine comentando eso. Al poco rato, ya de regreso a casa, se hace de noche. Y se encienden todas las luces de Navidad. Los comercios llevan vendiendo la matraca navideña desde hace semanas. La gente va cargada de bolsas. La típica euforia de estos días que, a estas alturas, me cansa y me resulta tan excesiva como fuera de lugar. Si tuviese una casa en el monte, me iría a vivir a ella hasta el 8 de enero. Lejos. Lo más lejos posible de toda esta parafernalia, de toda esta falsedad. Varias personas, con la mano estirada, se acercan para pedirnos dinero (suele ocurrir casi todos los días, a una hora u otra). Las dos caras de la moneda: el consumo excesivo y la necesidad. Cada vez me resulta más insoportable todo eso. La desigualdad. Vivir en una mentira, en un mundo de mierda. A ver quién lleva la bolsa más cargada y tiene más luces en su calle.     
No se trata de demagogia (y si suena así, me da igual), sino de realidad pura y dura. Y de impotencia, hastío, cansancio. 

viernes, 29 de noviembre de 2019

Los 80 de la Velasco

Nos has hecho reír, llorar, soñar, emocionarnos. Nos has hecho viajar a otras ciudades sólo para ver tus interpretaciones. Nos has hecho sentir que podías ser una santa, una loca enamorada, una buena mujer, una mala mujer, una mujer seductora, una mujer guapa, una mujer fea, una mujer perdedora (varias, en realidad, como correspondía a aquellas mujeres que perdieron la guerra), una mujer desabrochada, una mujer enclaustrada que se largó más allá del jardín, una mujer cuyo mayor deseo era bailar... Una mujer de rompe y rasga. Pim, pam, pum... ¡fuego! Nos has enseñado las tetas con descaro y elegancia y nos has dado las buenas noches, como a tu madre teatral, aquella Mary Carrillo que hilaba con tanta elegancia cada personaje y a la que considerabas una de tus maestras, como no podía ser de otra forma. Nos has ofrecido espectáculos dignos del mejor Broadway, Hello Dolly, tantatararararará (aún recuerdo el olor de tu perfume desde las primeras filas), y nos has convencido de que no te equivocaste lo más mínimo cuando gritaste aquello de que querías ser artista. Qué otra cosa si no. 
Felices 80, Conchita, Concha. La Velasco. 

lunes, 25 de noviembre de 2019

Otro 25 de noviembre

Que no te engañe esa gente que quiere empoderar a la mujer cosiendo botones y que se aparta de la foto cuando hay una protesta. La violencia machista existe y está extendida como una auténtica plaga por cada rincón del planeta. No se llama violencia en el hogar, ni violencia en el embarcadero. Se llama así, con todas las letras, violencia machista. Punto. Esa violencia que engendra falta de respeto, odio, muerte. Y miedo, no nos olvidemos del miedo. Ese miedo que precede al asesinato es una de las peores circunstancias por la que pasa la mujer que es maltratada. Ese miedo que paraliza, que aniquila, que rompe por dentro a quien lo sufre. Miedo a no haber dicho lo correcto, miedo a que la cena esté fría, miedo a que estás mirando a donde él piensa que estás mirando (otro hombre, básicamente) siendo mentira, miedo a que esa noche vuelvan las hostias, miedo a la penetración sin consentimiento...  Miedo, y el vacío posterior. Ese vacío que, después de todo lo ocurrido y si tiene la suerte de no haber perdido la vida a manos del maltratador, convierte a la mujer en un trapo. Y convertir ese trapo en lo que fue, una mujer, es un camino complicado y doloroso. 
La violencia machista (que sigue matando mientras escribo esto) es un problema de toda la sociedad. La violencia machista se previene con educación (en casa y en el colegio, por este orden). Las leyes y quienes las representan tienen que proteger con firmeza a las mujeres que se ven envueltas en esta locura. 
¿Obviedades? ¿Palabras repetidas? Desde luego, y aun así ahí sigue cada vez más abultada la lista de mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas. 
Que las voces alzadas de hoy sean las voces de todos los días hasta que todo esto llegue a su fin. 

