jueves, 17 de noviembre de 2022

Almodóvar

Ahora parece que ya está todo ganado. No es así, que nadie se equivoque. Sin embargo, pese a ciertos cavernícolas que no se mueven de sus posturas es evidente que hemos avanzado. Y hay personas que han contribuido a ello con sus obras y su posicionamiento vital. Almodóvar, más allá de que te guste o no su cine (aquí nos gusta, y mucho), más allá de que te caiga mejor o peor, más allá incluso de sus propios errores (¿quién no comete algún error en una carrera tan larga y fructífera?), es una de esas personas. Imagínate a un joven solitario de 15 años en el 1987 de una pequeña ciudad de provincias viendo una historia como la de 'La ley del deseo', sintiéndose identificado con las emociones de aquellos personajes. Imagínatelo oyendo la dichosa palabra en boca de la gente que en aquella misma sesión abandonada la sala. El joven se sentía más cerca de lo que se contaba en aquella pantalla que de la gente que lo rodeaba. Había gente que sentía lo mismo que él y no le tenía miedo a ponerle nombre ni a vivirlo con libertad. Imagínate al mismo joven cuatro años más tarde, en otro cine de la misma ciudad, viendo una nueva película del director. Imagínate a uno de esos cavernícolas gritando el nombre que le pusieron sus padres a una actriz trans cuando aparecía en pantalla. Imagínate las risas de sus colegas. Imagínate toda esa mierda. 

Almodóvar, como otros hombres y otras mujeres, les puso nombre a las cosas, cambió determinadas perspectivas. Les puso rostro. Les dio voz. Les otorgó la dignidad que aquel cretino con su gracia sin gracia quería quitarles de la manera más zafia, dañina y ordinaria. 
Por todo eso, además de por un puñado de memorables películas, nos alegramos tanto por aquí de sus reconocimientos. Es de justicia darle a cada uno lo suyo. 

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