No importaba lo tarde que emitiesen el programa. Allí estábamos, semana tras semana, fieles a la cita con el cine y todas las cosas que lo rodean. No abunda ese tipo de inteligencia, elegancia y sarcasmo. ¡Cuánto aprendimos de su ironía, ingenio y talento!
miércoles, 29 de septiembre de 2021
Antonio Gasset
lunes, 20 de septiembre de 2021
Un apunte sobre Mario Camus
El encuentro entre Charo López y José Sacristán en 'La colmena', la gloriosa adaptación de la obra de Cela, es un prodigio de elegancia y sutileza. La escena apenas dura cinco minutos, pero no la olvidas aunque la hayas visto cien años atrás. En eso, entre otras cosas, consiste el gran cine.
domingo, 19 de septiembre de 2021
Palabras de César Inclán sobre mis libros
sábado, 4 de septiembre de 2021
Annette
Cuando todo comienza con una canción, 'So may we star'. Una canción que lleva al protagonista al escenario donde se gana la vida haciendo reír al público con su particular sentido del humor (apoteósico Adam Driver en esas escenas del teatro que entusiasmarían a John Cassavetes), y a ella, la protagonista (frágil, intensa, poderosa Marion Cotillard), a las tablas donde representa una ópera y muere de manera magistral cada noche. Son tiempos felices. El público los adora. El amor está de su lado. Los medios de comunicación recogen esa felicidad. Y luego, aunque ya sabíamos que Leos Carax no iba a hacer un musical convencional, todo se va derrumbando. Los medios también recogerán eso. De la luz a la oscuridad. Y aparece la niña, Annette. Y con ella, muchas metáforas, muchos matices, muchas lecturas con doble sentido. El lado oscuro. El arte y su reverso. La codicia. La decadencia. Pero la música sigue sonando. De hecho, no deja de hacerlo casi nunca, mientras se suceden más cuestiones y problemas. Así, hasta el final. Ese final seco, tremendo, inolvidable. Cuando la música ya ha desaparecido.
miércoles, 1 de septiembre de 2021
Septiembre 2021
Ayer, a última hora de la tarde, mientras preparaba la cena, escuché cierta algarabía en el descansillo. Trajín de maletas, risas resignadas y, de pronto, un portazo que amortiguaba todas aquellas voces. Los vecinos -no sé exactamente de qué piso- regresaban de sus vacaciones. Instintivamente, miré hacia el calendario. Septiembre. Me gusta que el verano sea verano en su tiempo (aquí, este año, esos cuatro días contados), y también me gusta septiembre. Primer paso hacia el otoño. El otoño de mis cincuenta años, ¡quién nos los iba a decir! El mes en el que, en cierto modo, más que en enero, todo comienza de nuevo. O casi. Siempre hay una renovación por insignificante que sea. Los años (y más aún, a lo largo de todos los meses que estamos viviendo desde marzo del año pasado) te van mostrando un camino en el que no conviene hacer grandes planes, se trate del mes que se trate. ¿Para qué? No tiene demasiado sentido. Paso a paso, día a día: que todo fluya a su ritmo. Ahora que ya ni los ritmos lentos nos desesperan. Tocar madera para que las cosas que están en su sitio continúen ahí el mayor tiempo posible, y cruzar los dedos para que las otras hagan sus necesarios movimientos. No hay más planteamiento. Pienso que, a estas alturas, cuando las dudas son cada vez más numerosas en casi todos los terrenos, saber eso no es saber poca cosa. Continuamos.