viernes, 22 de noviembre de 2019

La Nati

El destino, fiel a su idea de la contradicción y el capricho, quiso que nos encontrásemos una tarde cualquiera. No importa ahora en qué tiempo ni en qué circunstancias porque, a estas alturas, todo parece ya muy lejano. Enseguida conectamos. Y surgió la complicidad, el afecto, la amistad. Nos apoyamos en momentos conflictivos de nuestras respectivas vidas. Y también nos reímos mucho. De casi todo, empezando por la mediocridad y terminando por nosotros mismos. Seguiremos haciéndolo. 
Natividad, Nati, la Nati. Nerviosa, inquieta, divertida, sarcástica, generosa. La voz de Lola Gaos y el esqueleto de Marisa Paredes. Una de las mujeres más bravas y luchadoras que conozco. Lo diré claro: una mujer extraordinaria. 
La Nati. Mi amiga. Qué adecuadas resultan hoy, al escribirlas, esas dos palabras. 

lunes, 18 de noviembre de 2019

Otra madre

Una madre pierde a un hijo de seis años. Y ahora, diez años después de esa pérdida, la madre deambula (es la palabra exacta, deambula) por la misma playa en la que el niño desapareció. Este es el núcleo central de la nueva película de Rodrigo Sorogoyen, 'Madre'. Utiliza el impactante corto de igual título para arrancar la película, pero, tras esos diecinueve minutos impecables, la historia sigue por otros derroteros. Al director no le interesa contar lo que sucedió realmente, huye de lo que se podía esperar. Giro radical en el guión. Se centra en el personaje de la madre, en su desganada relación con su nueva pareja, en sus estados interiores, en su tormento particular. Ese deambular de la madre: los gestos mecánicos y la mirada ausente de quien conoce las particularidades del infierno y de ese otro infierno que pueden ser los otros. Ese dolor. Marta Nieto consigue transmitir esa sensación de absoluta derrota, de pérdida y de desgana: tanto con las palabras como con los silencios. Y entonces, aparece un chico en esa playa que piensa que puede ser su hijo. Ahí, en esa relación, está lo mejor de la película. Hay algo turbio y fascinante en esos encuentros. Un misterio. Un enigma. Muchas sombras, muchas dudas y pocas certezas. Y un final inesperado y sorprendente, que no evita la sorpresa ni el escalofrío (como también ocurría en la espléndida 'Stockholm'). Una verdad que puede tener muchas caras o, quizá, solo una. 

sábado, 16 de noviembre de 2019

Un cuentista extraordinario

Ha muerto Stephen Dixon, un cuentista extraordinario. Uno de esos escritores que van al grano, que buscan la palabra precisa, que emplean la sutileza de modo impecable. Sus temas son los temas esenciales: las relaciones de pareja, la pérdida, el miedo... Lo cotidiano. Lo insignificante que somos en un mundo lleno de gente que, pese a la variedad, la procedencia y las circunstancias personales, sufre y goza con lo mismo (los temas esenciales). Y pese a esa insignificancia, los problemas que somos capaces de crear y encarar. 
Lo tuve muy presente mientras escribía los relatos de 'Mujer en el bar', así como estos últimos que he ido publicando en diversos libros colectivos, editados por alternativas y Más madera. 
Lo tendré presente en los próximos relatos que vaya escribiendo, no me cabe duda. 
Ojalá se traduzcan pronto más historias del señor Dixon. Palabras mayores. 

