Se acaba el verano y vuelven a dolerme los huesos. Cosas del norte. Aunque haga calor, la humedad nunca desaparece del todo. Es domingo, once de septiembre. En dirección al Fontán, haciendo el camino más largo, recuerdo que hace catorce años estábamos en Nueva York. También recuerdo aquel jaleo de policías por todas partes, siete años después de los atentados. Y, de repente, ya entre los mercadillos, descubro un ejemplar del Círculo de 'Los enamoramientos', de Javier Marías. Aunque a veces, si están en buen estado y a un precio asequible, compro libros que ya tengo y que me han gustado mucho para regalárselos a mi hermana esta vez no lo hago. António Lobo Antunes tiene la culpa: acabo de hacerme con 'Yo he de amar una piedra', un título que me faltaba del portugués. Le compraré a mi hermana el libro de Marías la semana que viene, pienso. Es ella, mi propia hermana, la que, horas más tarde, en la perezosa tarde del domingo, me comunica la muerte del escritor. Y entonces me acuerdo de mi amiga Beatriz, que tanto le admiraba, y de mí mismo, siendo aún muy joven, disfrutando de su literatura. Desde aquella juventud, se haya ido donde se haya ido, hasta ahora. Sin olvidar aquellas épocas de librero en las que abrir una caja y encontrarme con uno de sus libros era motivo de alegría e impaciencia por ponerme a leer de inmediato. También de inmediato, sus libros iban al escaparate. No volverán esos tiempos, lo sé. Pero ahí, enfrente del rincón donde leo y escribo, están aquellos libros que iban al escaparate, todos ellos. Y, aún en esa tarde perezosa del domingo que se ha vuelto tan triste, cojo uno de los que más me gustan, 'Aquella mitad de mi tiempo', y leo: "Pero no puede decirse -o quizá sí- que hayamos malgastado cada minuto y cada zozobra y cada esfuerzo, por el mero hecho de que se disipen en la memoria. Porque no somos sólo memoria, en contra de lo que se cree. Somos sobre todo espera y acción, esperanza y decisión". Somos todo eso, pienso. Y cada gesto. Y cada lectura que descubrimos, que disfrutamos, que asimilamos. Cada lectura a la que queremos regresar. Lo que nos queda, lo que nos salva.
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