Una de las cosas más pesadas e insistentes que tenemos que soportar los parados es la de encontrarnos a gente por la calle que te pregunta si ya has encontrado trabajo y cuando les respondes que no, te espetan: lo que tenéis que hacer es marcharos de aquí. No, no a Madrid o a Barcelona o a cualquier otra gran ciudad española, ni siquiera eso, al extranjero. Al extranjero, recalcan. O sea, lo mismo quieren decir Londres que Australia, Chile que Berlín, Venezuela que Islandia. Lo que se dice hablar al sabor de la boca, vaya. Me produce el mismo malestar e indignación que cuando otra gente (o la misma) te encuentra después de algún tiempo sin verte y te suelta sin pudor: ¡cuánto has engordado! Cuando engordamos, ya lo sabemos: todos tenemos espejos en casa, gracias. Y siempre existe un motivo, no hace falta que nadie nos lo recuerde con tan poco tacto. Una de las cosas que menos soporto en esta vida es la mala educación. Y estas dos circunstancias me parecen de bastante mala educación, todo sea dicho, que siempre es mejor ir aclarando conceptos. Yo no me atrevería a decirle a nadie ni que ha engordado, ni que tiene que largarse a buscar trabajo a la mismísima China. Un poco de respeto. Luego, si les contestas a esto (cualquier cosa, la que sea, que contraatacar sabemos todos y la mayoría de la gente que te suelta estas lindezas tiene bastante donde recibir), el maleducado eres tú. Qué mundo. Cada uno tiene sus circunstancias. O dicho de manera más coloquial: cada uno sabe lo que tiene en su casa. Y yo en mi casa tengo una madre que padece una enfermedad tremenda, que sufre brotes dolorosísimos de cuando en cuando (en cualquier momento, pese al tratamiento, pueden aparecer y aparecen en el momento más inesperado) y que no tiene cura, todo lo contrario. Por eso no pienso irme de esta provincia. No lo voy a hacer. Ya sé que me quedan apenas cinco meses de prestación, que nadie responde a nuestros currículums, y no sé lo que va a pasar después, pero no lo voy a hacer, no me voy a ir, no nos vamos a ir. De nada me sirve estar en Australia ganando dinero y saber que mi madre está postrada en una cama, harta de dolores. Dolores físicos que ayudan a que la cabeza también se ponga mal (la impotencia de no poder moverte, de sentirte prácticamente inválido, siempre te lleva al decaimiento mental, a la depresión). Ya sé que yo no puedo quitárselos, ni unos dolores ni los otros, pero quiero que sienta mi mano cerca en esos momentos y mis risas (risas que me invento para distraerla, con nudo en la garganta incluido) a su alrededor para que ella se obligue a sonreír también. Cada uno tiene sus circunstancias en la vida. En esta vida tan jodida. La mía es ésa. Yo no la elegí, como tampoco elegí muchas otras con las que tengo que cargar (mi fácil tendencia a coger peso, entre ellas, por cierto). Pienso en todo esto mientras escucho en la radio a Charo López en la magnífica entrevista que le hizo Carles Mesa el sábado en Radio Nacional. Decía la gran actriz que, cuando uno llega a una edad, la suya, ya va presintiendo el final, la cuesta abajo. Es ley de vida, claro. Por muchos años que queden por delante, cerca de los setenta, ya se sabe que no van a ser demasiados. O si lo son (¡ojalá!), no serán en las mejores circunstancias. Las cosas como son. Es mejor no engañarse. Pienso en esas palabras de Charo y pienso en mi madre, una vez más. Creo que sólo los que estuvimos a su lado al principio de la enfermedad, o las personas que sufren lo mismo que ella, pueden llegar a conocer el alcance de estas palabras. Y me reafirmo en mi planteamiento. Quizá esté equivocado, pero es lo que hay. Y no me asaltan dudas.
Quédate,quedaos,Ovidio. Yo cuido de mi madre también.Nadie tiene que decirte lo que "sientes" que tienes que hacer.Me alegra saber que no tienes dudas, Un abrazo amigo.