jueves, 7 de noviembre de 2019

Tres años después, Leonard Cohen

En la cocina, mientras preparo el desayuno, rememoro la escena como si se tratase de la escena de una de esas películas que hemos visto numerosas veces. Dos hombres, en silencio, frente a un hotel. Dos hombres, él y yo. Un hotel, el Chelsea de Nueva York. ¿Qué hacemos allí? Nada, en realidad. O todo, según se mire. Uno viaja por muchos motivos y uno de ellos, en nuestro caso, es conocer los lugares donde alguna vez estuvieron esas personas a las que admiras profundamente desde la juventud. Imaginando, en aquel cálido septiembre, a Leonard Cohen y a Janis Joplin en una de las habitaciones de un hotel desvencijado, detrás de alguno de aquellos visillos viejos y sucios que entonces, probablemente, no fuesen tan viejos y sucios. O quizá sí: las leyendas siempre se enredan en lo cotidiano. Un hombre y una mujer que se necesitaban y que no se necesitaban, que eran feos pero tenían la música, encerrados en aquella habitación. La habitación que, años más tarde, a aquellos dos hombres, él y yo, les hubiese gustado conocer. 
La historia es tan sencilla como el desayuno que estoy preparando. 
Y suena su música, claro. Y la de Marianne Faithfull evocándolo: "I love to speak with Leonard". 
No podía ser de otro modo. 

martes, 5 de noviembre de 2019

Una silla abandonada

La silla está ahí, abandonada a su suerte, al lado de los contenedores de reciclaje. A la intemperie, bajo la tormenta de un día de otoño que parece un día de invierno. ¿En qué salón, salita, dormitorio o espacio para la costura habrá pasado sus días? ¿Quién se habrá sentado en ella? ¿Qué conversaciones mantuvieron y con quiénes esas personas que la utilizaron? Quizá se ha desmantelado recientemente  la casa de una pareja de ancianos y la silla terminó ahí, un día cualquiera de la semana. Martes, para ser exactos. Un martes que se pierde en el calendario de este mes un tanto anodino, noviembre, que nos conduce directamente a la vorágine de unas fiestas que a casi nadie le apetece ya celebrar, estragos y más estragos, lotería que no toca, falsedad y risas enlatadas, besos de compromiso y olor a cordero por todas partes, roscones de unos Reyes que sólo tuvieron gracia en aquella lejana infancia. Tal vez el hombre murió primero y la mujer conservó la silla donde tanto había cosido junto a la ventana hasta el final. La silla, ahora a la espera de la recogida por parte de los operarios del ayuntamiento, duró casi tanto como su vida, casi tanto como su matrimonio. Un hombre y una mujer que, finalmente, puede que ya no tuvieran nada que decirse, puede que ya no recordaran nada, y menos aún la procedencia o la utilidad de esa silla, abandonada en esta mañana triste y lluviosa que, si lo analizas en profundidad, uno no sabe muy bien qué sentido tiene. 

domingo, 3 de noviembre de 2019

En un café de Berlín

El amor también puede ser eso:
contemplar juntos la vida 
que hay al otro lado de un cristal. 
Una noche cualquiera, 
en un país frío y lejano. 
Pedir dos copas de vino, 
y hacer que los dedos 
se rocen con disimulo
mientras señalamos 
un punto en el mapa. 
El itinerario de la mañana siguiente.
El amor, 
en su esencia, 
era simplemente eso. 
Dos voces, un viaje, un proyecto. 

jueves, 31 de octubre de 2019

Hartazgo

Vengo de la calle. Abro el buzón. Junto a la publicidad habitual, varios sobres (por duplicado, claro) con las papeletas de partidos a los que no votaría ni después de beber botella y media de ginebra de garrafa. ¿Es necesario todo este gasto? ¿No tenemos la suficiente madurez como para ir al colegio correspondiente y coger las papeletas que mejor nos parezcan? ¿Se piensan que así nos van a convencer de alguna manera? ¿Picará alguien? 
Venga, todo para la basura. 
De verdad, qué hartazgo. 

miércoles, 30 de octubre de 2019

Breve apunte sobre 'Vida perfecta'

Inteligente, divertida, conmovedora, triste, nostálgica. 'Vida perfecta', la serie dirigida por Leticia Dolera, refleja muy bien las contradicciones de hombres y mujeres, y las dificultades de estos tiempos para salir adelante en todos los aspectos. Hacía tiempo que Celia Freijeiro necesitaba un papel a la altura de su talento, y aquí lo tiene. Y Aixa Villagran y Enric Auquer, dos descubrimientos que lo bordan. 
Ojalá haya segunda temporada. 

