sábado, 27 de abril de 2019

Reflexionemos

Reflexionemos. Cuando yo era muy joven, principios de los 90, una de las escritoras más vendidas de las ferias de libros era Carmen Martín Gaite, los premios significativos los ganaban autores como Soledad Puértolas o Antonio Muñoz Molina, las ciudades estaban llenas de cines, y muchas de las películas que se proyectaban en ellos eran españolas, y esas películas -españolas, sí- iban abriéndose paso en el mundo y daban la imagen de un país abierto, tolerante, moderno. Con ganas de dejar atrás la caspa y la tristeza de muchos años de dictadura y colores demasiado grisáceos. No estoy en contra de los avances tecnológicos, ni mucho menos, pero me gustaría que se recuperase un poco de aquel espíritu. No son batallas de alguien que se va acercando a los 50, sino expectativas a las que uno le gustaría agarrarse para continuar el viaje. Y que la gente joven supiese que esos escritores que he citado anteriormente (y tantos otros como ellos) no tienen nada que ver con las belenesesteban de turno que arrasan ahora en ferias y demás. Un respeto. 
Luego, tras muchos esfuerzos y muchas luchas, llegarían las leyes que regulaban el aborto, las leyes contra la violencia machista y las leyes que aprobaban el matrimonio igualitario. Todo eso que la sociedad fue aceptando con naturalidad (siempre con excepciones, claro, pero la mayoría vivíamos -¡al fin!- ajena a esas excepciones: la tolerancia y el respeto -repito palabra, pero creo que es esencial en todo esto- eran más potentes que los gritos de los cuatro fanáticos de turno) y que llegó para quedarse. Pongo estos tres ejemplos porque son leyes muy significativas de una sociedad tolerante y avanzada. Y porque cuando la intolerancia se revuelve, las mujeres y el colectivo gay son las primeras personas afectadas. Sólo por esto, que ya es mucho, ni un paso atrás. Todo lo contrario: aún queda mucho por hacer, por avanzar, pero las bases están ahí, instauradas. Y únicamente deberían tocarse para mejorarlas. 
Vivimos en un país libre y cada uno, como es natural, vota a quien mejor le parece. Volver a la caverna puede ser más sencillo de lo que pensamos. Hay que mirar hacia delante, recuperar del pasado sólo lo positivo (Martín Gaite frente a Belén Esteban, por ejemplo). Hay que reflexionar (mucho) y no dejarse llevar por esas voces peligrosas detrás de las que se esconden mensajes aún más peligrosos. No todo vale. En esta ocasión, menos que nunca. 
Que la cordura y la serenidad se antepongan a todo lo demás. Y el respeto (insisto) a la dignidad de quien está enfrente. 

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