El economato de Mieres era todo un emblema, un referente de aquella infancia, finales de los 70. Caminar por las calles de los alrededores, tomar algo en un bar cercano con los abuelos, sentir el bullicio de lo cotidiano. No hace mucho tiempo aún lo visitábamos en busca de una determinada marca de café que descubrimos en el sur y que por aquí sólo la tenían ellos.
Esta mañana, callejeando por la ciudad, lejos de nuestro barrio, descubrí que el local, ahora en Oviedo, acababa de abrir sus puertas. Unas fotografías antiguas que recuerdan al viejo economato adornan la entrada.
Ni rastro de nuestro café. La esencia, en su interior, tampoco es la misma. Y sin embargo, todos aquellos recuerdos se han hecho, de repente, muy presentes.
Las vueltas de la memoria. Sus escondites.
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