miércoles, 23 de octubre de 2019

Najwa Nimri

Najwa Nimri me gusta desde que vi su primera película, 'Salto al vacío', en una de las salas de los desaparecidos cines Clarín. Era una presencia impactante, salvaje, muy llamativa. Luego, en 'Pasajes', tuvo un mano mano glorioso con Charo López. Desde entonces, no he dejado de ver ninguna de sus interpretaciones. Soy de esas personas que considera 'Los amantes del Círculo Polar', de Julio Medem, una de las mejores películas del cine español reciente. El año pasado, interpretando a una cantante muy peculiar, estaba soberbia en 'Quién te cantará', de Carlos Vermut, aunque todos los premios se los llevara Eva Llorach. 
Ayer, en Valladolid, recogió su Espiga de Honor. 

sábado, 19 de octubre de 2019

Lo que cuenta

Dejando a un lado tanto mal rollo como estamos viendo estos días en las redes sociales y en las calles, emocionado aún con las palabras que pronunció ayer la estupenda escritora Siri Hustvedt, me centro en lo que verdaderamente me consuela de todo ese vértigo -la literatura, la belleza, la creación, la palabra...-, y aprovecho para felicitar a Rosa Montero por ese premio que le han otorgado los Libreros de Madrid. 
Y no, no me hace falta que hoy sea el día del cáncer de mama, el color rosa, la solidaridad aparente y todo eso. Esas dos mujeres a las que quiero y que están luchando -como tantas otras- contra la enfermedad en estos momentos están presentes en este día y en todos los demás. Parece que todo va bien, y con eso, ahora mismo, me quedo. 

martes, 15 de octubre de 2019

En penumbra

El ruido de la calle queda amortiguado por los cristales de la ventana. Aunque el día ha sido oscuro y lluvioso, aún quedan algunos flecos de luz. Los invitados ya se han ido. Todavía están sobre la mesa los papeles que envolvían los regalos que mi hermana, siempre tan generosa, nos ha traído. Hace un poco de frío. Desde la penumbra del salón, observamos cómo se van encendiendo las lámparas en el edificio de enfrente. Los niños que vuelven del colegio, las cocinas que se preparan para la cena, la televisión que se enciende para estar al tanto de las últimas noticias... Los cumpleaños hay que celebrarlos, aunque, siendo sinceros, según van pasando los años, las cosas ya se viven de otra manera. No se trata de cansancio ni de falta de ilusión, no hay nada negativo en todo esto. La vida se va transformando, va cambiando como nuestros propios rostros. Sólo eso. Y casi pasamos por este día de puntillas, sin hacer mucho ruido, confiando en que dentro de un año todos estemos por aquí y podamos recordar de nuevo a las amigas que ya no están. Tu rostro. Lo observo, aún desde la penumbra. No soy fuerte ni poderoso, diría utilizando las palabras con las que Nélida Piñon abre su 'Libro de horas'. Observo tu rostro sereno, y ya está. Es suficiente. Enciendo la lámpara y comienzo a recoger la mesa. Todo, o casi todo, está en orden. 

domingo, 13 de octubre de 2019

Mientras dure la guerra

Lo reconozco: me daba un poco de pereza ir a ver la película de Alejandro Amenábar, 'Mientras dure la guerra'. No había ningún motivo concreto ni soy de esas personas que dicen "otra película sobre la guerra civil". Todo lo contrario: me interesan mucho casi todas las películas españolas que se han filmado al respecto, donde hay grandes obras. El caso: que ayer fui a verla. Y me gustó mucho más de lo que esperaba. Es una buena historia, está bien contada y tiene momentos muy conmovedores. Karra Elejalde está genial, un Unamuno con sus dudas y contradicciones, con su aflicción y su dolor por el panorama que se le avecinaba a este país. También las actrices secundarias (Inma Cuevas, Patricia López y Nathalie Poza) están espléndidas. Y luego está Eduard Fernández, claro, que, como dijo el otro día Carmen Machi, es Dios. 

