sábado, 29 de diciembre de 2018

Feliz cumpleaños, rubia

Parábamos por allí en algunas ocasiones, finalizando ya la noche. Recuerdo que por aquel tiempo estaba leyendo la biografía de Marianne Faithfull y en aquel local, mientras hablábamos de ella, la imaginaba sentada en uno de aquellos ajados sofás. La melena rubia, la carcajada fuerte, la mano un poco temblorosa sujetando el cigarrillo, la copa cerca... De vez en cuando, incluso, llegaba hasta mí su voz. La voz de entonces que, aunque lo parezca, no era la misma que la de ahora. A ratos, escuchando estos días su último trabajo, uno tiene la sensación de estar asistiendo a una especie de despedida. Hay algo solemne en esa voz, en esas canciones. Nada que ver con aquella voz de entonces, en aquel tugurio, donde, aunque cualquier noche podía haber sido la última para ella, no había rastro de esa solemnidad. Había muchas cosas, evidentemente, porque la voz refleja aún más que el rostro o las manos todas las erosiones vividas, todos los temblores. Pero no esa solemnidad que también está en la preciosa foto de ese último cedé. Una señora que sujeta un bastón y mira fijamente. Una señora que hoy cumple 72 años. Una señora a la que imagino lejos ya de tugurios y andanzas peligrosas. 
Aunque la luna de París ya no sea la misma, como canta hoy, pondré un puñado de flores cerca de sus fotografías. Rendido, como siempre, ante ese complejo entramado de sensaciones que transmite, incluida ahora esa solemnidad que te deja, como un cuento de Fleur Jaeggy, un escalofrío por todo el cuerpo. 

lunes, 24 de diciembre de 2018

Recordando a Loli

En días como hoy, a una hora u otra, siempre recibía la llamada de mi amiga Loli para preguntarnos cómo estábamos y felicitarnos las fiestas. Hablábamos un rato de esto y de lo otro, del bar que acababan de abrir no sé dónde, de la película que no había que perderse en el cine, del sinsentido de todos estos excesos de comida, bebida y exaltaciones varias que propician estas fechas. Con ella, siempre terminaba uno riéndose porque con su ironía y su sentido del humor era inevitable. A veces, si el ajetreo lo permitía, tomábamos un vino al mediodía, midiendo que ese vino, en tal ocasión, no derivara en cuatro o cinco, porque había que llegar a la noche en correcto estado, no fueran a criticarnos las voces de aquella esquina. Y seguían las risas y el buen rollo, en ese bar recién inaugurado o en los de siempre, porque ella sabía ponerle la puntilla con elegancia a cualquier tema. 
Hoy no recibiremos la llamada de nuestra amiga. Pero en el recuerdo están todos aquellos momentos de amistad compartida (las risas, las risas). No es consuelo barato. Es tratar de aceptar con serenidad que hace tiempo que la vida va en serio. Brindaremos por ella. Y nos reiremos recordando alguna de sus gracias. 
Que tengáis una buena jornada. Y que no falten las risas, a pesar de los pesares. 

domingo, 23 de diciembre de 2018

Más sobre 'Mujer en el bar'

César Inclán, hombre de radio y de letras, después de leer 'Mujer en el bar', ha escrito esto:

"Estabas sentada en un rincón del bar..." Así comienza el hermoso poema "Hoja de afeitar" del poeta estadounidense Donald Hall, un texto que utiliza el escritor ovetense Ovidio Parades como punto de partida para su nuevo libro de relatos titulado "Mujer en el bar", una obra que ha sido editada por Trabe con su buen gusto habitual. Les invito a que pasen y lean. No se arrepentirán.

sábado, 22 de diciembre de 2018

Entresijos

Toni Rodero lo captó y lo dijo en la presentación de 'Mujer en el bar' en Gijón. Yo no se lo había dicho a nadie, excepto a Íñigo. Mi idea, según escribía los cuentos, era crear una especie de mosaico que representara una serie de vidas que transcurren en una pequeña ciudad. Sí, un poco a la manera de las 'Vidas cruzadas' de Robert Altman (con todos los respetos por el director y por el autor de las historias, el señor Carver). Salvo un par de historias, ninguna tiene un nexo de unión entre ellas. Sólo eso: personajes cotidianos (mujeres, mayoritariamente) en una pequeña ciudad que puede ser cualquier ciudad pequeña. Y los conflictos a los que la vida aboca a esos personajes, como si una cámara invisible (la escritura) atrapase sus preocupaciones, sus sentimientos, sus reflexiones. El conflicto al que a veces la vida los aboca o el reflejo de la nieve que empieza a caer en mitad de la noche y que les sirve como excusa para recapacitar sobre otras cuestiones: el amor, el desamor, la soledad, el paso del tiempo... 
O algo así. 

