Hoy se cumplen 16 años de la muerte de Terenci Moix. Y he vuelto a leer aquel texto que tanto me acompañó en cines, teatros, bibliotecas, parques, penumbras... 'El domingo del joven triste'. Aquel muchacho que era él y era yo y éramos, sin saberlo entonces, tantos de nosotros, de nosotras. No sé cómo va envejeciendo su obra porque hace tiempo que no leo nada suyo, pero qué importa. Un puñado de páginas prevalecerán (las de sus memorias, sin ir más lejos: las de las estrellas del cine clásico, también), eso es seguro. Y me atrevo a aventurar con toda seguridad, dado el retroceso de los tiempos sobre todo, que la soledad de aquellos adolescentes -él, yo, nosotros- sigue vigente. Los domingos del joven solitario. Las noches que no tienen piedad con quien aborrece las costumbres de una mayoría. Todo eso, y tantas cosas más.
Se cumplen 16 años de la muerte de Terenci. Que ese recuerdo (y aquél), en medio de todo lo que uno va arrastrando, viene a decir unas cuantas cosas. Las de entonces, las de ahora. Las que prevalecen.
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