viernes, 11 de octubre de 2019

That´s life

Joaquin Phoenix realiza una de las actuaciones masculinas más memorables que recuerdo de los últimos tiempos en 'Joker', esa película oscura, desgarrada, tristísima, tan sobresaliente como esa banda sonora que da tremendo significado a muchos pasajes de la historia. Phoenix tenía todas las papeletas para haberse desbordado, pero no lo hace: mantiene el equilibrio en cada plano, de igual modo que lo hace con sus zapatones de payaso en los bailes sobre las escaleras mojadas de los callejones de la tenebrosa ciudad, ofreciendo una interpretación llena de matices que sitúan a su personaje entre lo sublime y lo patético, entre lo real y lo imaginario, donde debe estar. 
Frances Conroy es una gran actriz. Aquí, en el papel de la madre de Phoenix, saca gran partido a esa fragilidad que domina como pocas y que ya demostró en otros papeles. Sólo por la escena de la bañera merecía llevarse el Óscar a la mejor actriz de reparto y unos cuantos premios más.  
Fragilidad, locura, tiempos nuevos, tiempos viejos, tiempos farragosos. Definitivamente, tiempos salvajes. 
That´s life.

jueves, 10 de octubre de 2019

Apunte sobre Berlín

En Berlín, la pasada semana, me impresionaron más esas partes del muro original que se conservan en el Museo Märkischen que la visita a lo que queda del propio muro, ahora pintado con imágenes de diferentes artistas. La decrepitud le otorga a la piedra el verdadero símbolo de lo que fue todo aquello. La ciudad dividida en dos partes. El pensamiento de sus habitantes. El miedo o la resignación, o ambas cosas. Y la frialdad como emblema. El frío físico y el frío moral. Paseando por allí puedes sentir ambos conceptos. Y te sientes un poco a la intemperie, como si las cicatrices -tantas, tantas- aún no estuvieran completamente cerradas.

sábado, 5 de octubre de 2019

Aullar

Mañana soleada, paisajes verdes, inquietante tranquilidad. En el tren, camino de Sachsenhausen, el campo de concentración situado a unos 35 kilómetros de Berlín, fui pensando en toda aquella gente que había hecho el mismo recorrido que nosotros en dirección a aquel infierno. ¿En qué irían pensando ellos? ¿A qué se aferrarían? ¿Serían conscientes de lo que les esperaba? Supongo que el miedo más atroz estaría por encima de cualquier pensamiento. Puede que el miedo llegase incluso a inmovilizar los movimientos más básicos: estirar una pierna, llevarse un dedo al rostro, poner una mano sobre la otra. 
Luego, de regreso, tras ver todo aquello, el silencio. No podíamos decir nada. Un profundo vacío se instaló en nuestro cuerpo. Ganas de llorar, de gritar, de borrar de la cabeza aquellas imágenes. Pensar en el genocidio nazi es aullar, vino a decir Marguerite Duras en sus textos. Y creo que es la única palabra que se acerca a la definición de aquella barbarie. 
Aullar. 

viernes, 4 de octubre de 2019

Dos billetes para Alexanderplatz

Dos billetes para Alexanderplatz 

El conductor de autobuses
tenía los ojos azules, 
el pelo rubio, 
cara de sueño y 
una polla enorme
(imposible no fijarse). 

Me quitó bruscamente 
los catorce euros de la mano
y me entregó un par de billetes. 

Nos sentamos en los primeros asientos.
La gente se movía en bicicleta, 
a pesar de la lluvia. 

Uno de aquellos tipos
-impermeable transparente,
gorro en la cabeza-
se aproximó demasiado y 
el conductor farfulló algo
-el alemán, ese idioma-
de malos modos. 

Alexanderplatz, dijo después,
señalando con el dedo 
el final del trayecto. 

Nos bajamos.
El conductor arrancó 
a toda velocidad, 
pensando, 
probablemente,
en toda la jornada que 
tenía por delante, 
en la mujer que 
había dejado en la cama.

