El destino, fiel a su idea de la contradicción y el capricho, quiso que nos encontrásemos una tarde cualquiera. No importa ahora en qué tiempo ni en qué circunstancias porque, a estas alturas, todo parece ya muy lejano. Enseguida conectamos. Y surgió la complicidad, el afecto, la amistad. Nos apoyamos en momentos conflictivos de nuestras respectivas vidas. Y también nos reímos mucho. De casi todo, empezando por la mediocridad y terminando por nosotros mismos. Seguiremos haciéndolo.
Natividad, Nati, la Nati. Nerviosa, inquieta, divertida, sarcástica, generosa. La voz de Lola Gaos y el esqueleto de Marisa Paredes. Una de las mujeres más bravas y luchadoras que conozco. Lo diré claro: una mujer extraordinaria.
La Nati. Mi amiga. Qué adecuadas resultan hoy, al escribirlas, esas dos palabras.
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