Hay días en los que, al despertarse, es mejor volver a cerrar los ojos, hundirse entre las sábanas, tratar de dormir de nuevo y no levantarse de la cama en todo el día. Días en los que los bancos hacen de las suyas, cobrándote comisiones desmesuradas por un trozo de plástico que, sólo por el hecho de tenerla en tu cartera y utilizarla, les reporta múltiples beneficios a ellos. Comisiones (33 euros, para ser exactos) que antes, cuando en nuestra cuenta corriente había dos nóminas, te quitaban de inmediato cuando protestabas por ello y que ahora siguen quitando a todo aquel que tiene una nómina más o menos decente y acude a reclamar. Bastante cobraban ellos ya cuando la utilizabas en los viajes o a la hora de sacar entradas para cualquier espectáculo, cosa esta última que, pese a las circunstancias, continúo haciendo bastante a menudo. No se preocupe, en menos de una hora le devolveremos el dinero en su cuenta. Así un año tras otro, siempre al llegar septiembre, después del verano, cuando ibas a protestar, que parece que hay que estar todo el día en pie de guerra con los dichosos bancos (o cajas de ahorros). Pues bien, como ahora nuestra cuenta corriente sólo recibe ingresos a través del INEM, tras pasar por la oficina correspondiente a reclamar la devolución de la mencionada comisión, me dicen que lo estudiarán. Les lleva varios días estudiarlo porque en la cuenta no aparece, como años anteriores, al cabo de una hora la devolución de ese dinero. Al cabo de los días (más de una semana), me presento de nuevo en la oficina y me dicen que, tras el susodicho estudio, no me pueden devolver la comisión. Explico que todos los años lo hacían y pregunto el motivo de esta novedad. La chica que me atiende me dice que no lo sabe, que eso viene de la oficina central y que allí no dan ningún tipo de explicaciones. Menudas formas de tratar a los clientes, le digo. No me extraña que la gente se vaya de este banco (caja de ahorros) continuamente. Ya, susurra, como si la cosa no fuera con ella. Pues nada, le digo sacando la tarjeta de la cartera, ahí la tienes, rómpela y devuélveme los 33 euros cuanto antes. Vale, dice. Lo señala en un tono como si no le importara nada, absolutamente nada, mientras corta con unas tijeras la dichosa tarjeta. Hace los trámites en su ordenador, mientras le digo que espero que esa comisión me sea devuelta de inmediato. Tardará unos dos o tres días, replica. Le digo que no tienen vergüenza, que mis padres tienen ahí su cuenta corriente y sus ahorros (y mi nombre figura junto a los suyos), que yo pertenezco a ese banco (caja de ahorros) casi desde que nací y mis padres me abrieron esa cuenta, donde siempre hubo dinero, más o menos, según las circunstancias, pero siempre hubo dinero. Nada: ella como si oyera llover. Su pasividad contrasta poderosamente con mi aceleramiento. Pese a ello, al aceleramiento, salgo del banco (caja de ahorros) con una sensación de alivio, de satisfacción, como esas veces en las que te libras de una pesada carga o de una charla cansina e inesperada. Aún no sé, mientras camino aliviado por las calles, que tendré que volver otra vez, una semana más tarde, porque la comisión continuará sin ser devuelta. A la tercera, irá la vencida. Y no, no han logrado que me sienta como una mierda. Lo único que han conseguido es que cuando volvamos a tener una nómina, si es que volvemos a tenerla algún día, nos vayamos de inmediato a otro sitio con nuestro dinero. La única indecencia es la suya. Y bien grande.
Tremenda coincidencia Ovidio, porque yo ayer también tuve guerra por una comisión de un banco, aunque en mi caso no tuve tanta suerte entre comillas, y ya no me queda ni la posibilidad del "vuelva usted mañana" , que mi hueso por lo visto es más duro de roer. Es una vergüenza auténtica, un abuso de poder y de autoridad y una manera, como bien dices, de acordarse del famoso dicho "al platu vendrás arbeyu..." porque en otra no me pillas.
ResponderEliminarY van dos coincidencias: Ayer mismo yo también estuve en el banco, en este caso haciendo gestiones para mi padre, que, como no desconoces, tiene una invalidez y no puede hacerlas por si mismo, y también traté el tema de las comisiones, pero claro, como mi padre es jubilado de Ensidesa (sabes lo que eso significa en Asturias)y lleva en el banco en cuestión un gritón de años (como dirían en Futurama)todo fueron "por supuestos" y "pase usted que le vamos a ofrecer un planazo para los ahorros de su padre que lo va usted a flipar". Ni que decir tiene que pasó a escuchar el "planazo" su tía la del pueblo. Y es así y lo decía El último de la fila "Tanto tienes, tanto vales, no se puede remediar". Y no es que mi padre sea millonario precisamente pero saben que su pensión mensual está asegurada para poder especular con ella mensualmente (de momento).
ResponderEliminarYo vivo en Alemania y aunque no todo aquí sea de color rosa, como quieren hacernos ver, la verdad es que muchas cosas funcionan simplemente mejor que en otros países. Hace unos años, estando de visita en Oviedo, me propuse cambiar en euros unas liras turcas que me habían sobrado de un viaje a Turquía. Mi sorpresa fue grande cuando en el primer banco donde entré me comunicaron que eso sólo se podía hacer en la central de Cajastur, pero allí me dirigí. Después de esperar la cola de rigor, la chica detrás de la ventanilla me mira con cara de sorpresa y me pregunta si soy cliente de Cajastur. “no – respondo yo – (ni quiero- pensé) mi intención es sólo cambiar estas divisas”. La chica en cuestión coge los billetes, se dirige a un compañero y le oigo preguntar “¿estos son liras turcas?”. ¡Pues empezamos bien! – pensé yo.
ResponderEliminarDespués de otros minutos de espera me convida a hablar con la responsable del departamento, sentada a una mesa en una esquina, "para ver si era posible" a la que me dirijo diligentemente. Después de otros 10 minutos de espera, ya que estaba atendiendo a un cliente, perdí mi paciencia y salí de allí.
Al llegar a Alemania, en la estación de trenes me acerqué al primer banco: “quiero cambiar estas liras en euros” - “bien, el cambio a día de hoy está a X, aquí tiene”. En 2 minutos se había solucionado.
España tiene mucho que aprender si queremos afrontar un futuro con proyección internacional y Oviedo tiene que dejar de ser una ciudad tan provinciana y ampliar un poco sus miras …
Saludos
En algún momento determinado, hemos vivido algo parecido o similar...
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