Maldiciendo la lluvia.



domingo, 22 de septiembre de 2019

Meriendas

Aquella lejana tarde en Madrid, todavía con tiempo para entrar en el teatro, descubrimos una panadería. Y descubrimos que en la panadería había tarta de zanahoria. Pedimos un trozo para compartir y dos cafés. Aún era verano. Ni rastro de prendas de abrigo ni brisas suaves al atardecer. Las piernas cansadas de tanta caminata y la bolsa con libros recién comprados al lado, como preciado tesoro. Le hice una foto a la tarta y a los cafés, y la guardé en la memoria del móvil. Atrapar esos pequeños detalles para recuperarlos cualquiera de esas tardes eternas de domingo en las que todo parece imposible. En eso consiste todo esto: vivir y recuperar lo vivido. Y planificar, cuando sea posible, el regreso. La merienda, la caminata, los libros, el teatro... Volver a los lugares donde una fotografía captó, en toda su amplitud, el sentido de todo. La sensación de que no estamos perdidos. 

miércoles, 18 de septiembre de 2019

Nuevas elecciones

Estamos todos hasta los cojones. O hasta los ovarios, que nadie se sienta fuera de lugar. El hartazgo, como el amor, no conoce de sexos. Y tenemos derecho a patalear y al pim pam pum. O sea, a disparar (metafóricamente, claro, que hoy conviene aclararlo todo, no vaya a ser) contra el candidato que menos nos guste. Contra los que menos nos gusten. Contra todos ellos, en realidad, si somos serios y sinceros, que eso de que aquí dos no discuten si uno no quiere es tan sagrado como el pan (que mucha gente no tiene para llevarse a la boca, por cierto: esas pequeñas cosas, pelillos a la mar, menudencias). Disparar nuestra ira, nuestro cansancio, nuestro monumental enfado. Patalear. Gritar. Desahogarse. Que si Pedro, que si Pablo, que si Pablo, que si Albert. En casa, en las redes sociales, en los bares... Cuidado aquí, que el vino (en exceso) es muy malo y terminamos tirando de la coleta (no va con segundas, ojo) al otro, y el del chigre tampoco tiene la culpa ni ganas de más rollos, que, como todos, bastante tiene con lo que tiene: llegar a fin de mes. 
Bien. Ya estamos todos desahogados. Hasta los cojones o hasta los ovarios, que ese cabreo no nos lo va a quitar nadie, pero desahogados. Ahora lo que procede es ir a votar de nuevo. A nadie le apetece y todo el mundo está temblando por si lo llaman para una mesa electoral, ya lo sé. Pero es lo que hay: nadie dijo que la democracia fuese perfecta. La dibujaron así, que diría Jessica Rabbit de sí misma con la turbia voz de Kathleen Turner. Y aun así, en su imperfección, es lo mejor que nos puede pasar. No lo olvidemos. Lo demás son dictaduras, disparos (reales, esta vez) y órdenes al grito de aquel inolvidable "se sienten, coño". Conocemos la historia. Y si sus hijos no la conocen, toca ponerse a explicar. Como toca explicar a las hijas, si no se ha hecho ya, que durante la dictadura las mujeres estuvieron anuladas y las minorías acribilladas. Por eso, porque conocemos la historia (incluso algunos vivimos una fea parte de la misma), mejor tratar de no olvidarla. 
Es lo que queda, demostrar responsabilidad e ir a votar, con buena cara o mala cara, con dos Martinis o con tres, con alegría o maldiciendo por lo bajo, pero votar. Eso sí, la campaña electoral no es necesario seguirla. Como los diálogos de nuestras películas favoritas, nos la sabemos de memoria. 

lunes, 16 de septiembre de 2019

Esa música que fluye

De una de las viviendas del edificio de enfrente, como sucede otros domingos, llega la inconfundible música de 'El Padrino' y le añade a la tarde un nuevo e inevitable aire de melancolía. Tardes de cine, noches de cine, madrugadas de cine. Historias que hacían más llevadero aquel camino que no sabíamos muy bien hacia dónde nos llevaría. No pienso hoy en los amigos que me han decepcionado o se han muerto (esto último es mentira: en los que se han muerto pienso todos los días). No pienso en otras circunstancias adversas. No pienso tampoco en el futuro. ¿Para qué? El destino siempre es más contundente que cualquier pensamiento. Pienso, mientras esa música fluye de una ventana desconocida a la mía, en aquellos momentos, en el interior de un cine o en la penumbra del salón de la casa de mis padres, sintiéndome el hombre más solo del mundo y también el más feliz, no hay queja. Tardes, noches, madrugadas. Todo eso que forma parte de mi equipaje (como esa música que continúa sonando y que trae a mi cabeza multitud de imágenes). Ahora que el equipaje es memoria (buena memoria, cierto) y poco más. 

