El amor también puede ser eso:
contemplar juntos la vida
que hay al otro lado de un cristal.
Una noche cualquiera,
en un país frío y lejano.
Pedir dos copas de vino,
y hacer que los dedos
se rocen con disimulo
mientras señalamos
un punto en el mapa.
El itinerario de la mañana siguiente.
El amor,
en su esencia,
era simplemente eso.
Dos voces, un viaje, un proyecto.
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