martes, 30 de junio de 2020

Los recuerdos que trae el agua

El agua siempre trae recuerdos. Universos que estuvieron ahí y ya no están. Todo responde a una lógica, la del tiempo. El mar del norte, encendidas ya las luces, cuando todo se vuelve noche. Y vienen a la memoria aquellas aventuras. Juventud y nocturnidad. Los fines de semana en Gijón. La noche de Gijón. Tantos descubrimientos. Casi todos al mismo tiempo, sin tregua. El placer, el deseo, el azar, el brillo del whisky en los ojos, la amistad y también algunas desilusiones. Nadie sabía lo que estaba por llegar y en realidad a nadie le importaba. El privilegio de los 20 años. También el de los 30. Todo vuelve a estar ahí, de repente, por primera vez, asomándose a la oscuridad, el mar en calma. No se trata de añoranza. Es otra cosa. Lo que conforma el presente. Este presente. Los recuerdos que trae el agua, por un momento. 

sábado, 27 de junio de 2020

Luces

Dos hombres se conocen una noche de risas y copas y tres años después se casan. En el Ayuntamiento de Gijón. Diez años después descubren una fotografía con las luces de ese Ayuntamiento iluminadas con los colores del arcoíris y no pueden evitar emocionarse. Qué tontería, piensan. La piel está curtida, y aun así. No es, en esta ocasión, una emoción por el tiempo que va quedando atrás, por los amigos que se fueron perdiendo por el camino, por las trabas que la vida se empeña en ir colocando a su aire. Lo que le pasa a casi todo el mundo, suponen. ¿Por qué esa emoción, entonces? Es simple: por lo que esas luces representan. Por las personas que lucharon por sus derechos. Por las personas que siguen haciéndolo. Por las personas que se fueron sin ver determinados logros conseguidos. Por las personas que hacen posible que esas luces -una luz también es un símbolo- estén ahí. 
"Quién puede dejar de mirar el vuelo de una cometa", dice el escritor Chus Fernández en sus magníficos 'cuadernos' (Malasangre, 2018). Nadie puede dejar de hacerlo, piensa uno de los hombres, insomne. El mismo hombre que, aún de madrugada, también piensa: Quién puede dejar de mirar esas luces, todo lo que simbolizan.     

miércoles, 24 de junio de 2020

Tormenta

Hay una sensación de melancolía en la lluvia que está a punto de caer (truenos, cada vez más cerca) que es casi tan importante como la de refugio. Por aquí somos así: protestamos por la lluvia, pero luego la necesidad de su sonido, del olor que va dejando en la tierra que pisamos, de la limpieza que oxigena el ambiente, se hace casi imprescindible. Su presencia purifica y, de algún modo, renueva algunas cosas. Y también te traslada a otros tiempos. Los veranos en el pueblo, en casa de los abuelos. Las tormentas y las vacaciones. Bocadillos de chorizo y onzas de chocolate. El sol y los gallos al amanecer. Las tormentas y los cigarrillos del abuelo. Aquella luz que no volvimos a vislumbrar. No sabemos prescindir de la lluvia, ni tampoco de todo eso. Nunca estaría el verano completo en el norte sin esas tormentas. Sin esta tormenta (los truenos encima de los tejados que tengo enfrente) que ya está aquí, en esta tarde tan extraña de San Juan y nuevas normalidades. 

martes, 23 de junio de 2020

Joel Schumacher

Joel Schumacher no era Allen ni Coppola, pero era un digno realizador de películas de entretenimiento. Esas películas que ves en el cine en tontas tardes de domingo y te ayudan a hacer más llevadero el camino hacia el lunes. Me quedo con dos. 'Un día de furia', que me parece una historia tremenda que refleja muy bien la sociedad en la que vivimos. La de entonces, primeros de los 90, y más aún la de ahora, dadas tantas circunstancias. Y 'El cliente', con unos soberbios Tommy Lee Jones y Susan Sarandon, que se quedó a puertas del Oscar a favor de la Jessica Lange de 'Blue sky'. No problem. Se lo llevaría año siguiente, en su quinta nominación. Bueno, éstas ya son otras historias. 
Descanse en paz, señor Schumacher. 