miércoles, 11 de septiembre de 2019

Las vueltas de la memoria

El economato de Mieres era todo un emblema, un referente de aquella infancia, finales de los 70. Caminar por las calles de los alrededores, tomar algo en un bar cercano con los abuelos, sentir el bullicio de lo cotidiano. No hace mucho tiempo aún lo visitábamos en busca de una determinada marca de café que descubrimos en el sur y que por aquí sólo la tenían ellos. 
Esta mañana, callejeando por la ciudad, lejos de nuestro barrio, descubrí que el local, ahora en Oviedo, acababa de abrir sus puertas. Unas fotografías antiguas que recuerdan al viejo economato adornan la entrada. 
Ni rastro de nuestro café. La esencia, en su interior, tampoco es la misma. Y sin embargo, todos aquellos recuerdos se han hecho, de repente, muy presentes. 
Las vueltas de la memoria. Sus escondites. 

martes, 10 de septiembre de 2019

De viajes y naufragios

La vida nunca es una línea recta, un camino fiable, una idea inquebrantable, una balsa segura. La vida es un revoltijo de contrastes, altibajos, luces, sombras, silencios, pasiones, búsquedas, naufragios, secretos, traiciones, luchas y olvidos. La vida está compuesta de historias que ocurren, que se nombran, y otras, tan destacadas como esas, que se ocultan, que no se nombran porque el miedo algunas veces es demasiado poderoso y paralizante. (Puede que el miedo, en cualquiera de sus variantes, sea lo que nos impide prolongar esos instantes de felicidad efímera que a ratos nos conceden y, al cabo de un tiempo, casi se vuelven espejismos, bruma). La vida, en definitiva, es como un río largo y caudaloso en el que a veces puedes bañarte con placidez, sin preocupaciones, disfrutando de una calma que puede ser engañosa, pero que en esos momentos no lo parece en absoluto, y también puede ser una corriente que te arrastre definitivamente, sin vuelta atrás, acarreando numerosos conflictos y variadas y peligrosas consecuencias. 
Me vienen todas estas reflexiones a la cabeza después de leer la última novela de Laura Castañón, 'Todos los naufragios', publicada -como la anterior, 'La noche que no paró de llover', con la que tiene más de un punto de conexión- por la editorial Destino. Una novela en la que, desde la primera página, te sumerges como en un viaje al que, a pesar de los trompicones y vaivenes que sufren sus protagonistas (los contrastes de la vida a los que antes aludía: siempre presentes, siempre tratando de alcanzarnos con sus mordiscos y vendavales), no quieres renunciar. El viaje comienza y no hay retorno. El viaje, a pesar de tratarse de una novela de más de seiscientas páginas, se hace corto. Y esto es así por la maestría con la que su autora entrelaza historias, narra acontecimientos (personales y colectivos), provoca encuentros y desencuentros, analiza las pulsiones humanas y sus inestabilidades. 
No quisiera terminar sin destacar la presencia de un personaje femenino importante, la maestra Flora Mateo, que a su manera trata de cambiar el mundo, de huir de los convencionalismos y de la rigidez de aquellas épocas pasadas (primeras décadas del siglo XX), tan injustas con las mujeres y con todo aquel que quisiera alejarse de rígidos convencionalismos. Épocas pasadas que, si nos descuidamos, viendo lo que estamos viendo (y lo que está por venir, me temo), como esos fantasmas que se resisten a desaparecer, pueden regresar en cualquier momento. Conviene estar al acecho. 
Laura Castañón lo ha vuelto a conseguir: trazar un viaje apasionante a pesar de esos inevitables naufragios. Un viaje al profundo y complejo conocimiento del ser humano. 