ResponderEliminarTe dedico un gran aplauso, primero por la firme decisión de hacer lo que te venga en gana, ya que las consecuencias de ello, sean positivas o negativas vas a disfrutarlas o padecerlas tú, y nadie con quien te encuentres por la calle y se dedique gratuitamente a opinar sobre qué rumbo debe tomar tu vida. En segundo lugar, por tener la educación suficiente para cerrar el pico ante quien, también de manera completamente gratuita se dedica a opinar sobre tu físico, obviando seguramente todo lo que podría salir de tu amplio vocabulario sobre el suyo, si te dejaras llevar; pero fíjate que yo, que lo he sufrido también en mis propias carnes, nunca mejor dicho, les doy las gracias a todos esos ignorantes, porque gracias a ellos creo que conocí más temprano lo que significa el respeto, virtud que desde entonces guardo celosamente y cumplo a rajatabla. Sigo aplaudiendo...
ResponderEliminarMenos mal que se puede comentar de manera anñonuma, porque odio eso de tenerme que registrar una y otra vez en sitios distintos. Más me molestaría porque te he leñido de casualidad y no quería irme sin decirte algo.
ResponderEliminarLa simpatía de nuestras gentes es algo que yo vengo criticando desde hace muchos añosÑ getuza que se permite decirle a uno lo que debe hacer, dónde ha de marcharse, si ha engordado o no. En inglés llamaba mi abuela a esos exabruptos spiteful remarks. Yo estoy becado en alemania y siempre me encuentro algún idota que me pregunta si pienso volver. Una vez un débil mental que llegó a catedrático (fenómeno no tn raro ni paranormal...) se permitió decirme que había envejecido mucho y no me había podido reconocer.. Eso me lo dijo cuando él me lleva más de veinte años...Creo que se mereció la respuesta: tú siempre has estado muy gordo y yo nunca te había dicho nada hasta ahora.
Gente que escribe las cosas que escribes tú no debería marcharse. Un abrazo
Tan tan hermoso como sufrido. Soy madre de dos hijas, a una tambien le gusta mucho la literatura y la escritura y la danza... cuando te leo es como si la oyera a ella, y luego otra que salio un poco dificil, zafia, hombreriega, tabernaria... en fin que le voy a decir. Pero es mi hija y la quiero igual y se que las dos me quieren a mi tanto como yo a ellas y no me gustaría que tuvieran que abandonar este ingrato pais
ResponderEliminarEstoy impresionada. No puedo decir más.
ResponderEliminarErrs una gran persona y un hijo maravilloso. Ya verás como se arregla todo!!. Te lo deseo de verdad.
ResponderEliminaryo he pensado en irme....¿como no?.No me voy por mi hija...porque aun me necesita. Aunque este su padre me necesita. Yo ni engordo;cada vez estoy mas delgada y eso no es bueno. Dicen que no hay mal que cien años dure ni cuerpo que lo resista, y yo estoy en esas. Me indigna no tener trabajo,tantos años de formacion,de combinar trabajo-casa-hija-estudios,sin familia cerca me han hecho fuerte.Pero en situaciones como la que vivimos en este momento ni siquiera eso es suficiente. Solo nos queda creer en nosotros e intentar que quemen en la hoguera como a las brujas a todos los chorizos sinverguenzas de este pais...que son muchos. Nos han llevado a la ruina y encima tenemos que pagarlo. Jugaron y siguen jugando con nuestras familias, nuestros sentimientos..nuestro pan. No te vayas. Y contesta cuando te venga en gana.
ResponderEliminar¿Pues sabes qué? Que te pongas todo lo borde que puedas con ese tipo de consejeros (que los hay a millares). ¿Irse? ¿A dónde? ¿A qué? Si tan fácil creen que es la cosa, que te hagan el pequeñísimo favor de buscarte un curro en... en... en... allí donde sea, y que te financien la mudanza y ya tú se lo vas devolviendo con intereses. Como total es fácil, que sea un sitio al cual puedas llevarte a tu madre y haya las condiciones suficientes para que tenga una calidad de vida decente.
ResponderEliminarPorque te diré lo que pasa en realidad: es gente ruin que lanza consejos como quien lanza cuchillos a quien saben débil, y allí donde más duele y menos resuello tienes para soltar un buen soplamocos.
Pues que le vayan dando.
No sufras.No es indigno hacer lo que se siente con el corazón.A eso lo llamo bondad.
ResponderEliminarArremeter contra el debil ?....a eso lo llamo crueldad.
CON QUE OS QUEDAIS?
Un beso y todo mi apoyo.