domingo, 21 de junio de 2020

Volver al cine

Una de las cosas que más he echado de menos durante este periodo de confinamiento es el cine. Ir al cine. Desde hace tiempo, en esta ciudad, ir al cine supone desplazarte hasta un centro comercial que está situado a varios kilómetros de nuestra casa. Ya no hay ningún cine en la ciudad. No importa (sí importa). Es lo que hay y, como tantas otras cosas, debemos asumirlo, qué remedio. El caso, que allá vamos, casi todas las semanas, siempre a la primera sesión, saliendo de casa una hora y media antes de que empiece la película porque hacemos el recorrido caminando (a partir de ahora, después de tanto sedentarismo, con más razón). Tiene algo de aventura. Y eso añade más emoción a la cosa. Aquella lejana emoción de los primeros cines. Las luces que se apagaban, la historia que daba comienzo... Esa sensación que implica formar parte de otros mundos, alejarte de la realidad por un par de horas. 
No puedo evitar, hablando de cine, el recuerdo de mi amiga Loli: la última conversación que tuvimos, donde apareció -como siempre- el tema, nuestra pasión por los clásicos, las tardes de cine que compartimos, las charlas posteriores... Cómo te sigo echando de menos, amiga. 
Estoy deseando volver al cine. No sé qué película será la primera que veamos después de todo esto. Quizá sea una española (la última, antes de todo esto, fue 'Invisibles', de Gracia Querejeta: ¡qué tres actrices!). Da igual. Sé que allí, cuando las luces se apaguen, no voy a tener miedo. Como entonces. De eso estoy seguro. 

sábado, 13 de junio de 2020

Mamá cumple 71 años

Mamá, que hoy cumple 71 años, va envejeciendo con la elegancia y discreción que la caracterizan. Vamos acumulando, por su enfermedad, días buenos y días malos (raros). Lo raro es vivir, dijo la Gaite. Lo extraordinario, añadiría yo, es sobrevivir. Y así, en esos días malos (raros), ella es la reina y yo su bufón. Cocino sus platos favoritos, digo tonterías, imito (de buen rollo) a gente que conocemos, recuerdo momentos agradables que compartimos juntos. Invento un mundo para alejarnos de éste. Invento un mundo para huir. Lo importante es mandar el dolor a tomar por saco. Ella es la reina que sonríe, aunque no tenga ganas, y yo sigo haciendo payasadas mientras le doy la vuelta a la tortilla. Ella es la reina y yo el niño de cinco años que camina de su mano por una playa del sur. Eso nunca cambiará. Los dos lo sabemos. Lo extraordinario, ya digo, es sobrevivir. Encararse con el destino para decirle que, a estas alturas, ya sólo nos interesa su lado bueno. Sorry. 
Voy a buscarla, que el tiempo vuela, y en nuestro calendario hoy es uno de los días más festivos del año. 

jueves, 11 de junio de 2020

Nuria Espert

He recorrido medio país únicamente por verla actuar. Y subido en aquel coche o en aquel tren, rumbo a una aventura que sabía que no me iba a defraudar, era consciente de aquella felicidad (ahora que, según dicen algunos titulares, nadie era consciente de lo felices que éramos antes de toda esta locura: en fin, que cada cual exprese lo suyo). Lo importante, según el poeta, no es el destino sino el viaje. En aquellos momentos, lo era todo: el viaje y el destino. La emoción previa a la entrada al teatro y la emoción en la butaca. Por no hablar de la emoción posterior: ya en la calle, ya en la noche. Qué lujo poder ver a aquella mujer sobre un escenario. Todo su cuerpo y su voz entregados por completo a un personaje. O a varios, como en 'La violación de Lucrecia'. No he podido ver su trabajo en 'Romancero gitano' porque la gira, en principio, no iba a ser muy larga y porque la economía, ay, la economía. Me queda el recuerdo de todo aquello que vi y la felicidad que iba implícita. Y me queda traerla de nuevo aquí y felicitarla por esos gloriosos 85 años que hoy cumple. 

miércoles, 10 de junio de 2020

Pau Donés

La memoria se enreda entre sus propios hilos y de Pau Donés, más que su música, nos trae el recuerdo de aquellas noches interminables donde aún éramos poderosos porque no dudábamos de nuestros sueños. 
Fase 3. Día 3. 

viernes, 5 de junio de 2020

Lorca

A Lorca hay que leerlo, venerarlo, adorarlo, como hacen los creyentes con sus dioses, sea el día de su cumpleaños o cualquier otro día. Hay que manosear las páginas de sus libros, señalarlas, marcarlas, acariciarlas como si fuera el sexo de la persona que amas. A Lorca hay que recitarlo, en voz baja y en voz alta, mientras lloras o ríes, aunque no seas Nuria Espert, Charo López, Azucena Vence ni Paco Rabal. Y a quien te regaló tantos años atrás (mi madre en este caso) las obras completas, primorosamente editadas por Galaxia, darle las gracias todos los días.