sábado, 31 de agosto de 2019

Función de noche

'Función de noche' es la gran película de Josefina Molina, Premio Nacional de Cinematografía 2019. Innovadora, descarnada, inteligente, sensible, profunda, angustiosa. La sabia manera en la que captó las palabras y los gestos llenos de dolor y reproches de aquellos dos grandes intérpretes, Lola Herrera y Daniel Dicenta. Puedes sentir el olor de aquel camerino, el de aquellos cigarrillos, el de aquellas pieles. Un hombre y una mujer que se quieren y no se entienden. El dolor tremendo de la mujer -reflejado de un modo casi violento- en el rostro de Lola Herrera. Aquella manera del hombre de estar un poco perdido. La representación de ambos ante la impotencia por el peso de lo que les tocó vivir. (Sobre todo, a ella). Por la función (de noche, de día) que tuvieron que representar en sus respectivas vidas, lejos de los focos del teatro o de los platós de cine y televisión. 
Te machaca y te libera al mismo tiempo. 
Una película para entender muchas cosas. 
Un clásico. 

viernes, 30 de agosto de 2019

Enid Blyton

Yo te doy las gracias, Enid Blyton, allá donde estés, por los buenos momentos que me hiciste pasar con tus historias, por hacer más llevadera aquella infancia de niño solitario y diferente en aquella España de los 70, tan fea y tan gris. 
Que los demás te juzguen, si así lo consideran. Yo me quedo con aquella emoción y aquellas ganas -lo recuerdo bien, no es literatura apresurada- de volver a casa del colegio para continuar disfrutando con aquellas aventuras que me alejaban de un mundo que no tenía nada que ver conmigo.

jueves, 29 de agosto de 2019

El posicionamiento de Elsa Morante

Toda la complejidad del ser humano puede caber en un ensayo. O en una serie de artículos que conformen un ensayo. Como los que conforman 'A favor o en contra de la bomba atómica' (Círculo de Tiza), de Elsa Morante (Roma, 1912-1985). El pensamiento, las emociones, las injusticias, la violencia, el poder., el caos del mundo en cualquier época, la vanidad... Y la política con su doble vertiente: como proyecto en el que poner fuerzas e ilusiones, y el proyecto, después de todo, dando la vuelta a lo anteriormente dicho, como absoluta decepción. La manera de enfrentarse al mundo, al resto de los seres humanos y a sí misma: como escritora y como intelectual exigente y comprometida. Y también el lenguaje y la literatura. El primero, como una obsesión, como una constante, como una manera de posicionarse en el mundo. Y la segunda, la forma en la que se conjuga ese lenguaje, tras su búsqueda incansable, siempre a la caza de la perfección, con las ideas. Las ideas -innovadoras, creativas- de cada persona que se dedica a la escritura, a la reflexión, al pensamiento. Elsa Morante es estricta en esto: no estamos ante un juego o una pantomima. La conjunción de lenguaje con pensamiento es la forma de plasmar en el papel, junto a toda esa complejidad planteada al principio de estas líneas, su idea particular (y severísima) de lo que es la literatura. La creación -lenguaje y reflexión- como un arte. Como una manera de expresar al mundo las horas de trabajo, de desvelo, de conocimiento, de vivencias, de estudio. Su particular forma de ser y estar. De escribir. Y de ofrecer esas ideas y ese lenguaje (como novelista, como articulista, como ensayista, como poeta, como autora teatral) en un sentido profundo, nada superficial, muy elaborado. Lo banal y lo superfluo no tienen cabida en el pensamiento (ni en la manera de exponerlo) de Morante. Y así queda patente en este puñado de reflexiones sobre su visión de las cosas. Sobre su exigencia. Sobre su compromiso consigo misma y con los demás. Sin medias tintas, con integridad. Esa es su elección, nos viene a decir entre líneas y con rotundidad. Su única elección. Su honesto posicionamiento. 
Y termino con unas palabras suyas que definen a la perfección ese posicionamiento que atraviesa todo este complejo y fascinante ensayo en el que merece la pena adentrarse poco a poco: "La especie humana se distingue de los demás seres vivos por dos cualidades peculiares. Una es el deshonor del hombre; la otra, el honor del hombre".  
Ahí, creo, radica la clave de todo.