Siempre es lo mismo y siempre es diferente. La Semana Negra es visita obligada de todos los veranos. Señala, de alguna manera, el inicio de la estación. Encuentros, charlas y hallazgos literarios por lo que cuesta una caña (la prosa exquisita de Menchu Gutiérrez por dos euros, por ejemplo).
El verano, a partir de ahora, será una sucesión de días más o menos perezosos que devorará a toda velocidad el calendario.
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