Me imagino que aquel 26 de diciembre de 1978, cuando se despenalizó la homosexualidad en este país, estaría feliz en mi casa, con mis padres y mi hermana, que por entonces era casi un bebé, lejos del acoso (entonces no se llamaba así, simplemente se trataba de "meterse con el maricón") que sufría en aquel colegio por el hecho de ser diferente.
De ese acoso hablé en mi primera novela, 'El tiempo que vendrá', y ahora mismo lo estoy haciendo en el cuento que mi querido amigo Manolo me ha pedido para el libro que está coordinando sobre fútbol. Porque, para mí, el hecho de que me obligaran a jugar al fútbol también era un infierno.
Por ese acoso sufrido (aunque cuando te está sucediendo crees que sólo te está pasando a ti en todo el mundo), como tantas otras personas homosexuales, alzo la voz.
Y recuerdo lo que sucedió en este país aquel diciembre de 1978.
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