lunes, 17 de diciembre de 2018

Sucedió en Oviedo

'Sucedió en Oviedo'. El entusiasmo de Manolo D. Abad por este proyecto sobre crímenes imaginarios que suceden en Oviedo hizo que aceptara inmediatamente su propuesta, pese a que en aquel momento, como casi siempre, estaba metido en varias cosas (la corrección de mis propios cuentos, que llegan estos días a las librerías; los ensayos del espectáculo de Lorca para la Noche Blanca y varios etcéteras). Una de las cosas que más me motivan es el entusiasmo (sincero) de la gente. Y Manolo contagiaba ese entusiasmo. Al día siguiente de aquella propuesta, me puse a escribir mi relato. Un relato sobre violencia machista. Y así comenzó todo. Si os apetece seguir conociendo más cosas del libro, y lo que al respecto tienen que decir mis compañeros en esta aventura, os esperamos a las 20 horas en el Club de Prensa.   
El libro ya está en todas las librerías. 

sábado, 8 de diciembre de 2018

Felicidades, Kim

La vida, ya se sabe, es cuestión de suerte. Kim Basinger, que hoy está de cumpleaños, no tuvo demasiada. A pesar del éxito, del Oscar, de ser uno de los mitos de aquellos años 80 y una notable actriz. Su carrera lleva años estancada. Elecciones equivocadas, fama de problemática, no estar en el sitio adecuado en el momento oportuno... Quién sabe. Ni siquiera la televisión ha conseguido rescatarla. Una pena. Pienso ahora en 'Fool for love', la obra de Sam Shepard que Robert Altman adaptó al cine con ella y el propio escritor de protagonistas. Estaba a la altura del texto. Tan hermosa y complicada, tan vulnerable y rotunda. Así te recordamos en esta helada mañana de diciembre, Kim.

Luigi Ghirri, esa calma inesperada


Son los años 70 y el fotógrafo italiano Luigi Ghirri capta imágenes de ciudades, de hombres y mujeres descansando en un banco o subiendo unas escaleras, de casas con las persianas bajadas, de playas desiertas, de columpios que esperan clavados en la arena la llegada de un grupo de niños inquietos y revoltosos. Todas las imágenes proyectan serenidad y belleza. Una calma inesperada. Un silencio que nunca resulta molesto ni se sitúa fuera de lugar. La luz es muy poderosa. Algunas de esas imágenes proyectan cierto rastro de melancolía, pero como la luz es (insisto) tan poderosa no refleja aspectos negativos en ningún momento No hay sitio para la oscuridad, para el desorden, para la inquietud, para el desasosiego. Algunos pájaros descansan en un cable, al atardecer. La vida discurre plácidamente. El humo del cigarrillo que está fumando una mujer sentada en un banco se eleva hacia lo alto, como si una brisa ligera lo arrastrase suavemente, tapando su rostro. Destaca, eso sí, su pelo alborotado. Quizá el pelo que se alborota después de una fiesta que ha durado muchas horas. La brisa ligera también juega con él. El cigarrillo que templa los nervios, los vaivenes de la fiesta que se termina con el inicio del nuevo día. ¿Cómo habrá sido esa fiesta? ¿Tuvo lugar realmente esa madrugada?
A veces, sus fotografías nos transportan a Módena o a Rímini. Otras, a París. A un París también en calma, como si estuviésemos en agosto, a la hora de la siesta. Como si el jolgorio estuviese en alguna otra parte. Como si detrás de esas casas, de esas persianas que sirven para dejar las habitaciones en penumbra, todos descansasen después del ajetreo matinal, de los quehaceres cotidianos, de la rutina, de la comida. En medio del sopor que trae consigo una ola de calor imprevista. Puede que en una de esas habitaciones atravesadas por sombras y algún rayo de sol que se cuela por las persianas desvencijadas haya una pareja despierta, entregada al deseo. Ese misterio. El fotógrafo nos ofrece el mapa. La imaginación queda a expensas de quien observa, de quienes observamos. La imaginación, por tanto, convertida en nuestro territorio. Una vez más. 
El mapa y el territorio. Los mapas y los territorios. El plácido transcurrir de los días. Personas solitarias. Paisajes sin gente. Las tormentas interiores que se pueden intuir. Las marejadas existenciales. Las melenas alborotadas. La brisa que viene y se va: ahora, luego. Las calles vacías. Los columpios solitarios. Las posibles aventuras. Las múltiples incógnitas. Escapar. Huir. Permanecer. Mirar. Sobre todo, mirar.