jueves, 7 de noviembre de 2019

Tres años después, Leonard Cohen

En la cocina, mientras preparo el desayuno, rememoro la escena como si se tratase de la escena de una de esas películas que hemos visto numerosas veces. Dos hombres, en silencio, frente a un hotel. Dos hombres, él y yo. Un hotel, el Chelsea de Nueva York. ¿Qué hacemos allí? Nada, en realidad. O todo, según se mire. Uno viaja por muchos motivos y uno de ellos, en nuestro caso, es conocer los lugares donde alguna vez estuvieron esas personas a las que admiras profundamente desde la juventud. Imaginando, en aquel cálido septiembre, a Leonard Cohen y a Janis Joplin en una de las habitaciones de un hotel desvencijado, detrás de alguno de aquellos visillos viejos y sucios que entonces, probablemente, no fuesen tan viejos y sucios. O quizá sí: las leyendas siempre se enredan en lo cotidiano. Un hombre y una mujer que se necesitaban y que no se necesitaban, que eran feos pero tenían la música, encerrados en aquella habitación. La habitación que, años más tarde, a aquellos dos hombres, él y yo, les hubiese gustado conocer. 
La historia es tan sencilla como el desayuno que estoy preparando. 
Y suena su música, claro. Y la de Marianne Faithfull evocándolo: "I love to speak with Leonard". 
No podía ser de otro modo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario